BOGOTÁ, D.C.: FORTALECIMIENTO DE LAS ORGANIZACIONES COMUNITARIAS:
AUTONOMÍA Y SOBERANÍA Vs. COOPTACIÓN INSTITUCIONAL
Por: Proceso Aula Abierta // organizaciones y sujetos sociales y comunitarios.
Fecha de publicación: 4 de febrero de 2012
Finalizando dos gobiernos consecutivos de izquierda en Bogotá, vale la pena hacer una pequeña y somera reflexión de lo que ha significado el tema de la participación social y política para los sectores más desfavorecidos y excluídos de nuestra ciudad.
SUS ORIGENES
Mucha expectativa despertó, en particular este tema, la llegada de estas dos últimas administraciones que dirigirían los destinos de la ciudad capital y el segundo cargo más importante a nivel nacional, teniendo en consideración que ellas devienen de los acumulados históricos sociales, políticos y revolucionarios que han recreado la dinámica nacional por más de cincuenta años. Por ello, es de recordar que cada administración de estas se debe al aporte histórico de innumerables organizaciones sociales, comunitarias, actores sociales y políticos, académicos, de la insurgencia, entre otros, que día a día rechazaban de diferentes y diversas maneras el Estado y sus estructuras de poder antidemocrático. Le apostaron, en consecuencia, a construir un mejor amanecer para las nuevas generaciones, con justicia social y democracia.
Los costos de estos compromisos se mantienen en la memoria de l@s sobrevivientes y se registra en los inagotables listados de desapariciones forzadas, presos, torturados, desplazados, exiliados, asesinados, y de toda clase de vejámenes ejercidos por el sistema imperante y sus fuerzas de seguridad contra estos miles y miles de mártires de nuestra patria. Sobre esta realidad es que se conquista en los inicios de la década de los noventa escenarios de participación política de muchos sectores que en otrora no se les permitía tal oportunidad.
A partir de esta coyuntura, se vislumbraba para muchos crédulos y soñadores una nueva etapa hacia la democracia real y directa como base fundamental para la paz duradera que tanto clama la sociedad, Etapa esta que en principio demandaría una forma ética de hacer la política, un estilo de administrar los intereses de la población de manera coordinada y armónica con sus necesidades y angustias, hasta el momento irresueltas y en mora para hacerlo.
Nadie, o muy pocos, se pensaba hacer la revolución desde la administración distrital, pero sí se depositaron confianzas en que estos nuevos inquilinos del Edificio Líevano ayudarían a mejorar su calidad de vida, y que al menos las organizaciones sociales y comunitarias tendrían la oportunidad de ser más participes en la confección y ejecución de las políticas sociales en sus localidades y su ciudad, esto es, más protagonistas en la construcción de su propio destino.
En no pocas ocasiones se escribió y se expresó en diversos escenarios sobre la necesidad de que el gobierno de Luís Eduardo Garzón emprendiera un proceso de escuela de formación política y de liderazgos colectivos en las localidades que acompañara así esta dinámica en la organización social con miras a la construcción de poderes populares desde lo local, que revitalizara la autonomía y la soberanía de estos en sus respectivos sectores. Culmino su gobierno, como un “gobierno sin diferencia" a los demás: desencanto y frustración no se hicieron esperar. En armonía con lo anterior, asume un segundo gobierno distrital de “izquierda”, para dar continuidad a sus “políticas públicas”, en particular, desde la SDIS, y de la que no toma mucha distancia.
Bien, llama la atención, que a la finalización de los dos gobiernos llamados “alternativos”, queda un sinsabor del deseo no resuelto, al apreciar que poco y muy poco se avanzó en procesos de formación y organización social y política, y que por el contrario, en su afán de justificar presupuesto a través de la SDIS, redujo aún más el nivel cualitativo que políticamente traían muchas de estas organizaciones sociales y comunitarias previa a la llegada de estas nuevas administraciones.
Igualmente no podemos desviar la atención de que gracias a varios sectores e individualidades provenientes de estas juergas izquierdistas (ó seudo – izquierdistas) se avanza en esta tergiversación de lo social y lo político: muchos, muchísimos de ellos vieron la gran oportunidad de resolver sus urgencias estomacales a través de “conquistar” el sueño personal de ser funcionario público, y otros a “montar” ONGs o darles “vida” a las ya existentes para “participar” en la danza de los convenios y contratos que lograrían, con lobbies y pagos de favorcitos, les fueran aprobados, (existen muchas ONGs que operan hoy varios comedores comunitarios a la vez: ¿tan malo será el negocito económico? o ¿tan grande el corazón y el compromiso “desinteresado” de los dueños de dichas ONGs operadoras?).
