Por: Sergio Vargas, opinión MZO.
Fecha de publicación: 17 de junio de 2013.
A la televisión pública regresó la apuesta audiovisual del seriado. Ayer por Canal Capital inició “Crónicas de un sueño”, que, de acuerdo a la expectativa generada, cumplió a satisfacción con lo esperado. Sin embargo, varias sorpresas sí hubo en el planteamiento de la temática: primero, que la “Colombia de los años 80”, a diferencia de cómo lo pensaban varios televidentes, no se trata de una caracterización temporal de la serie, sino de una calidad del tiempo presente en la cual se ha planteado la trama: evidentemente hoy ni la situación de violencia ha pasado, y la memoria tampoco ha tenido valor, tanto como en esos tiempos... Esa Colombia de los años 80 es la que plantea el periodista Mateo, actor principal de la trama, para realizar un programa periodístico, curiosamente en un medio público que ostente distintas cualidades que la televisión privada, Canal Capital.
Segundo, el aporte que desde ya se presume dará “Crónicas de un sueño” a la delimitación de contenidos en la televisión colombiana. Toda una sorpresa genera que el programa no se pueda catalogar como una serie a secas, sino que ha de tenerse en cuenta su apuesta hacia la realización documental desde la ficción (sobre este tópico, el canal ha dado suficiente información que ha impedido jugar con la intriga y la sorpresa en el desarrollo de la serie). Desde el primer capítulo fueron visibles las relaciones tácitas entre la ficción y la realidad, en donde la excusa ficcional permite crear memoria histórica de la realidad a través de imaginarios, situaciones, relaciones explícitas, comentarios, medios, lugares, etc. ¿Y entonces cómo catalogar esta apuesta televisiva que ya anunció que va a poner en pantalla a las víctimas de la violencia en Colombia, y a sus protagonistas reales, al mismo tiempo que se desarrolla la trama de un periodista crítico, amenazado, al que le persiguen su familia y se debate en un dilema ético de protección a su vida y sus allegados y el papel social que debe desempeñar dado su rol profesional? Gruesa tarea de definición conceptual le espera a la academia...
No dejó de ser menos incisivo el hecho de que el espacio de la trama sea Bogotá, y en particular Canal Capital... incluso en los medios privados, durante la realización de seriados o novelas, en donde el escenario de la acción ha sido un medio de comunicación, no se hace alusión a su nombre como el mismo que patrocina la realización del dramatizado... ¿Entonces, es auto propagandística la puesta en escena? Para nada, este precisamente es un detalle fino que laza la unión entre la propuesta ficcional y la documental. La apuesta de Hollman Morris como productor de la serie y director de Canal Capital obviamente es definir nuevos paradigmas en la televisión pública, recrearse a sí mismos, incidir en los espacios y situaciones que propone el medio en sus otros espacios de programación; la definición de Canal Capital como escenario de la acción es el punto de partida que le permite al televidente juzgar la producción. En aras del levantamiento de críticas y la formación de opinión pública parece hasta necesario no incurrir en la falacia de inventarse un nombre al medio en donde trabajará Mateo, sino situarlo en la realidad: en un medio calumniado por concejales conservadores, investigado pero que salió airoso de las indagaciones de la Procuraduría, y que ha cambiado radicalmente el concepto que se tenía de acceso y oferta de la televisión pública.
Con este seriado, al cual toca apostarle por su buen desarrollo, Hollman Morris y todo el canal han arriesgado mucho más que lo que dijo arriesgar el libretista de la serie de RCN “Tres Caínes”, Gustavo Bolívar. Éste, en un intento fallido por avalar una serie que levantó el rechazo de la sociedad por su invitación a apologizar la violencia paramilitar, adujo que a través de la historia de los hermanos Castaño pretendía mostrar las relaciones del poder corrupto con la delincuencia... fracasó en su despropósito y toda una sociedad lo rechazó. A diferencia de Bolívar, Morris arriesgó desde el primer capítulo, realizando los enlaces y analogías necesarias y obvias de la violencia política en Colombia. Por eso el “señor” que puede tener vínculo con los “paramilitares de Córdoba” y con “Agro Robo Seguro” puede estar más emberracado hoy con Hollman Morris que cuando lo hiciera público... tan emberracado como para darle en la cara al marica que creó la apología al delito en la televisión privada y fracasó en su intento...