Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

ENTENDER EL RECURSO DE LA CLANDESTINIDAD.

El debate iniciado por Gina Parody en torno a la aparición de videos que según ella evidencian un plan de infiltración y adiestramiento militar en las Universidades por parte de la guerrilla, no es más que una estrategia para adecuar un panorama político y legal que castigue a diferentes formas de oposición. Los análisis presentados por la congresista no van mas allá de ver la forma cómo hablan, cómo se paran, cómo forman; pero la presencia de grupos de encapuchados en la universidad es una realidad que merece ser analizada superando esa visión reduccionista de aludir al tipo de arengas que se gritan o ¿por qué se revindica la memoria de los comandantes guerrilleros Raul Reyes e Iván Ríos?

 

La información parcializada arrojada por medios como Caracol, RCN y el Tiempo es otra cuota de ese simplismo que desconoce o quiere desconocer las condiciones y los procesos históricos que ha vivido la universidad, en su lugar se arrojan una serie de informaciones ajustadas a una agenda estatal que maneja a su acomodo la coyuntura, brindándole o restándole actualidad a un determinado tema. La presencia de encapuchados en la universidad volverá a ser noticia cuando algún sector cercano al gobierno actual quiera impulsar otra reforma referente a medidas de vigilancia en las universidades, o cuando quiera acallar un crimen perpetrado contra miembros de esta, como ya se ha visto en ocasiones anteriores, el asesinato de algún estudiante lleva tras de sí una noticia referente al tipo de armas que utilizan los encapuchados en los enfrentamientos con la policía.

 

Pero no es tan simple como decir que ocultar el rostro es una contradicción con la libertad de expresión que se pregona. Consignar la libertad de expresión en la Constitución política nacional no es suficiente para que se pueda afirmar que hay condiciones reales para que este derecho se pueda ejercer. El uso de la capucha es el resultado de que algunos sectores políticos y sociales vean en la clandestinidad un recurso para salvaguardar sus vidas y a la vez no renunciar al ejercicio de la protesta. Hay quienes defienden sus ideas en el debate abierto, pero esto no significa que quienes prefieren ocultar su rostro tengan un estatus criminal, el sentido que se le puede dar a este fenómeno es que a lo largo de la historia, en pro de favorecer los intereses de particulares, se han ido reduciendo los espacios y condiciones para hacer oposición como fue el caso del exterminio de la Unión Patriótica de donde salieron algunos lideres guerrilleros, quienes después de esa experiencia visualizaron su lucha por fuera de la institucionalidad oficial; en consecuencia el recurso del anonimato ha hecho réplicas en diferentes espacios, entre los que se encuentra la universidad.

 

Mientras sigamos pensando que el problema es de legalidad y que las injusticias sociales, económicas y políticas se resuelven emitiendo un proyecto de ley que prohiba cubrir la identidad, los problemas reales tenderán a agudizarse, pues son problemas que están ocultos por la máscara del oficialismo y que los medios oficiales se niegan a transmitir y además criminalizan a los medios alternativos que cubren esos múltiples espacios. 

EL MACARENAZOO


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