Para poder consolidar está lógica, el discurso social y político revolucionario que en otros tiempos recreaba nuestra razón de ser apostando incluso la vida misma, con su actuar consecuente, quedó al margen de estas dinámicas por considerársele “dinosáurico”, “radical”, pues es el momento de la “moderación en el discurso y el actuar social, político, electoral que garantice nuestra permanencia en la administración Distrital”.
UNA MIRADA DESDE LOS BARRIOS
Quienes recorremos los barrios y localidades de nuestra ciudad vemos con preocupación que las diferentes organizaciones comunitarias viven en permanente choque y en rupturas internas en muchas de ellas, incluso en confrontaciones a nivel personal entre los actores sociales, como consecuencia del manejo y competencia entre ellas para ser “favorecidas” por las migajas económicas que la SDIS les “ofrece” a través de los llamados “proyectos de apoyo y fortalecimiento a las organizaciones y redes”. Al unísono, el nivel de politización de estas ha presentado un gran decaímiento, confundiendo formación política con información de legislación administrativa y elaboración de proyectos, y participación política con relaciones en la administración para la aprobación de sus proyecticos y asistencias a cuantos talleres y reuniones convoquen los dueños del balón (léase administración pública). Sumado a esto, la desmesurada e incontrolada búsqueda de participación electoral (ediles, concejales) quiebra aún más el débil tejido social.
Obviamente dispersión es el fruto de estas dinámicas. No menos impacto diseminador generan aquellas ONG's “operadoras” de algún convenio, que en su afán de dar cumplimiento cabal a los “términos de referencia del convenio”, ejecución de los presupuestos que se les ha otorgado, van arrasando con la autonomía y soberanía que las organizaciones sociales deben tener para su organización y actuar en sus territorios. Poco a poco los vicios de quienes gobiernan y sus respectivos funcionarios van adquiriendo status de diplomados en los sectores populares. Y la formación política y la organización social como proceso en esta dinámica siguen siendo las grandes ausentes, pues a pocos les trasnocha. Votantes, sólo votantes, para pagar los “favores recibidos” se necesitan en el campo político, y garantizar continuidad en los mismos.
UN BALANCE OFICIAL:¿TIMIDO Ó AMAÑADO?
Desde muchos escenarios evaluativos de políticas publicas que adelanta la SDIS y sus funcionarios, se realzan los egos mutuos que despierta “el deber cumplido”, y los aplausos de los invitad@s resuenan en los recintos. Pero ¿qué hay detrás de tanto evaluación o sobre-evaluación?: Se vende a los asistentes que dichas gestiones han ayudado por un lado al crecimiento de las organizaciones comunitarias, cuando en verdad aumenta o crece es el número de personerías jurídicas que sólo buscan incrustarse en el mercado de la contratación; así mismo se oculta que muchas de esas “nuevas” personerías jurídicas son unipersonales y resultado del fraccionamiento de otra organización existente.
Que ha habido empoderamiento de las organizaciones comunitarias en sus territorios, cuando lo que se presenta son organizaciones personalizadas, y en muchos de los casos, hacen las veces de caja de resonancia a la administración y sus funcionarios. Que se ha avanzado en el nivel formativo y participativo de las organizaciones, cuando en realidad se adiestran muchas de estas para asistir a cuanto evento “invite” la administración, con “buses a todos los barrios” so pena de no poder ser favorecidos en los nuevos proyectos de “apoyo a redes”. La participación se reduce a ser juiciosos y obedientes en las directrices que trace el “operador del convenio de turno”, pues si hay voz discordante, es de minorías retrogradas que en medio de sus soledades hay que marginarlas.
Estos son algunos de los tantos puntos que nos permite afirmar que a la hora de apostarle a construir escenarios de participación social y política con poder de decisión en los sectores sociales y barriales comunitarios, la política pública sólo ha servido como maquillaje para hacer menos notorias las consecuencias inhumanas del capitalismo y su expresión más reciente: el neoliberalismo.
El DEBER SER
Por ello, convocamos a esta nueva (¿?) administración a que retome el debate de lo político, la política pública, la participación, la decisión, la organización, el poder, la institucionalidad al servicio de las autonomías y soberanías populares ¿ó éstas subordinadas a la institucionalidad? ¿Procesos versus proyectos, ó proyectos = procesos, liderazgos colectivos, ó caudillos egocéntricos y utilitaristas? ¿Organizaciones sociales o aparatos legales? ¿Organizaciones operadoras o manipuladoras? ¿Formación o adiestramiento, público ó privatización de lo público?, Etc., etc. Todo esto al calor de la apuesta en un verdadero proceso de formación política en los sectores sociales y barriales de nuestra ciudad, de tal suerte que ello acompañe la dinámica misma de sus gestas cotidianas, en y hacia el fortalecimiento social y político de nuestras organizaciones sociales y comunitarias. Sólo así es posible generar y posibilitar escenarios de poder popular, donde la autonomía y la soberanía sean el oxigeno del mismo.