Por: Dagoberto Quiroga.
Fecha de publicación: 25 de mayo de 2013.
Gustavo Petro, alcalde de Bogotá. Foto: MZO.
En la lucha contra la corrupción, el alcalde de Bogotá Gustavo Petro ha sido más eficiente en resultados que todos los organismos de control juntos.
Después de conocer las primeras decisiones de la Fiscalía sobre la situación de algunos concejales vinculados con el cartel de la contratación de Bogotá, y oír la confesión del honorable ex presidente del Concejo de Bogotá que pasó a La Picota, tengo que reconocer que jamás en la historia de Colombia se ha destacado una persona como Gustavo Petro, que hubiera enfrentado y destapado con tanto valor las ollas podridas de la corrupción y las mafias que han gobernado este país en los últimos años.
Gracias a sus intervenciones, el país ha logrado conocer la nefasta alianza entre los más sobresalientes dirigentes de la clase política incluyendo varios ex presidentes del Congreso de la República y del sector privado con las grandes mafias narco paramilitares, no sólo para cometer las peores masacres ocurridas en las últimas décadas, sino también para cometer los más grandes saqueos al patrimonio de los colombianos a través de los carteles de la contratación.
Gustavo Petro ha sido mas eficiente y ha producido mas resultados que todos los organismos de control juntos. Gracias a su berraquera hoy podemos ver cómo van cayendo, aunque no con la eficiencia con que el Procurador los persigue, uno a uno, los representantes de la política putrefacta enquistada en las más altas dignidades del país.
Hoy al menos vemos transitar por las cárceles de Colombia a dirigentes políticos, congresistas, ex ministros, concejales y exconcejales, alcaldes y otro grupo de distinguidos pícaros de cuello blanco.
Porque Gustavo Petro ha demostrado con hechos que está contra la corrupción y contra la política mafiosa, hoy los afectados cierran filas para sacarlo de la Alcaldía.
Podrán acusar a Petro de haber metido las patas, pero no de haber metido las manos.
Por eso creo que los colombianos le debemos a Gustavo Petro un reconocimiento por su valor en la lucha por la defensa de la ética en la administración pública, y por eso no debemos dejarlo solo frente a la jauría humana que no le perdona su osadía de poner el dedo en la llaga.