Por: Carlos Medina Gallego.*
Fecha de publicación: 30 de julio de 2016.
Imagen tomada del libro "Mujeres guerrilleras, elenas y camilistas."
Hace algunos días me encontré con una querida y entrañable amiga en uno de los plantones que se están haciendo en la Plaza de Bolívar todos los martes para reclamar la libertad de Carlos Arturo Velandía Jagua, puesto preso de manera arbitraria por la Fiscalía con sindicaciones equivocadas y en contextos explicativos que no soportan ningún tipo de defensa. Ella es una mujer de una inteligencia demostrada que a muchos hombres les cuesta trabajo aceptar y una trabajadora incansable de la causa campesina en su tierra santandereana. Como a todos nosotros le preocupa la situación de estancamiento en que se encuentra el proceso de paz con el ELN, tema que abordamos desprevenidamente, pero que me condujo de la mano de su reflexión por una mirada que me pareció a todas luces bella, poética e inteligente.
Después del plantón, en el trayecto al aeropuerto, estuvimos conversando largo sobre la urgencia de superar todos los inconvenientes para dar paso a la mesa publica, antes de que ambas partes abandonen lo hecho hasta ahora y lleguen a la desafortunada conclusión que ese proceso no se ha cocinado suficientemente en la guerra para hacerse urgente y necesario y que hay que pegarle otro hervor, no se sabe con cuántos sacrificios innecesarios más. El ELN tiene “huevo” si cree que se puede defender ante la comunidad nacional e internacional el secuestro y ponerlo por encima del clamor nacional de paz y toda la solidaridad y trabajo de las comunidades y movimientos sociales a favor de ese proceso y, sobre todo, desperdiciar lo alcanzado en la agenda acordada tan acotada a sus intereses. El Gobierno, también tiene "huevo" por no haber tratado ese tema en la fase exploratoria y haber puesto esa tranca a la entrada de la mesa pública.
Lo cierto es que el tiempo se nos acabó, yo tenía que quedarme y ella tenía que viajar, y los vuelos no esperan que nosotros resolvamos nuestras preocupaciones de país, como los momentos políticos no esperan que los actores resuelvan en terquedad sus diferencias. Le pedí que escribiera unas notas y me las enviara de eso que tan alegre y desprevenidamente habíamos conversado mientras a grito en pecho reclamábamos la libertad de Carlos. Tres días después recibí esta carta que comparto con ustedes con la certeza que esta manera de mirar las cosas resulta no solo innovadora, sino, además útil a su compresión.
Querido Carlos. Te escribo estas ideas, porque tengo una gran preocupación con respecto a las dificultades que tiene la mesa de diálogos con el ELN. He observado desde el principio y desde una perspectiva diferente, las relaciones y aspectos del comportamiento entre una y otra guerrilla, así como el perfil del gobierno en este proceso.
Nuestra historia cultural está sustentada en una relación de comportamientos patriarcales que hacen más visibles y diferentes las formas de actuar masculina y femenina. Existe además en la formación del vínculo entre el pueblo y el gobierno un trato de autoridad con amplia similitud a la actuada históricamente entre mujeres y hombres, en la cual el gobierno contiene la imagen masculina y el pueblo la esencia femenina.
Sin demeritar una u otra organización armada, ambas tienen formaciones diferentes, éticas de vida diferentes, no por ello una es mejor que la otra, sencillamente son diferentes. Sin embargo, aquí te escribo algo que aunque me produce algo de gracia, no por ello de menor certeza en lo que está pasando en las mesas de negociación que el Gobierno tiene con las FARC-EP y con el ELN.
Tienen las FARC-EP, en su estructura, así como en su forma de actuar mucha similitud con el comportamiento histórico y cultural colombiano masculino, son en su actitud más fuertes, más dominantes, desde su misma forma organizativa y por tanto más arriesgadas y con un mayor grado de pragmatismo. Asumen con mayor facilidad cambios, desde que estos no demeriten su imagen de autoridad. Sólo lo definen y ya, lo asumen sin ninguna dificultad. Y sus contradicciones como en cualquier pelea entre hombres, se resuelve rápidamente, se dan la mano y ambos continúan sus vidas.
Si observamos con detenimiento es posible reconocer que la negociación no ha desdibujado la imagen de autoridad de las FARC-EP, permanece intacta y si ha sido modificada ha sido a su favor, lo que les ha permitido continuar en el proceso. La negociación entre Gobierno y FARC-EP, claramente es una lucha entre “hombres-machos”. Y aquí viene lo que también veo en la negociación entre Gobierno y ELN y que en verdad me preocupa por lo que al final pueda suceder.
El ELN tiene una construcción más dedicada al detalle, con más preocupación en la formación de quienes le rodean, son más cuidadosos, su práctica de crecimiento y de vida se percibe con mayor espiritualidad desde la lógica del sacrificio y el trabajo silencioso en el pueblo, que es su casa. El ELN tiene una estructura organizativa más dialogante, más dedicada a escuchar a cada quien, por tanto más lenta y menos autoritaria con sus miembros.
