Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

LECCION DE ELECCIONES O ELECCION DE LECCIONES

Por: Camilo Álvarez.
Fecha de publicación: 11 de marzo de 2014.

Caricatura de Garzón.Superados los análisis que se asemejan más a cabalas o cabañuelas predictivas, los resultados electorales permiten dar cuenta del comportamiento de la limitada democracia en la que vivimos y a su vez dar con claridad orientaciones para las luchas por venir. Cierto es, cómo verdades que se repiten hasta el cansancio con pretendida lucidez; que la democracia “más antigua de América” es la expresión más cerrada y opulenta de toda América del Sur y que aun no ha logrado ser fracturada en sus propias reglas, básicamente porque permanentemente las cambia. Cierto es que en ese maridaje de clase política tradicional e institucionalidad buena parte de la población no se siente ni recogida, ni interpelada y que alrededor de ello la abstención siempre es la gran ganadora; aun más cierto es que cada vez el uso renovado y reciclado de diferentes formas de coerción,corrupción, chantaje y manipulación permiten el sostenimiento de quienes han detentado el poder en Colombia.

Y sin embargo la izquierda y el pensamiento crítico frente a este panorama ya diagnosticado -desde al menos el frente nacional-, no ha podido desarrollar la táctica adecuada para superar tal problemática; se reduce en perspectiva -igualmente clásica- a una serie de argumentos (abstencionismo, voto en blanco, combinación de las formas de lucha, democracia burguesa vs. democracia radical...) que al contrario de perfilar o mellar el sistema, lo evaden; volviéndose similar a un ataque que se hace para que el enemigo se fortalezca.

Debatido en el contexto, se sabía que este periodo tenia una condición parte-aguas en la vida política del país; de esta legislatura depende buena parte del proceso de paz con las insurgencias; de este periodo dependen las reformas de profundización del modelo neoliberal para poner a tono con el capitalismo global las regulaciones del trabajo y los territorios. Sabíamos que las diferencias no antagónicas entre la clase latifundista-mafiosa y la clase oligarca-empresarial eran una oportunidad para irrumpir como posibilidad de gobierno y vocería a los sectores populares, democráticos y progresistas; y sabíamos que a su vez en la crisis del ciclo de acumulación del capital existe una gran oportunidad para radicalizar la movilización social alentando las luchas y la acumulación de espacios y circuitos que logren construir y consolidar bases hacia el avance de un frente amplio por la paz y la democracia en aras de gobierno hacia el 2018.

Y aquí nos encontramos, con las miradas incrédulas y la rabia de ver a un Uribe reciclado en una correlación de fuerzas mayoritarias de derecha y ultraderecha que comparten el modelo pero que se disputan el aparato. Y nosotros/asad-portas de volver a dinamizar las luchas en las calles mientras las políticas y estado siguen bajo la conducción del mismo poder; Esta disposición de ir a las calles de nuevo, de lucha llena de convicción y compromiso, pareciera nos traslada a un lugar más certero, tal vez más seguro, tal vez a nuestra “zona de confort”, a veces sin recordar que nos convocamos de nuevo a las calles, prácticamente porque no se han cumplido los acuerdos de movilizaciones anteriores con los mismos señores que nos ganaron las elecciones.

Y sin embargo se mueve.
Lejos de pensar que todo está perdido, la tarea principal es ubicar los escenarios hacia dónde concentrar las fuerzas y cómo re-encausar las formas de hacer; como bien lo dijo Alberto “el regreso de la ultraderecha es una declaración de guerra al proceso de paz, pero sobre todo es una declaración de guerra a los procesos de cambio.” Y sólo hay una manera de actuar ante una declaración de guerra, y en ella convertir las debilidades en fortalezas es el mejor camino.

Reconocemos que una de nuestras principales debilidades es la fragmentación, en consecuencia hemos decididamente de superar las diferentes formas de tal fragmentación para superar este momento cualitativamente. Vamos a dinamizar objetivos a medio plazo donde rompamos la fragmentación en el tiempo; las elecciones de ayer son parte de las movilizaciones de hoy y así están atadas por los mandatos populares, por las reivindicaciones sectoriales y regionales en los escenarios futuros; el mandato popular y ciudadano se expresa y se construye en los territorios, en el Estado, en el mercado, en la población; no son tiempos distintos los electorales a los de movilización, los dos tienen periodos de preparación, son de alto costo y tienen por igual demasiados riesgos. Romper la noción temporal de los dos cómo coyunturas, no es simplemente darle una categoría atemporal; no basta decir campaña o movilización  permanente, la construcción de la agenda de la cumbre agraria de este marzo y la planeación de mandatos regionales y nacionales deben ir acompasados por los dos momentos como parte de un solo tiempo, de una sola historia concatenada por los mismos objetivos.

Hay que pensar en romper también en la fragmentación de otros tiempos, de dejar de pensar que la solución de los debates se realicen o avancen bajo las lógicas del pasado, pero a su vez de no permitir que la lógica arraigada de acumulación perpetué los debates y diferencias en el futuro. Significa que en los escenarios de convergencia debe primar el presente y forzar la unidad hacia el presente -que trasciende la mal llamada unidad de acción-. En resumidas cuentas significa que mientras mayor claridad y transparencia exista en la unidad del presente, más confianza y acumulación en los pasos siguientes. Hacer acuerdos donde prime el calculo grupal hacia el futuro redunda en volver a repetir escenarios en las estaciones próximas.

A su vez hay que avanzar en acabar fragmentación de los espacios. Los escenarios de unidad en nuestro país tienden a funcionar bajo la lógica de un “paraguas” y sin embargo la lluvia no para; algún día sin desconocer los avances y la historia, habrá que pasar cuenta de cobro a quienes no permitieron llegar a este momento con la suficiente fortaleza y madurez, en la responsabilidad que le compete a cada cual, a quienes se escondieron en el sectarismo disfrazado de democracia; a quienes se disfrazaron de democracia para reproducirse a sí mismos, a quienes siendo poder se estancaron en la burocracia, a quienes sin tener poder se excusaron en la autonomía, a quienes cambiaron su personalidad por una personería, a quienes sólo quieren ser oposición y a quienes esperan el fin de los siglos para ser verdadera opción.

Fragmentación de los espacios también es por fin superar la relación mecánica entre partidos y movimientos, los movimientos y sobre todo las lógicas de movilización deben aprender mucho de los espacios de los partidos, pero están llamados los partidos a aprender y ceder mucho más delos movimientos, sobre todo para dejar de estar partidos. El papel dinámico que juegue la cumbre y el frente amplio es fundamental para superar el diagnostico, el papel estratégico que se logre incidir en ellos deviene en la profundidad del avance que se logre en la nueva etapa. De nuevo el grito de dialogar en clave de causas, mandatos, objetivos es el lenguaje del accionar, está demostrado que se gana mucho más sumando causas y trabajos, que calculando alianzas y componiendo mesas (sin que estas últimas no dejen de ser necesarias).

Consabida consecuencia de las pasadas elecciones: el panorama es todo menos estático. Logramos buenas vocerías del frente amplio en el senado y cámara, e importantes acumulados en diversas campañas; nos volveremos a encontrar en las calles con viejas y nuevas complicidades. Diremos con toda la fortaleza, porque el asunto es de fuerza: ¡Hay que forzar la derecha a la paz! ¡Hay que forzar la izquierda a la Unidad!

 


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