Aunque es una prisión de nuevo tipo, es difícil imaginar un lugar más inhóspito. La única cosa que faltaba era una señal diciendo, "rendida la esperanza de todo el que entre aquí". Gerardo, tiene ahora 43, daba largos pasos en la sala de espera con una sonrisa radiante y confianza natural. Traje conmigo saludos solidarios de todo el movimiento de solidaridad con Cuba en Sudáfrica.