Por: Guillermo Andrés Castro Rozo, veedor ciudadano, director MZO.
Fecha de publicación: 12 de mayo de 2015.
Jenny Grillo, de la Veeduría Ciudadana Nuestro Río Bogotá de Funza en la exposición realizada en el Foro Social y Ambiental de la Sabana de Bogotá realizado el sábado 2 de mayo. Foto: Colectivo Territorial Yaracuy.
La Veeduría Ciudadana Nuestro Río Bogotá del municipio de Funza participó en calidad de ponente en el Foro Social y Ambiental de la sabana occidente, realizado en días pasados en el municipio de Facatativá. La veeduría presentó su trabajo investigativo y académico sobre el humedal Gualí, detectando la problemática del espejo de agua y sus afectaciones, así como las propuestas que haya lugar con el compromiso institucional, principalmente, para atenuar y dar respuesta a los graves impactos ambientales.
Jenny Grillo, ingeniera ambiental y miembro de la veeduría ciudadana, encargada de dar la charla, señaló que son varias las causas de la problemática en torno al humedal Gualí, tales como la construcción de la segunda pista del Aeropuerto El Dorado que modificó el curso normal del cauce del río Bogotá; a paso seguido, la ampliación de la frecuencia de vuelos nocturnos, particularmente de carga, que pasan sobre el humedal; los cultivos de hortalizas y frutales, así como los pastizales para la ganadería, que reemplazaron la vegetación originaria de la ribera; ser receptor de aguas industriales y domésticas; no recibir la atención gubernamental suficiente y no cumplir con lo establecido en programas, planes y proyectos para su conservación; la expansión urbana; el cambio de uso de suelo de agrícola a industrial; entre otras.
Cada una de las características identificadas como problemáticas, tienen su razón de ser. Por ejemplo, en cuanto a la incidencia gubernamental, en Funza el tema ambiental (casi que como calca nacional) es una cenicienta de los programas públicos. En el año 2000 el Plan Básico de Ordenamiento Territorial (PBOT) dispuso de la creación del Parque Lagunas de Funzhé y del Parque Mitológico Los Jardines del Zipa. Así mismo disponía de elementos para coadyuvar en la “reconstrucción de elementos estructurantes del paisaje de sabana”, con el fin de desarrollar un “polo de atracción turístico” con un “Centro de investigación y difusión.” 15 años después, y mientras los proyectos urbanísticos crecen en el territorio, ninguna de las acciones enumeradas a principios del milenio ha sido una realidad, y lo más cercano a ello apenas sucedió el año pasado, con la declaratoria de Distrito de Manejo, según decreto de la CAR (Corporación Autónoma Regional), que asegura brindaría una ronda de protección de hasta 150 metros “a lado y lado del espejo de agua.” Mientras el PBOT disponía de la consolidación de Funza como una “agropolis”, con sus respectivos procesos de investigación, producción, promoción y mercadeo, lo que a la postre sucedió realmente fue el retroceso, y casi extinción total de la producción agrícola y agroindustrial eficiente. Al unísono, mientras se proponía el Parque Funzhé, lo que sucedió fue el deterioro del patrimonio ambiental e histórico representado con la degradación del humedal, al punto que en el año 2009 alcanzó a ser la auténtica cloaca a cielo abierto de la multinacional Aje Colombia, productora de la gaseosa Big Cola.
Pese a que el PBOT del 2000 no cumplió con algunos puntos estipulados en el tema ambiental, el Concejo municipal de Funza realizó dos modificaciones extraordinarias al Plan de Ordenamiento, sin que alguna de estas tuviera que ver con el tema de protección ambiental. Todo lo contrario. En 2013 y 2014, a través de un proceso de participación ciudadana presuntamente ilegal e ilegítimo, se aprobaron procesos de expansión urbana. Al mismo tiempo, dice la veeduría, en todo este tiempo y en la práctica, no se cumple con la disposición ambiental de las zonas de ronda definidas, incluso para proyectos de vivienda impulsados por la alcaldía municipal; y “los programas y proyectos estrategicos planteados para el saneamiento de la cuenca del río Bogotá no se han visto materializados.”
El humedal Gualí es el deposito final de las aguas domésticas e industriales de Funza. En el terreno de las domiciliarias, la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales (PTAR), recibida por la Alcaldía municipal a la CAR, evidenciaba hasta 49 fallas en su funcionamiento, según se presentó en el informe de la Veeduría a finales del año pasado. El porcentaje promedio de remoción era de hasta un 28.5%, lo que quería decir que tres cuartas partes del agua contaminada entraba casi que sin tratamiento directamente al humedal. Según lo aseguró el alcalde Jorge Machuca en marzo del 2014, el costo de la operación de la PTAR se asumiría vía tarifaria, y de manera progresiva, durante los siguientes cuatro años.
Por los procesos de vigilancia y control fiscal participativo, la veeduría ha participado en la realización de auditorías articuladas de la Contraloría General de la República sobre la gestión del río Bogotá, detectando en Funza las siguientes falencias: no hay articulación del POMCA (Plan de manejo y ordenamiento de la cuenca) del río Bogotá con el PBOT local; no se reflejan allí lineamientos de política ambiental; existe desconocimiento sobre cantidad y calidad de vertimientos industriales; falta planificación; no se han ejecutado todas las obras; no se cumplen metas de vertimientos, según PSMV (Plan de Saneamiento y Manejo de Vertimientos) del 2009; falta vigilancia sanitaria y epidemiológica animal y vegetal por parte del ICA; y hay ausencias gubernamentales que permitan garantizar a la ciudadanía un uso eficiente de su participación e incidencia en las políticas públicas, como lo demuestra el caso de las modificaciones al PBOT aprobadas mediante el uso irregular de la figura del “cabildo abierto.” (Leer: Concejo municipal de Funza pudo haber violado la Ley al citar a Cabildo Abierto para modificación del POT)
Funza es un ejemplo del aumento de peligros ambientales en relación con la densidad poblacional en incremento. La presión social de bienes y servicios, principalmente en infraestructura y saneamiento básico, que acompaña la lógica de urbanización masiva, desconoce la dimensión ambiental como eje estructurante de un mejor bienestar social. Sin una planificación coherente, el surgimiento y consolidación de sectores como la industria, bodegaje y los proyectos vivienda, serán los principales causantes de los impactos negativos sobre los ecosistemas de humedal de la sabana de Bogotá, y todo lo que ello implica como la disminución del hábitat para especies migratorias, la afectación de poblaciones de insectos, y la ausencia de una capacidad de respuesta para ser canalizadora y filtradora del agua. Hoy en día los académicos aseguran que los humedales son “áreas receptoras, filtradoras y transmisoras de contaminantes de riesgo para la salud humana y la productividad agropecuaria”, "ecosistemas perturbados por el ingreso constante de materia orgánica, sin oportunidad de auto purificación ni de recuperación.” (Ver presentación Power Point Veeduría Río Bogotá Funza)
Hoy, 12 de mayo, día del río Bogotá, que en Funza fue institucionalizado mediante el Acuerdo municipal 006 del 15 de julio de 2013, urge coadyuvar esfuerzos para que los ecosistemas de la ronda del río puedan ser protegidos, y evitar que se conviertan en la alcantarilla que es hoy la plétora contaminante que nace en el Páramo de Guacheneque en Villapinzón y desemboca, a la altura de Girardot, en el Magdalena.