Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

CADA VEZ MENOR PARTICIPACION DE MUJERES EN CONCEJOS MUNICIPALES DEL PAIS

 

Por: Guillermo Andrés Castro Rozo, El Macarenazoo.
Fecha de publicación: 8 de marzo de 2016.*



La representación política de las mujeres en los concejos municipales de toda Colombia es precaria. Al revisar las cifras de la Registraduría Nacional se vislumbra un panorama desalentador respecto del poder político femenino de este segmento de la población colombiana, pese a que hay más mujeres que hombres en nuestro país: 51% frente al 49% restante. En el censo electoral las mujeres representan a su vez un 52% de los votos. Pero su participación directa sigue pareciendo una victoria pírrica.

La legislación obligó el año pasado a que todos los partidos políticos presentaran listas a cargos de elección popular – que no fueran uninominales – con mínimo 30% de sus integrantes mujeres. El resultado es que la inscripción de ellas a los cargos locales sólo aumentó 5 puntos porcentuales en relación con las elecciones del 2011, donde no se había establecido la cuota de género. Se pasó de un 28% a un 33%. En otras palabras, la mayoría de listas fueron compuestas por hombres, y muy pocas sí fueron de mayoría femenina, caso como el de Funza, donde la lista del Polo Democrático Alternativo, inscribió 7 candidatas mujeres, y cinco hombres, la única que presentó una amplia mayoría femenina. Las demás hicieron una inscripción de una mujer por cada dos hombres inscritos.

Los partidos políticos e incluso los movimientos ciudadanos cumplieron y muy al borde del rasero con el 30% mínimo de mujeres en sus listas. Se dice incluso que las mujeres en muchas listas fueron "rellenos" de pesos pesados que fueron los que accedieron a las diferentes curules en disputa. Razón le cabe a esta hipótesis al ver las cifras de electos y electas el 25 de octubre del 2015: no sólo más hombres que mujeres, como ha sido tradicional en el país, sino que mayor cantidad de hombres que hace cuatro años, y menos mujeres que en las elecciones del 2011.

En términos concretos la Ley 1475 de 2011,que planteó la cuota de género mínimo en 30%, no incidió en obtener una mayor representación de las mujeres en los cuerpos legislativos de base: los concejos municipales. Las cifras dicen que mientras en 2012 hubo 8.752 hombres en los Concejos, este año son 8.934; y mientras hubo 1.826 concejalas hace cuatro años, en este 2016 sólo empezaron su ejercicio legislativo 1.644 mujeres, casi un 10% menos. El lamentable resumen es que sólo un 16% de los Concejos municipales del país está compuesto por mujeres, mientras que el 84% restante son hombres.

Iniciamos un 2016 con una menor participación femenina en la política electoral: menos mujeres en los Concejos municipales, e incluso hay poblaciones en donde el legislativo local está compuesto completamente por hombres, sin siquiera una voz femenina para la concreción de los proyectos de acuerdo municipal. Sólo basta mirar tres municipios de la sabana de Bogotá: Funza, pasó de tener 5 concejalas a cuatro (tres reelectas y ninguna ocupa algún cargo en la junta directiva); en Madrid sólo una concejala. Y Mosquera, pasó de tener una única concejala a ninguna... En conclusión, son municipios dominados no sólo mayoritariamente, sino casi totalmente por los mismos hombres de los poderes locales.

Colombia es precisamente un país atrasado en materia de acceso a libertades políticas y de representación de las mismas mujeres. Fue uno de los últimos países de América Latina en conceder el derecho al voto a la mujer en diciembre de 1957 (el más avanzado en esta materia es Ecuador, que permitió esto en 1929). Las políticas públicas, además, han tenido una visión marcadamente machista o xenofóbica en sus proyecciones, por ejemplo, al redactar la carta magna que nos rige, declarando que la familia sólo está compuesta de hombre y mujer, excluyendo de facto la inmensa diversidad de relaciones sociales que pueden conducir a la consolidación de lo que se conoce como “familia.” Hasta los congresistas actuales han despotricado a la mujer, como los senadores Musa Besaile ó Roberto Gerleín. El primero dijo en plaza pública el año pasado, en plena campaña electoral, que no se debía votar por la entonces candidata Noris Hernández porque con "tanta mujer bonita aquí y vinieron a coger a esa maluca". Gerleín, por su parte, se ha mostrado abiertamente homofóbico asegurando que las relaciones entre parejas del mismo sexo son “excrementales” y “sucias”, en críticas que planteó en el Congreso frente a la senadora Claudia López.

Hoy, a nivel del Congreso, Colombia tiene una de las cifras más bajas de representación femenina en el poder legislativo de América Latina: 11.2%, aunque es mejor que Brasil, donde es de 6.8% (pero hay una presidenta), está lejos de otras democracias regionales en donde es más amplia la representación femenina, por ejemplo: Costa Rica, 35%; Argentina, 30.7%; Cuba, 27.6%; o Nicaragua, 20.7%.

Más allá de los números, es necesario, pues, tener más mujeres electas que representen las necesidades populares de esta importante suma de la población colombiana, Los partidos políticos de avanzada, de izquierda y progresistas deben considerar que el el rol de las mujeres es indispensable para el ejercicio del poder plural y amplio.

* Este artículo ya había tenido una primera publicación a finales del año pasado, pero el actual extendió algunas ideas faltantes del anterior.



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