Por: Carlos Julio Buitrago, opinión El Macarenazoo*
Fecha de publicación: 19 de diciembre de 2012
La Alcaldía municipal de Funza liderada por el burgomaestre Jorge Machuca, de Cambio Radical, aumenta su imagen negativa ante el pueblo en su primer año de gobierno. Foto: Archivo web.
Tan pronto como se conoce que la Alcaldía de Funza organiza algún evento público, los ciudadanos de inmediato tienen la percepción de asistir a una rumba. Y no es para menos cuando se evidencia el despilfarro que se realiza (no se sabe de dónde sale el dinero para estos auto agasajos) acompañados de pólvora, licor, orquesta, perifoneo, volantes y la obligada parafernalia que enmarca la consabida farra. Pareciera que no fue suficiente la reciente y costosa rumba del mal llamado Festival Zaquesazipa, programa que para otros parece más un festival vallenato con muy pocos ingredientes de verdadera cultura. Lo que colmó la paciencia de la comunidad funzana fue la celebración “del día de los niños” el pasado 27 de octubre, en que los funcionarios de la administración “lucieron sus disfraces y carrozas” por las calles de nuestro pequeño Macondo, dizque “para el deleite de los pequeños”, a quienes sólo les mostraron el circo que ellos mismos se organizaron y les obsequiaron a cada uno cinco dulces. El Halloween terminó en fiesta privada, a donde no fueron invitados los infantes, por obvias razones.
Posteriormente, con ocasión del Día contra la violencia hacia las mujeres, a falta de políticas públicas para las féminas, se adelantó una competencia de atletismo con unas doscientas mujeres, que para la inflada propaganda oficial fue de “más de ochocientas”, evento realizado a través de la Secretaría de Acción Social, para celebrar este día a sus funcionarias, por lo cual las críticas no se hicieron esperar. La tapa de la olla fue la reciente caravana ecológica a lomo de caballo por “los sitios eco turísticos” del municipio – que muchos no saben dónde están ubicados – como si quedara alguno en medio de tantas edificaciones y bodegas de ladrillo.
Para algunos ciudadanos esta es una muestra más de que al alcalde no le preocupan los verdaderos problemas de la municipalidad, que está dedicado a otras cosas más superficiales, y a repartir contratos para beneficiar a sus amigos. Otros fueron más allá y expresaron que “es absurdo que se dilapiden recursos cuando el municipio aún se encuentra endeudado y con innumerables problemas pendientes por resolver”. Sin embargo, los titulares de los periódicos locales desestimaron las críticas señalando que son unas celebraciones que están inmersas en el arraigo funzano y que además eso es diversión y entretenimiento con los cuales se hacen felices a las personas.
Lo que la gente no sabe es si estos carnavales van con cargo al presupuesto municipal, o lo que es lo mismo, a costa de sus bolsillos. Como lo dijo en una oportunidad el cura Camilo Torres, con ocasión de las fiestas de los pueblos, “es un despilfarro para conquistar a las personas y hacerlas esclavas". Muchos ciudadanos mostraron su malestar por el gasto – que reitero, no se sabe quién o quiénes lo costean - cuya finalidad no es otra que "restituir la imagen" del gobernante. Señalan algunas voces que prefieren el anonimato, "que mientras otros miran con lupa el presupuesto, aquí se organizan múltiples pachangas privadas".
Entre el pueblo de la cultura y el aula de la rumba con hospital ajeno –aunque pagado por los funzanos- hace más de un año inaugurado y sin uso, nuestro municipio reúne cientos de ejemplos de la desafortunada gestión de los dineros públicos que nos ha llevado a la lamentable situación actual. Dicen los que tomaban las decisiones en el gobierno anterior, que todo el mundo aplaudía con cada ladrillo que se ponía; que cada territorio competía con el de al lado y que los alcaldes desfilaban por la pasarela de las obras pidiendo «algo», fuera necesario o no, que poder vender a los vecinos. Lo que en el fondo demuestra incapacidad para administrar con responsabilidad y sentido común. Fueron necesidades claramente inducidas, colocadas en la arena de manera conveniente para que parecieran imprescindibles, e involucrar así a los ciudadanos que acababan reclamando una facultad más como si les fuera la vida en ello.
Ahora lo que nos queda a los aguapucheros (ese debe ser el mote o gentilicio) es hacer turismo ecológico por los humedales contaminados y las caballerizas de los caballistas viudos de sus ferias y fiestas locales. Mientras tanto, la cacareada vía que descongestione el tránsito no se vislumbra por ninguna parte; no se conocen los estudios ni los planos tantas veces prometidos por la concesión CCFC del puente, glorieta o deprimido en Tres Esquinas (puerta de salida hacia Bogotá), luego de 25 meses de cerramiento arbitrario e injusto; los jóvenes de Funza amenazados por una presunta Bacrim; innumerables megaproyectos urbanísticos que no están proyectados para resolver las necesidades de vivienda de los funzanos, con el agravante de no contar con suficiente agua ni servicios sociales necesarios para los nuevos habitantes; el espacio público cada vez más reducido por cuenta de los mendigos y desempleados que luchan por sobrevivir pidiendo limosna o vendiendo cualquier cosa, y por los grandes negocios que se toman los andenes para promocionar sus artículos o para descargar sus mercancías; la calle 15 (única vía principal de entrada y salida hacia Tres Esquinas) en un constante trancón vehicular; la exclusión de los deportistas mayores de los escenarios deportivos; el difícil acceso a los espacios locales culturales, y muchos otros problemas que requieren la atención de las autoridades y funcionarios que no avanzan con planes que mejoren la calidad de vida de sus habitantes. ¡Que viva Macondo!
* Publicado en periódico Alternativa de Mosquera, Cundinamarca.