Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

EL DEBATE QUE NO SE DIO SOBRE EL CAMBIO DEL LOGO DEL CENTRO CULTURAL DE FUNZA

Por: Guillermo Andrés Castro Rozo, gestor cultural y secretario del Polo Democratico Alternativo de Funza.
Fecha de publicación: 25 de julio de 2016.


Sí, es muy bonito, pero no deja de ser una oda a la simplonería.

De manera sorpresiva y acelerada se dio el cambio del logo del Centro Cultural Bacatá (CCB) de Funza. Los debates virtuales estuvieron a la orden del día, pero ya todo se había cocinado en el Concejo municipal, que de manera unánime aprobó mediante un acuerdo municipal el reemplazo del símbolo de esa institución. El debate de fondo no se dio, y muchas ideas contrarias al cambio del logo se pasaron por alto, como la mayoría de iniciativas gubernamentales, que nunca tienen en cuenta a la ciudadanía, y si lo hacen es para justificar el exabrupto. Ocurrió así con este tema. Este entonces es el debate que no se dio:

El Centro Cultural Bacatá si bien es cierto es una entidad descentralizada, no por ello deja de ser pública. Funciona con recursos públicos y sus trabajadores son funcionarios públicos. La directora Ana María Boada confunde empresa personal con entidad pública. Si fuera su empresa puede cambiar el logo, los empleados, etc., cuantas veces quiera y como lo quiera. Pero no es su empresa. Es una entidad de todos los funzanos. De tal manera que son los funzanos quienes deben decidir sobre el curso de sus acciones. Digamos que consciente de ese tema, pero llevado por el imperioso afán de cambiar el logo, el CCB realizó unas encuestas a la ciudadanía, que se tienen entendido fueron cientas y llegaron a varios negocios, tiendas, y habitantes de a pie. Las preguntas fueron hechas con un claro propósito de persuasión que benefició al encuestador. Por ejemplo, una pregunta del talante: ¿Se siente usted identificado con el Logo actual del Centro Cultural Bacatá?” trae una connotación directa sobre el tipo de público al que va dirigida la encuesta. Es obvio que la ciudadanía rasa del municipio, inclusivo muchos gestores culturales, no se sientan identificados para nada con el logo, porque no se sienten identificados es con la institución. Muchos no saben qué es y dónde queda ubicado el CCB, ni los proyectos que se realizan allí, y mucho menos a su directora, por ejemplo. Es una pregunta que ciertamente sería ideal para justificar la siguiente de la encuesta: “¿Le gusta el logo actual del Centro Cultural Bacatá?” ¿Quién dirá que sí, si no conocen ni el CCB? Y la estocada a esta manipulación: “¿Le gustaría que el Centro Cultural Bacatá tenga un nuevo logo?” ¿Qué creen que diría un ciudadano con una tienda, el de a pie, que no conoce el CCB, que por ende no se siente identificado con un logo que desconoce? Lo más seguro es que dijera que lo cambiaran. Por más irónico que resulte todo esto, el CCB se justifico con encuestas masivas pero no discriminadas en el sector que representa la cultura del municipio, para cambiar un logo. A Antanas Mockus las encuestas hechas entre jóvenes que no terminaron votando, lo dieron en su momento como presidente de la República… Hoy sabemos que la realidad superó con creces a esas encuestas. Lo mismo pasa en este caso: los gestores culturales, las organizaciones culturales, no fueron consultadas sobre la materia. Sí urge una encuesta, por un lado con la ciudadanía cuya primera pregunta sea si conoce o no el CCB; por otro lado, con el sector cultural, en toda su amplitud, con los usuarios del centro cultural, que diera los debates que propiciaran ideas de cambio.

¿Y es urgente, y tan necesario cambiar el logo? No, para nada. Lo que es urgente, necesario, imprescidible, es la ejecución de presupuestos públicos participativos, es decir que la gente decida en qué se invertirá la plata que tiene el CCB; y convocatorias públicas de estímulos artísticos, para que no sea la “rosca”, la ganadora de los apoyos económicos conseguidos mediante la gestión, sino por concursos y calificaciones que permitan seleccionar las mejores propuestas con filtros de objetividad, pertinencia, originalidad, etc. Hoy en día la ciudadanía no sólo no se siente identificada con el logo del CCB, sino con la misma institución. Al procurar un proceso de cambio del paradigma cultural en nuestro municipio, donde sea amén de los funcionarios la rendición de cuentas y la expedición de convocatorias, la gente seguramente participará con más entusiasmo en debates, por ejemplo, tendientes a cambiar el logo... Que es una nimiedad, muchos dirán, pero que implica gastos: los gastos de cambios en papelería, de avisos, etc....

