La muerte de 17 indígenas de la comunidad indígena awá ha establecido relaciones más solidas del movimiento indígena colombiano. Como acto se solidaridad y acompañamiento se realiza en territorio Awá la minga humanitaria que busque esclarecer lo que ocurrió, y de manera extraordinaria las autoridades indígenas se han reunido estos días allí para discutir las políticas del movimiento nacional indígena. EL MACARENAZOO se suma al hecho histórico de viajar a la selva en busca de la verdad.
La comunidad indígena awá, asentada en el suroccidente de Colombia, principalmente en el departamento de Nariño, ha sido víctima de la constante presencia de los disímiles actores armados del país (bandas narcotraficantes como Los Rastrojos, las FARC, los paramilitares y las fuerzas armadas del Estado). Así como la mayoría de comunidades autóctonas que emplean su territorio como forma de resistir el empalazamiento etnocultural, este resguardo se encuentra ubicado en una posición geoestratégica para consolidar el dominio imperial, y, por ende, la disputa regional refleja la cruenta guerra que sufre el pueblo colombiano, a costa de su desarrollo endógeno.
Los awás sufrieron a principios de este año uno de los hechos que más repudio causó en la comunidad internacional, y que fue seguido de manera mediática e intencionalmente sesgado por los medios masivos de propaganda. El 4 de febrero, varios hombres retuvieron a 17 personas (hombres y mujeres); según los testigos, portaban distintivos de las FARC. La masacre de estos indígenas retenidos fue ejecutada en la quebrada El Hojal de la comunidad El Bravo, ubicada en el municipio de Barbacoas, al sur de Nariño. Las FARC se atribuyeron la muerte de ocho personas, bajo la premisa de que los ajusticiados actuaban como informantes del Ejército. Cualquier excusa resulta vana en el momento de justificar asesinatos y masacres; y aunque la difusión del hecho fue oportuna, este, aunado con el discurso oficialista careció de toda contextualización posible, haciendo ver el acto de guerra como un hecho meramente terrorista que merecía ser combatido con las mismas armas asesinas: Más presencia de la fuerza pública.
Los medios obviaron que tres días antes de la masacre, el 1° de febrero, el Ejército, de manera oficiosa, hizo presencia en el resguardo del territorio awá de Tortugaña Telembí (Barbacoas); situación esta que perjudica la autonomía y autodeterminación de las comunidades indígenas oficialmente constituidas, y que coloca en el blanco de guerra toda la población allí situada. Aparte, se irrespeta
Una de las decisiones adoptadas en esta Asamblea extraordinaria de autoridades indígenas de
Mañana lunes 23 de marzo partiremos en Minga Humanitaria, a través del territorio awá, a través de la selva, rumbo al lugar donde se creen están los cadáveres de los indígenas asesinados; es importante, asimismo, advertir que las acciones tomadas por el gobierno tendientes a remilitarizar la zona con la excusa de investigar la masacre, han producido más desplazamientos (400 en territorio awá, 100 de ellos ubicados a nuestro lado, en el Gran Sábalo, territorio de diálogo y paz). La responsabilidad del Estado es tan evidente como la de la guerrilla. El Ejército no ha encontrado aún ningún cuerpo, pero los cerca de 700 acompañantes que partiremos al terreno, buscamos no sólo una verdad sino un rumbo de solidaridad y acompañamiento con las luchas de resistencia de todos los pueblos, en especial con la comunidad awá, rodeada de campos minados, así como de fusiles y bombas de todo origen. Así, seguimos caminando la palabra, ahora hacia nuestra selva, nuestras raíces; hacia nuestros muertos y por nuestros vivos… Por el futuro.
“La solidaridad es la ternura de los pueblos”: Che Guevara.