El debate iniciado por Gina Parody en torno a la aparición de videos que según ella evidencian un plan de infiltración y adiestramiento militar en las Universidades por parte de la guerrilla, no es más que una estrategia para adecuar un panorama político y legal que castigue a diferentes formas de oposición. Los análisis presentados por la congresista no van mas allá de ver la forma cómo hablan, cómo se paran, cómo forman; pero la presencia de grupos de encapuchados en la universidad es una realidad que merece ser analizada superando esa visión reduccionista de aludir al tipo de arengas que se gritan o ¿por qué se revindica la memoria de los comandantes guerrilleros Raul Reyes e Iván Ríos?
La información parcializada arrojada por medios como Caracol, RCN y el Tiempo es otra cuota de ese simplismo que desconoce o quiere desconocer las condiciones y los procesos históricos que ha vivido la universidad, en su lugar se arrojan una serie de informaciones ajustadas a una agenda estatal que maneja a su acomodo la coyuntura, brindándole o restándole actualidad a un determinado tema. La presencia de encapuchados en la universidad volverá a ser noticia cuando algún sector cercano al gobierno actual quiera impulsar otra reforma referente a medidas de vigilancia en las universidades, o cuando quiera acallar un crimen perpetrado contra miembros de esta, como ya se ha visto en ocasiones anteriores, el asesinato de algún estudiante lleva tras de sí una noticia referente al tipo de armas que utilizan los encapuchados en los enfrentamientos con la policía.
Pero no es tan simple como decir que ocultar el rostro es una contradicción con la libertad de expresión que se pregona. Consignar la libertad de expresión en
Mientras sigamos pensando que el problema es de legalidad y que las injusticias sociales, económicas y políticas se resuelven emitiendo un proyecto de ley que prohiba cubrir la identidad, los problemas reales tenderán a agudizarse, pues son problemas que están ocultos por la máscara del oficialismo y que los medios oficiales se niegan a transmitir y además criminalizan a los medios alternativos que cubren esos múltiples espacios.
EL MACARENAZOO