Por: Martha Cecilia Delgado
Jickson Rodríguez Heredia
La historia nos convoca nuevamente a dirigir la mirada al antiguo Cartucho, hoy conocido como Parque Tercer Milenio. Para realizar este proyecto incluido en el plan centro, se desplazó a centenares de mal llamados desechables, de los cuales algunos fueron víctimas de la limpieza social; la amnesia colectiva hoy nos pasa cuenta de cobro con la repetición de hechos históricos frente a las denominadas “soluciones” por parte del estado a las problemáticas sociales colombianas: El día 16 de marzo de 2009 algunas familias provenientes de diferentes regiones del país en condición de desplazamiento, producto de la guerra convertida en el diario vivir del imaginario colectivo, llevando así al asentamiento de cambuches improvisados hasta tanto haya una solución radical y digna frente a las condiciones de vida de la población desplazada. Irónicamente el parque Tercer Milenio nos recuerda a muchos colombianos que quedaron sepultados por el embellecimiento de la ciudad, al igual que las familias de los nuevos habitantes de este parque quienes dejaron enterrados a sus familiares en sus propias tierras.
A partir del 16 de marzo, este parque ha sido testigo de las condiciones infrahumanas que han tenido que vivir miles de familias desplazadas, desde la imposibilidad de cubrir necesidades básicas, como alimentación, techo y salud, hasta la estigmatización por parte de algunos ciudadanos y el maltrato que ha ejercido la fuerza pública.
Esta situación ha llegado a tal punto que el día 9 de julio frente a las oficinas de acción social, en protesta pacífica por parte de los desplazados, la policía agrede a los marchantes dejando a algunos de ellos lesionados, minutos más tarde de regreso a sus cambuches, en la Caracas entre calles sexta y séptima uno de los integrantes del ESMAD arrojó una granada de aturdimiento, dejando como resultado varios heridos; no conforme con esto golpearon a otros compañeros desplazados, sin que estos pudieran defenderse.
La historia continúa, al parecer las políticas de Acción Social, Secretaría de gobierno y en general del Estado colombiano dan más importancia a la conservación del espacio público que a buscar soluciones para la población desplazada, es así que el día 14 de julio se lleva a cabo un aislamiento mediante vallas, ordenado por la Secretaría de gobierno, según el director de la oficina de desplazamiento de esta institución, Nelson Linares a causa del virus AH1N1, que estaba invadiendo a este sector de la población. Esta afirmación pierde sentido al no encontrarse ningún afectado por este virus, más aún cuando su preocupación se queda en palabras y las medidas tomadas son un chiste ¿cuatroscientos tapabocas para más de 2000 familias? ¿Cada cuánto deben turnárselos? y para colmo de males han llevado jabones de marca invisible como dice jocosamente Janer, uno de los líderes desplazados.
Hasta el momento cero soluciones y muchos pretextos para el desalojo. Ni que esperar de la aparición mágica que hace Bienestar Familiar el 15 de julio, quienes después de varios meses recordaron la alta vulnerabilidad de los niños y niñas de la población desplazada, para lo cual decidieron censar a la población infantil y dejar algunos pañales desechables y bienestarina; pero eso sí, permanecieron mudos ante la información solicitada por los medios alternativos, quienes buscan confrontar la intensión real de esta institución que advierte frecuentemente en los medios masivos con brindar protección y dar cumplimiento a las leyes de infancia, separando a los infantes del seno de sus familias. ¡Otro problemita para los desplazados! Esta amenaza ya ha tenido consecuencias, por protección citamos a una tal “Alicia” a quien le quitaron la custodia de su hija de seis años durante su estancia en el cambuche , esto sumado a los menores que se llevaron el 24 de julio, para practicarles exámenes que determinen si son portadores del virus. Frente a este hecho, la ACNUR hizo presencia en el parque Tercer Milenio y se comprometió a que los infantes regresen con sus familias, cabe preguntar ¿Por qué no se pone a funcionar la tecnología en la ciudad capital y se hacen las brigadas de salud y los respectivos exámenes en el mismo sitio de concentración? De hecho tenemos conocimiento del caso de un campesino al que por protección llamaremos “Juanito” que preguntaba si era posible tener un psicólogo o un psiquiatra para recuperarse mentalmente por el asesinato de su familia y las torturas antes de ser desalojado de su tierra (En una próxima edición publicaremos estas historias de vida).
Podríamos enumerar muchas situaciones, llegando a las mismas conclusiones: la guerra y el desplazamiento son políticas de estado que se imponen para proteger y reordenar el modelo económico capitalista, que en su escencia es criminal, podríamos escribir un libro, que sería el espejo de la ineficacia de las políticas que la seguridad democrática también ofrece a la población desplazada, políticas, que ni siquiera se cumplen a cabalidad, a causa de la negligencia, inoperancia y corrupción de algunos funcionarios como es el caso del Sr. Luis Alfonso Hoyos. Este caso lo ilustra el testimonio de quien por protección le asignaremos el nombre de “don Lucho”: ¿Acción Social en cabeza de Luis Alfonso Hoyos, tiene mayor injerencia que la Procuraduría General de la Nación? Este funcionario Hoyos hoy es premiado por el presidente de la República enviándolo como embajador a los Estados Unidos, exigimos que este individuo sea investigado, que declare y demuestre jurídicamente qué hizo con los dineros asignados para la población desplazada, porque nos han incumplido todos los acuerdos incluso el de las 48 horas, para empezar a pagar las ayudas del llamado tres por tres (tres meses de mercado y arriendo).