NO MÁS VIOLENCIA
Alfonso Monsalve Solórzano
Periódico El Mundo.
Domingo 8 de marzo.
El viernes, en las horas de la tarde, luego de un foro entre los candidatos a la rectoría de la Universidad de Antioquia, citado por los profesores de la Facultad de Ingeniería, un grupo de estudiantes activistas del movimiento estudiantil me abordó para mostrarme copia del correo electrónico en el que un denominado “bloque antioqueño de las autodefensas”, que estaría infiltrado en la Universidad de Antioquia, amenaza de muerte a 30 estudiantes, tildándolos de guerrilleros, en caso de que permanezcan en la universidad.
En primer lugar, me solidarizo con los afectados, condeno enérgicamente dicha amenaza y solicito a las autoridades competentes que la investiguen y castiguen con todo el peso de la ley a quienes la profirieron. Igualmente, pido que tomen las medidas necesarias para proteger a los afectados. En segundo lugar, una reflexión. La violencia ilegítima ha sido endémica en la vida de nuestras instituciones de educación superior. El lugar por excelencia de la inteligencia, la libertad de expresión e investigación, de la crítica y del pluralismo, ha sido capturado por minorías violentas de extrema derecha o extrema izquierda, o de delincuentes comunes que quieren pescar en río revuelto, que pretenden imponer a la fuerza sus credos políticos o simplemente garantizar su imperio del crimen.
Cualquiera que disienta de los discursos clandestinos de quienes ejercen la combinación de todas las formas de lucha, es tildado de guerrillero o paramilitar. Cualquiera que se oponga a sus prácticas delincuenciales es declarado objetivo militar. El resultado de dicha captura es la imposibilidad de construir una universidad pública que cumpla a plenitud con sus funciones misionales de investigación, docencia y extensión al servicio de la sociedad colombiana, y, en el caso, de nuestro territorio, de Antioquia. De hecho, una universidad atrapada en una red de violencia y delincuencia es inviable.
La Universidad de Antioquia ha sido víctima de ella. La sangre de profesores y estudiantes ha sido derramada en múltiples ocasiones. A pesar de esto, ha hecho un esfuerzo enorme por responder a las expectativas de la sociedad, de la mejor manera posible. Hoy es el mayor patrimonio social de Antioquia, el lugar de las oportunidades para miles y miles de jóvenes que, de no ser por ella, no tendrían cómo realizar estudios superiores y realizar su proyecto de vida; es también el lugar por excelencia de la investigación científica y la transferencia tecnológica, con claridad y pertinencia social; el de la más importante extensión solidaria al servicio de los sectores más necesitados del Departamento; y, en fin, la U. de A. es una de las fuentes más importantes de la cultura universal y de la identidad propia en Antioquia y Colombia.
Pero todo esto puede afectarse gravemente y se corre el riesgo de retroceder décadas si los universitarios, con el apoyo y la participación de la sociedad civil y del Estado, no la defendemos. Es el momento de que los universitarios reaccionemos contra estas prácticas atroces y las rechacemos, de manera unánime. No más violencia, no más delincuencia en nuestros claustro. Un Pacto por la Defensa de la Universidad de Antioquia que diga basta ya a violentos y delincuentes. Unirnos en una sola inteligencia que imponga la fuerza de la razón y de los argumentos mediante el convencimiento, la persuasión y la resistencia pacífica contra estos personajes, en medio del más profundo respeto a la pluralidad de concepciones del mundo. La sociedad y el Estado deben suscribir el Pacto y rodear a la Universidad, pero de verdad, y no ser meros espectadores que desde afuera critican pero no actúan.
La disculpa de que la Universidad es el reflejo de la sociedad no sirve porque, precisamente, si en ella están los más críticos, los más instruidos, los de mayor sensibilidad social, los que saben solucionar problemas, no se entiende que no puedan enfrentar el suyo propio y mostrar un camino de convivencia, de pluralismo y de libertad.