Y Walter Garzón, ese hombre de sonrisa franca, de andar ligero, de palabra fuerte, de corazón solidario movido por el amor a su hija y por su profunda solidaridad no se preocupó sólo de de su Carolina, él pudo unir y organizar a varias familias que atraviesan el mismo dolor, y mientras buscaba a su hija iba recogiendo afiches y datos de contacto de los muchos desaparecidos de este país y fue llamando a sus familiares y les contó de su dolor, les dio fortaleza y los invitó a unirse, a caminar juntos, a luchar juntos. Así surgió la Asociación de Familiares y Amigos de Personas Desaparecidas en Ecuador (Asfadec). Así en Ecuador se empezó a oír la voz de estas familias y se visibilizó este grave drama.
Los lunes durante el cambio de guardia presidencial, Walter Garzón, acompañado por otros familiares y por Jaime Guevara, valientes, dignos, solidarios organizaron plantones en la Plaza Grande; visitaron medios, pegaron afiches, hicieron marchas; y así con carteles, escritos y afiches, con la voz recia a través del megáfono, denunciaban que no estaban todos/as, que los/as desaparecidos/as nos faltan a todos/as y que la obligación Estatal es realizar investigaciones prontas, diligentes, eficaces y que garanticen verdad y justicia. Hicieron lo propio en Colombia frente al Ministerio de Relaciones Exteriores en Bogotá.
Sus voces se hicieron más fuertes, ya no era uno o dos, eran decenas de personas exigiendo justicia en todas las carteras del Estado. Sus voces fuertes obligaron a que el presidente Rafael Correa los recibiera en Carondelet por primera vez el 11 de diciembre de 2013, tras 225 días de solicitar audiencia con el mandatario.
Esa reunión devolvió la esperanza a los familiares. Sin embargo la esperanza murió pronto; la falta de celeridad y la ineficacia en la investigación, la indolencia de los funcionarios fiscales y policiales responsables de los casos, la falta de personal especializado, la ausencia de políticas publicas concretas y eficientes mostraba que la desaparición de personas seguía siendo un tema de segundo nivel en la agenda pública y política del país.
Y Walter, el hombre de sonrisa franca, de andar ligero, de palabra fuerte, de corazón solidario se fue enfermando. La tristeza le fue apagando la sonrisa, le fue haciendo lentos los pasos y aparecieron varias dolencias; y tuvo que volver a Bogotá a buscar atención medica; en Ecuador le dijeron que no podían atenderlo. Alix Ardila, madre de Carolina, arribó a Quito, para continuar la búsqueda.
Hoy Walter partió sin saber dónde esta Carolina Garzón; así como lo hizo doña Luz, abuela de Carolina y madre de Walter, que también tuvo que partir sola, sin su hijo, sin su nieta, sin verdad… Hoy Alix Ardila vuelve a Bogotá a enterrar al padre de su hija, se va con los ojos llenos de lagrimas y con el corazón agarrotado por el miedo; hoy los familiares y amigos de los/as desaparecidos lloramos a Walter y por sus pieles también pasa la incertidumbre de irse apagando, como Walter, sin saber dónde esté, quién se los llevó, cuándo volverán a casa.
La desaparición de Carolina Garzón, la desaparición de los más de 1700 hombres y mujeres que aún no vuelven a casa en Ecuador, suponen experiencias traumáticas que marcan un antes y un después en la vida de sus familias, de sus amigos, de sus afectos. Implican “un cuestionamiento profundo del sentido de la vida y se vuelven, en muchas ocasiones, inenarrables. Las victimas no encuentran palabras para expresarlas.”
El estigma, las perdidas económicas o la desagregación social, son algunas de las consecuencias que deben enfrentar las victimas.
El Estado ecuatoriano deberá responder por la falta de diligencia en la búsqueda e investigación de Carolina Garzón, por la ausencia de un enfoque psicosocial y reparador, por esta impunidad que minó la vida de Walter Garzón, compañero, amigo, defensor de derechos humanos. Igual el Estado colombiano y su cómplice silencio.
En memoria de Walter Garzón, por el profundo respeto a su lucha digna y solidaria, por amor a Carolina, por amor a nuestros desaparecidas/os, seguiremos luchando, visibilizando, escribiendo y validando lo que el poder quiere negar, irrumpir e invisibilizar.