Pero hay otros gastos que el CCB hace, y que por la ausencia de rendición de cuentas, la gente ni sabe que se ejecutan. Tal es el caso del Contrato No. 016 de 2016, realizado entre el CCB y Molushca Studio S.A.S., para “desarrollar y ejecutar un plan de marketing y comunicaciones” de esa entidad. En el contrato estipulado para nueve meses, el contratista recibe la nada despreciable suma de $69'840.000. Precisamente las entrevistas que enumeramos anteriormente son parte del objeto del contrato; pero también otras, como generar un “manual de identidad de marca”, “registro audiovisual de eventos”, “edición de videos”, y “transmisiones de audio en vivo.” Con la celebración de estos contratos, yo me pregunto si el debate que no se dio no era el del cambio del logo per se, sino el de la plata que hay detrás de este parafernálico show.

Finalmente, el resultado. El CCB presentó ya el nuevo logo ante el Concejo Municipal, que como lo dije al principio estaba cocinada su aprobación desde esa corporación. ¿Tenía que pasar por un acuerdo municipal el cambio del logo? No necesariamente. El hecho es que con encuestas mal enfocadas, que no representan un diagnóstico real de lo que piensa el sector, dineros públicos destinados a una campaña de marketing que de eso tiene poco, y un afán inusitado de cambiar el logo, lo que se hizo al aprobar mediante un acuerdo municipal el cambio del símbolo del CCB fue legitimar y legalizar la idea. Así, con la ocurrencia de una nueva administración, por ejemplo, si osara cambiar de nuevo el logo, lo tendría que elevar a rango de acuerdo municipal. Pero el resultado concreto es la misma figura de la india, que aparece en Google cuando se teclea la palabra Funza, y que tiene su estatua en el parque principal. Muchos confunden la india, con un indio. Pero es de lo poco, por no decir lo único, que identifica a Funza como Funza. Esta figura está a la mitad, con unos colores de una misma paleta al parecer, y con las palabras Funza Centro Cultural Bacatá. Ese es el nuevo logo... Ahora, las nuevas encuestas preguntarán si usted se siente identificado con ese nuevo logo. ¿Ustedes qué creen que responda la gente? Que sí, claro. Que se sienten identificados, pero no será por el CCB, sino por la india, o indio. Es decir, el cambio del logo no procura la apropiación identitaria de una comunidad sobre el CCB, sino de legitimar su actuar… Nadie dirá que no se siente identificado cuando vea una figura ancestral. Por lo demás es la resolución más simplista a un debate en redes. El nuevo logo del CCB... Sí, es muy bonito, pero no deja de ser una oda a la simplonería. Es como hacer el logo del Instituto de las Artes en Bogotá y colocar a Monserrate como nuevo símbolo. Eso no generará nunca corresponsabilidad entre la institución y la ciudadanía, simplemente se genera una imagen en donde la gente exprese su conformidad.

Adenda 1: La salida del comandante de la Estación de Policía, el teniente Aristizabal, se dio justo cuando vimos que los abusos de autoridad en Funza se desbordaron completamente. Un video que recorre y asombra al país entero, en donde se ve a un piquete de policías hurtando una moto, es simplemente la gota que rebosa la copa. Algo inaudito por lo demás.

Adenda 2: Y ya podemos decir que el saliente secretario de gobierno Daniel Bernal, por lo menos duró un poquito más que su mesías político en el Congreso. Es decir, Bernal alcanzó a cumplir siete meses en su cargo, mientras que Jorge Rey duró escasos tres meses como representante a la Cámara. En defensa de Bernal, podemos decir que se fue sin renunciar, como sí lo hizo el actual gobernador. Por lo menos no quiso dejar tirado su trabajo como sí lo hizo el hoy gobernador.


 
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