Hoy ha iniciado con una fuerte concentración, de miles de personas, en el norte del Cauca, epicentro de reivindicaciones populares y de masacres mal recordadas por la población. Es necesario unir esfuerzos en apoyar la movilización.
Por: G.A.C.R.
Hacía la medianoche inició oficialmente el Levantamiento Nacional Indígena, concentración masiva de los miembros de los distintos resguardos del país en torno a la movilización colectiva de protesta y reivindicación popular. Ya ayer lunes 13 de octubre, cuando la nación latinoamericana conmemoró el aniversario número 516 de la invasión española, los indígenas caucanos trataron de protestar taponando la vía Panamericana, siendo recibidos por el Escuadrón Móvil Antidisturbios (ESMAD) en sus propios caseríos y ranchos, reprendiendo de esta forma la concentración que ya al momento de escribir estas líneas, reunía a más de 10.000 indígenas. Ayer lunes festivo, fecha que no es de celebración como lo siguen haciendo ver aún decenas de profesores y gobernadores, los indígenas iniciaron lo que continuará hoy; pero las fuerzas no sólo se concentran en el bastón de mando, pues los fusiles oficialistas de nuevo se apuntalan para recibir la masiva minga. En las dos últimas semanas ya han sido asesinados una decena de comuneros indígenas, la mayoría de esta región del país; muertes que han originado esta nueva movilización de dignidad, pues el silencio cómplice de los medios de desinformación, la represión oficial, y el olvido, tratan de legitimar un estado dictatorial que cohíba y elimine todo viso de oposición. Las muertes no han sido un escándalo, como sí lo es la crisis del capitalismo, que con sus abstractos papeles en las bolsas mundiales, está al borde de un colapso ideológico; pero los asesinatos tampoco han merecido la mayor atención, como sí lo ha merecido el hecho de que el país renueve sus votos al sagrado corazón. Mientras Uribe y demás religiosos quieren impostar el hecho inconstitucional de consagrar todo un país a una sola creencia, los campesinos, los corteros de caña, los trabajadores de la justicia, los estudiantes, los indígenas, son maltratados y vilipendiados con una política de carácter paramilitar que ataca sus expresiones a bala y a través de amenazas de sus fuerzas oscuras.
La cultura autóctona no quiere ser vendida ni manipulada. El día de la raza recuerda esa época histórica que marcó la división de los pueblos originarios de nuestra América. Y ya son 516 años que se cumplen caminando la palabra, la lucha y la resistencia; por eso es necesario integrar activamente el Levantamiento Nacional Indígena, porque todos lo somos; las etnias, las comunidades, que son vistas como minorías en muchos espacios, son integradas en su esencia por toda la ciudadanía que, a través de sus rasgos, de su apellido, y de su ADN, participan en esa construcción india de la identidad nacional. Por ello, el problema de los corteros, de los estudiantes, de los trabajadores, etc., etc., no es exclusiva de un grupo, es un desagravio popular frente a unas políticas que les perjudican, que les afectan; y los miembros activos de esas organizaciones deben comprender que la reivindicación es el camino que va más allá de sus particularidades contextuales, mirando en conjunto el por qué los indígenas están en estos momentos levantados en bastones, los corteros en machetes, los estudiantes en ideas, y así sucesivamente. Es imperioso, entonces, comprender por qué estas manifestaciones se dan en un mismo periodo histórico de un mismo país, y no seguir mirando los hechos fragmentados tal cual lo muestran los medios, la politiquería y la política de la muerte (salud, educación, servicios públicos con dueños ajenos a sus reales propietarios).
Estamos, entonces, en Levantamiento Nacional Indígena, que congrega a todos los sectores de la sociedad civil, pues su carácter de integración amplia en todo el país, e indígena, obligan a solidarizarse con una movilización que va más allá de la protesta por el repudiable magnicidio a la docena de personas, más allá de una marcha y de una toma donde las armas bélicas de la policía se utilicen en detrimento de la integridad personal, y a favor de un puñado de empresarios empotrados en el poder.
PD: Otra de las reclamaciones importantes de la comunidad indígena, es la exigencia en el cumplimiento de la entrega de tierras, que ha impedido gobierno tras gobierno. El más importante acuerdo incumplido es el que hace referencia a los compromisos que adquirió el Estado colombiano con la masacre del Nilo, ocurrida en 1991, donde como indemnización la comunidad indígena tiene derecho a utilizar cientos de hectáreas que actualmente siguen en manos de terratenientes y latifundistas ahora encubiertos en los monocultivos de palma africana.