Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

LA PRIMERA PIEDRA

Con un dinerito heredado de la familia, la madre de Bobby decidió comprar algo para sus hijos. Buscaba un lugar en la ciudad lejos de la envidia de los pájaros y de los cortadores de cabezas; el abuelo perdió la hipoteca con la Caja Agraria por su afición a la bebida.

La madre buscó un lugar bonito, lejos de los peligros para las nuevas crías y escogió las montañas de la ciudad. Estas eran verdes con un sol brillante y agua cristalina. Se dejó engañar por un reflejo del verano; como una flor carnívora la montaña dejaba ver su primavera, pero en invierno aparecía el frío, el barro, la resignación. Muchos llegaron buscando dónde meter la cabeza, a esconderse de la policía y de los chulos que buscaban su plata. Allí estaba la empresa de cerveza y un nuevo barrio para las familias de los policías, asunto que nunca se concretó.

Para empezar con el pie derecho, se buscó un curita que diera la primera misa. Dios, en un acto de bondad y caridad, envió a sus sacerdotes rebeldes a ese lugar para dar la primera misa en un corral de vacas (eso sí muy limpio y devoto); el sacerdote iba y venía hasta que su comunidad comenzó a hacer planes para una casita y hacer una capillita; después vinieron las monjas y construyeron otra casita, y agrandaron la capillita; después vinieron los seminaristas y las novicias e hicieron otra casita para recibir a estas nuevas y limpias vocaciones. Después vinieron las quejas y dios construyó otra casita y puso una fábrica de costura, un restaurante y un jardín para atender a todos sus feligreses. Ahora el hogar de dios es el más grande, con sismo resistencia, que sostiene a mil ranchos que están detrás de la fe.

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