Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

NI VÁNDALOS, NI DELINCUENTES.

La marcha del primero de mayo pasado ha tenido de nuevo como protagonistas los destrozos en el centro de la capital. Detrás de ellos, hay personas con furia, que engrandecen el espíritu del día. Pero las manifestaciones pacíficas, también son constructoras del éxito final de las movilizaciones ciudadanas.

Por: Sergio Vargas. Opinión.

 

El éxito de la manifestación del pasado primero de mayo se puede medir desde todo punto de vista, desde cualquier lado que se le pueda ver. Esta fecha conmemorativa guarda un especial significado año tras año. Este tuvo otros matices que el 1º de mayo del año pasado, y seguramente será muy distinto del que vendrá. El país y el mundo han tenido cambios importantes, que es necesario recordar para eliminar esos comentarios burdos de periodistas y gente mediatizada con los medios masivos, que deslegitiman la lucha popular, al punto de considerarla “vandalismo”, “violencia injustificada”, etc.

 

Hace un año se denunciaban los casos aberrantes de muertos civiles a manos de las fuerzas armadas y que estos hacían pasar como bajas en combate; pero, con la visibilización que produjeron las denuncias en Soacha de jóvenes asesinados por el Estado, ya a final de año la práctica institucional de exterminio indiscriminado bajo la batuta de la seguridad democrática, quedó desenmascarada. No sólo fueron un par de casos aislados los que se denunciaron, sino centenares de homicidios culposos, que hasta los mismos entes estatales (como la Fiscalía) repudiaron e investigan actualmente. Ni falsos ni positivos, simplemente quisiéramos que estuvieran vivos. Hace un año, el hecho no era tan deleznable como ahora puede llegar a ser; pero nada asegura que las tácticas criminales del Estado cambien, por ello más vale prepararse y evidenciar, como se hizo el pasado viernes, que la resistencia estará presente frente al terrorismo.

 

Hace un año aún estaba Bush, como el gran guerrerista de la Casa Blanca, y digno representante del imperialismo mundial. Muchos lloraron, se abalanzaron y gritaron cuando Barack Obama, un representante más de las multinacionales y óptimo sucesor del legado terrorista estadounidense, subió al poder; hasta los socialdemócratas y minoritarios grupos llamados de izquierda lo saludaron afablemente. Hoy, como ayer, el imperio sigue destrozándose (a través de la economía, por ejemplo), pero sus súbditos siguen al frente del exterminio global. Obama mantuvo un silencio cómplice frente a la matanza que ejecutó Israel en diciembre y enero en territorio palestino, y en los últimos días, sin ocultar el espíritu recalcitrante y autoritario de su administración, envió a su secretaria de Estado, Hillary Clinton, a calificar los gobiernos de Cuba y Venezuela como auspiciadores del terrorismo de las FARC, y al de Colombia, felicitarlo por la lucha para acabar la guerrilla y los cultivos de droga, ignorando adrede que esta guerra aniquila más a la población civil y sus alimentos que a los enemigos en contienda. El gobierno de Estados Unidos, en fin, no es ninguna esperanza, simplemente es la continuidad del programa imperial de los Estados Unidos. El carácter antiimperialista del primero de mayo sigue vigente, hoy más que nunca.

 