Es muy claro que lo que le duele al ELN, no es lo que pueda pasar con ellos, es lo que no pase con el pueblo, que es su familia, en un proceso de negociación; podría decir que el ELN tiene un espíritu y una práctica femenina ante un momento de enfrentar un conflicto, entre una mujer y un hombre, entre el ELN y el Gobierno - recordando que éste último es la imagen masculina.
¿Cómo actúa una mujer en una relación con el otro (hombre), que ha sido de permanente violencia?: a la mujer no le importa su propia imagen y ni su propia seguridad o existencia, ¡es la última de sus preocupaciones! A la mujer le importa lo que pueda pasar con sus hijos, el que dirá su familia, la opinión histórica que tiene acumulada en su memoria de mujer - es decir el sacrificio y hasta que la muerte nos separe -; estas son incorporaciones mentales, espirituales, psicológicas y culturales que le impiden tomar una decisión rápida, y sobretodo: le impiden ver que es posible la vida más allá. Por lo que una mujer puede hacer muy larga una situación de violencia sobre ella misma, es por eso que en muchos casos llega hasta la muerte.
Para la mujer, la separación o “el borrón y cuenta nueva”, son una opción poco frecuente que se asuma rápidamente, le cuesta llegar a tomarla y a vivirla de manera plena, pero cuando la asume, no tiene vuelta atrás.
Es lo que percibo en el ELN, no tiene la decisión total desde su corazón que es la base de su razón revolucionaria; no percibe en el cambio la protección de su familia –pueblo-, pero además pienso que no ha considerado que por fuera de su relación de hoy, pueda continuar cumpliendo con su rol, el de la protección. Quizá porque no se siente preparado, porque no ha sido su práctica histórica el debate y la vida en lo público. Creo además que los grandes niveles de corrupción que campean en el escenario de lo público generan grandes y profundas desconfianzas para lograr transformaciones reales. Pienso que el ELN se siente inseguro para tomar la decisión de una separación exitosa.
Y creo que al ELN como a una mujer, hay que ayudarla a mirarla a sí misma y mostrarle los diferentes escenarios posibles, que llegará diferente, que tendrá que asumir roles nuevos, pero que podrá hacer otra vida mejor para ella y sus hijos; hay que hacerla entender que al mantener este círculo de violencia no logrará la felicidad por quienes tanto se sacrifica; porque la otra opción, la de esperar a que su hijo varón (pueblo) crezca y la defienda de su padre violento (gobierno), aún demorará y lo peor es que puede suceder que su hijo varón prefiera marcharse para no seguir viendo la violencia.
Creo que el ELN debe mirarse más a sí mismo y descubrir todas las potencialidades que tiene para llevar una vida pública con resultados que favorecen a sus fines de vida, pero que además el gobierno-varón, continuará siendo lo mismo y que la opción de salir de la vida armada hoy puede producirle mejores resultados para sus sueños, porque el mundo afuera ha cambiado y puede tejer con otros y otras. Es decir que aún y a pesar de su sacrificio el gobierno no cambiará.
Todo lo que he dicho, no lo hago con el fin de ofender a ninguno, a ninguna organización y por supuesto menos a las mujeres; lo escribo porque pienso que el Gobierno se equivoca en la relación establecida para la negociación con el ELN. Parte por considerar que al ELN le interesa las prebendas, los cargos, las sanciones. El Gobierno habla desde sí mismo y propone desde lo que es su propio interés sin mirar con respeto al ELN. Creo que el ELN seguirá insistiendo que lo que más le interesa es ¿cómo resolverá las situaciones de pobreza en las que vive el pueblo? De lo contrario la separación de ese matrimonio –vida armada- no tendrá sentido.
El matrimonio es una forma de lograr la felicidad, no de vivir en tristeza; creo ahí que el ELN tiene la percepción que ha logrado mejores cosas a favor de su pueblo, y habrá que indagar en ello. Esto definitivamente no es sencillo, me conozco y reconozco en mi género, que no somos fáciles de comprender desde la lógica masculina, porque nos evalúan desde la práctica y modos de ser masculinos, no desde el corazón, que es el lugar de la razón.
De continuar así, esta negociación no tendrá la solución que muchos y muchas esperamos, hay que reiniciar, si en verdad importa, que es también claramente lo que no se ve desde el gobierno, que es un masculino irrespetuoso, que creé que ya logró lo que necesita para continuar manteniendo la autoridad en su rancho.
Hasta acá la nota de mi amiga que a mí, en particular, me ha emocionado mucho y que espero a ustedes también. No sé qué pensara el ELN al respecto, pero ojalá la lea inteligentemente y le ayude a encontrarse a sí mismo en esa ruta urgente de separación del matrimonio que tiene con la Guerra-Estado y se decida a construir una nueva relación desde su discurso liberador de poder popular al lado del pueblo que tanto dice amar en un universo refundado de la democracia y si se pudiera en torno a la idea del sacerdote Camilo Torres Retrepo del Frente Unido del Pueblo.
* Docente e investigador de la Universidad Nacional de Colombia y del Centro de Pensamiento y Seguimiento al Proceso de Paz –CPSPP-.