CARTA ABIERTA A LOS ESTUDIANTES EN HUELGA DE HAMBRE DE LA UNIVERSIDAD DE CUNDINAMARCA
Por: Francisco Luís Lopera Moreno.*
Fecha de publicación: 14 de septiembre de 2012.
"¡Échala!, tu palabra contra quien sea de una vez, así sepas que rompa nubes, échala, tu palabra por dentro quema y te da sed... Es mejor perder el habla que temer hablar, ¡échala!, tu palabra contra quien sea pero dila ya...”
Alí Primera.
Reciban un caluroso abrazo. Creo en el poder del abrazo humano porque es la manifestación más humana de respeto que conozco. Además, porque soy un lector de Eduardo Galeano y este humanista me cambió la existencia y me brindó ese camino con corazón; ese camino con corazón que ustedes dignifican con este acto cargado de amor que hoy los representa y los define.
Acabo de escuchar con agrado el pequeño reportaje de Kaos y me llena de admiración y de un respeto inconmensurable, esa loable acción de revolución honesta de ustedes estudiantes, de ustedes revolucionarios, de ustedes ejemplo de resistencia. Han consolidado el desafío de las utopías y demostrado, que sí existen voluntades inquebrantables.
Me hacen acordar jóvenes compañeros, una frase que aprendí de uno de esos maestros de la coherencia, este maestro citaba a los grandes de la manera más humilde: “dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera” (Albert Einstein). Me han conmovido y reinsertado en la esperanza.
Hoy cabe preguntarse: ¿Cuál es el papel que cumple la educación? Creemos inexorablemente en el papel liberador de la educación, es decir, la educación es un territorio de libertad, un territorio de mujeres y hombres libres. Pero, si no es posible posibilitar esa libertad, la educación debe intentar a toda costa abrir la conciencia en aras de solidaridades efectivas y humanizadoras. Hoy compañeros y compañeras materializan el papel liberador del alfabetismo político.
Gracias compañeros rebeldes de corazón y me despido con una cita como parte de mi castración académica: "Disculpen las molestias, esto es una revolución" (Subcomandante Marcos).
Les regalo en esta despedida un pequeño cuento, de esos humildes que parten de la especulación con el papel y el lenguaje.
¿QUIENES SOMOS?
Le sumergían la cara en el estanque una y otra vez; los choques eléctricos en la parte interna de los muslos era otro método para infringir dolor y las manos ya mostraban cómo las ataduras cumplen ese papel de anular la dignidad.
Las preguntas despegaban una tras otra. ¿Quiénes son? Díganme…. Gritaba el disfrazado de verdugo.
Luís Fernando, sin siquiera temblarle la voz, respondió: “somos camaradas: esos hombres, mujeres, niños, ancianos, somos eso, camaradas, pobres camaradas.”
¿Camarada? Interrogó el empleado verdugo.
Sí, señor explotador de la tortura, la camaradería se encuentra en aquellos que entonan una consigna contigo; en los que levantan un puño en flor con la masa y desde la base y en los que actúan guiados por el instinto del amor cuando la razón lo amerita. Estas personas son mis camaradas, no sólo de la lucha, sino de la vida misma.
* Docente obrero de la educación en Guarne, Antioquia..