La crisis de la economía precipitó la caída de las pirámides en Colombia. Hace un año la familia DMG aún seguía comprando artículos a precios asequibles; su bandera estaba ubicada es la casa matriz ubicada en el norte de la ciudad… ¿Cómo entonces llegó a verse este primero de mayo en plena Plaza de Bolívar? La explicación la han dado todos los estafados que a lo largo de sus distintas manifestaciones han dicho que tras el derrumbe se esconde el artilugio político de la reelección uribista. Fue el gobierno de Álvaro Uribe, y se presume, que con la complacencia del propio David Murcia, quien aniquiló de tajo la esperanza de pobres y de la clase media colombiana, que, como tal, visualizó una oportunidad de una vida digna. Las pirámides no se cayeron por ellas mismas, su caída fue planificada desde Palacio bajo el liderazgo de bancos y entidades financieras que querían volver a cooptar a la gente a su ineficaz y maltrecho sistema. Por ello, el ente liquidador ha enviado la mayoría del presupuesto de DMG y DRFE a la cuenta común compartida de las mismas entidades que envían informes a la policía a diario de aquellas personas que, bajo su juicio, merecen ser despojadas del derecho a la vivienda. El mismo viernes 1º de mayo una familia fue desalojada de su casa a la fuerza, al sur de Bogotá, de un terreno donde habían permanecido 20 años; pero para el Estado su tiempo de permanencia no importa frente a un papel desvencijado de un dueño que de la noche a la mañana reaparece. E incluso cuando veo que quienes pagan por su casa hasta diez veces su verdadero valor, y aún así son humillados y desterrados, encuentro totalmente justificable el hecho de romper y destruir parcialmente bancos y cajeros automáticos apostados en la olla de la carrera séptima. El hecho de romper vidrios y de saquear no va a cambiar el orden de cosas; se necesita un proceso más constante; pero precisamente lo que muestra el primero de mayo internacionalista es la ruta, un símbolo de la resistencia del pueblo. La imagen de un joven destrozando un ATH es magna, no una prueba del supuesto delito… al fin y al cabo (con la lógica capitalista) ese sigue siendo el dinero del proletario.

 

El año pasado también Colombia presenció al pueblo moverse… según las estadísticas oficiales no pasa un día sin que se registren en el país actos de protesta, paros, taponamiento de calles, etc., por motivos particulares o globales. La minga de resistencia, que marchó desde los resguardos indígenas del Cauca hasta Bogotá, y después de la cual fue asesinado Edwin Legarda, así como el bloqueo de los camioneros y del sector de la justicia, en conjunto con las movilizaciones estudiantiles y campesinas, dan fe que existe una indignación reinante, que las comunidades reclaman derechos, frente a hechos de injusticia. Dan fe de que el Estado es mucho más cruel, silencioso, a la hora de destruir culturas, herencias, vidas, que lo que en un solo día puede hacer un simple encapuchado al enfrentarse de tú a tú con la policía, o mandar una piedra, o romper un vidrio y robarse un par de pastelitos Oma. Incluso, la guerra fraticida que confronta actores disímiles en el papel, los vuelve semejantes a la hora de analizar y evaluar sus actuaciones. El caso de la masacre que ejecutaron las FARC en territorio nariñense, en la comunidad indígena Awá, da cuenta de eso. Esa guerra simplemente no es nuestra, pero participamos en ella, como víctimas, como señalados, como “culpables” sin cargos… Personas que se tapan la cara hasta guerrilleros han de ser; profesores que organizan seminarios, terroristas incendiarios podrán ser; indígenas que mambean coca, narcotraficantes serán; y familias que viven en zonas rojas, podrán ser auxiliadores de uno u otro lado.

 

¿Vandalismo, saboteadores? No, nada de eso, dejemos de dar el Séptimazo sin sentido; de caminar con el afán de llegar a la Plaza y echar el discurso barato, levantar el puño y agitar la masa sin pensar en el objeto que nos ha reunido. Las acciones de hecho no deben ser las vías que se deben ejecutar siempre, pero han de ser tan válidas y aplaudidas como los actos de resistencia pacíficos que han logrado también valiosos cambios. Es así como el hecho de que las comunidades hayan podido caminar desde Techotiva, Usme y Ciudad Bolívar el primero de mayo, sin agresión alguna, es un éxito significativo; también, un éxito que varios caminantes hayan decidido recorrer los cerros de la ciudad como un acto de protesta y de resistencia: Que las luchas en este día emblemático nos unan, sin importar si estamos congregados dispuestos a ser emboscados por las siempre fuerzas fascistas y asesinas del ESMAD. Y eso sólo se logra si recordamos lo que ha ocurrido, lo que ocurre y planteamos lo que nos espera. Ningún primero de mayo es igual… El próximo año, si no se han obtenido logros antes, no sólo Transmilenio llevará del bulto, como dicen, sino el sistema entero. Ese es el carácter internacionalista y antiimperialista de esta conmemoración del día del trabajo. Con o sin violencia, la resistencia se justifica.

 

PD: Juró que lo oí decir: “Por respeto a la vida, matemos a Uribe.”


 
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