Por: Guillermo Andrés Castro Rozo.
Director de El Macarenazoo y veedor ambiental.
Fecha de publicación:
18 de julio de 2015.
Sobre las casas de más de 200 mil personas en Funza y Mosquera podrían circular aviones las 24 horas del día. Foto: Luís Ángel, El Espectador.
La Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) viene estudiando la solicitud de la Aerocivil de ampliar los horarios de operación de la segunda pista del Aeropuerto El Dorado, con el fin de realizar adecuaciones en la histórica pista No. 1, las cuales consistirán en una ampliación de esta línea en 150 metros de ancho, adecuándose a las exigencias de la firmatón de Tratados de Libre Comercio que ha hecho el país con Estados Unidos, la Unión Europea, entre otros. En el marco del estudio, las comunidades de tres localidades de Bogotá anexas al Aeropuerto y tres municipios de la sabana occidente se han mostrado reacios a que la licencia se apruebe, por lo cual la ANLA ha tenido que adelantar audiencias con todos los actores involucrados, encontrándose con un rechazo unánime a la autorización de operación las 24 horas de la Pista No. 2.
La pista No. 2 fue construida enteramente en suelo del municipio de Funza hacia finales de la década del 90, originando un daño ambiental sin precedentes que se reflejó en las inundaciones que sucedieron en el nuevo milenio. El río Bogotá fue desplazado a la altura del aeropuerto, un kilómetro hacia Funza, olvidando enteramente que, como lo afirman investigadores de la Universidad Nacional, el afluente hidrico no es “solo la corriente del cuerpo de agua que fluye sobre un curso determinado, sino un sistema que incluye varios componentes, que de ser ignorados o intervenidos inadecuadamente, causan desastres sobre poblaciones, personas y bienes, como cultivos o infraestructura.” Por ello, el sólo cambio de flujo del río, originó las inundaciones en Mosquera del año 2012. “Los ríos naturalmente tienen dos lechos: el cauce activo, que representa el cuerpo de agua, y el lecho o cauce mayor, área que puede ser ocupada naturalmente por el cauce activo en periodos de lluvias extremas”, dice Germán Vargas Cuervo, profesor de la Universidad Nacional, quien asegura que las principales tragedias ambientales por desbordamientos, inundaciones, etc., son derivadas de la actividad humana: “la invasión de estos espacios (lecho mayor y llanuras de inundación) por actividades humanas como urbanismo, infraestructura, minería y agricultura, entre otras, propicia la ocurrencia de desastres naturales, aunque generalmente se culpa a la naturaleza feroz.”
El uso desde 1998 de la segunda pista de El Dorado ha denotado, sin embargo, afectaciones aún más graves que las que provocó su propia construcción. El ruido es el mayor de los males, y lo padecen los animales de las áreas de humedal cercanas, como el Gualí de Funza. Sorprendetemente un estudio de la Alcaldía de este municipio demostró que incluso dentro del Aeropuerto existe un sistema de humedal típico, que no está protegido ni regulado por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR). El ruido afecta a los animales y principalmente las aves endémicas de estos territorios. Una de esas especies de humedal se extinguió dada la actividad humana en los departamentos de Cundinamarca y Boyacá, el pato zambullidor, del cual dice la Agencia de Noticias de la U.N., hasta hace 40 años se veían en abundancia “en las aguas poco profundas de los humedales de la sabana de Bogotá.” Hoy, se encuentran en peligro varias especies como lo son el cucarachero de pantano, la tingua bogotana, la tingua de pico verde y la alondra cundiboyacense.
Denunció el Concejo Municipal de Funza en la Audiencia realizada en este municipio hace un par de semanas que en 1999 se aseguraba que la Pista No. 2 iba a reducir el ruido y que los aviones más ruidosos Tipo 1 y 2 no iban a operar en El Dorado. Esto no sucedió, y por el contrario el ruido ha afectado tanto a los habitantes de la periferia que los propios residentes aseguran que no pueden dormir. No es para menos, la Personería Municipal de Funza denunció que se han detectado ruidos de los aviones que superan los 87 decíbeles, por encima de todo registro permitido. La Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que el nivel máximo de ruido ajustado a parámetros óptimos de salud es de 55 decíbeles. Dice este ente mundial que estar expuesto a ruidos más intensos ocasionan daños a la salud altamente peligrosos; cualquiera que supere los 60 decíbeles provoca malestares físicos, incluídos los dolores de cabeza, taquicardias, agitación en la respiración, parpadeos acelerados, tensión muscular, entre otros. Pero cuando se superan los 85 decíbeles, como el caso de los aviones nocturnos que sobrevuelan Funza, pueden ocurrir riesgos cardiovasculares, incrementar niveles de colesterol, triglicéridos y glucosa en la sangre, provocante de la diabetes.
El Informe Técnico de la CAR 421 de 2013 alerta que el rango de 65 decíbeles originados por el Aeropuerto hoy afecta un área de 65.22 km2, y en 2030 podría expandirse hasta los 117.17 km2., y será justo sobre el territorio de Funza y Mosquera, el primero de 71 km2 de extensión y el segundo de 107 km2. En el rango comprendido de 75 decíbeles, el área afectada al día de hoy es de 8.27 km2, y pasará al 2030 a 18.11 km2., igualmente hacia estos dos municipios. Esto quiere decir que todos los 200 mil habitantes de ambos territorios en algún momento de su vida, de aquí a los próximos 15 años, podrán tener afectaciones de salud por el avance de los aviones, y por consiguiente del ruido de los mismos sobre sus casas. El Distrito, por su parte, aseguró que el ruido podría aumentar un 33% si se llegase a aprobar la prorróga horaria de la segunda pista de El Dorado.
La CAR en la Audiencia de Funza, justamante, dijo que dado el avance del flujo habitacional sin control (por ejemplo, Funza fue uno de los municipios del país con más área construida en la última década) “no se justifica el levantamiento de la prohibición de la pista sur (No. 2)”, del Aropuerto El Dorado. Aunque hoy las mayores áreas de ruido se encuentran en la zona rural, las dinámicas propias del municipio reflejan que Funza es esencialmente urbano, cosa que se ve reflejado porque adquirió la categoria de ser el principal lugar del país en donde se perdió la vocación tradicional del uso del suelo. Finalmente, los puntos de medición del ruido, están mal ubicados, y estos puntos de monitoreo, denunciaron las autoridades, hoy no se encuentran en el “lugar acordado”, por lo cual se presume que los niveles de ruido pueden ser aún mayores que los detectados hasta ahora.
La autorización para que los aviones circunden sobre las cabezas de los habitantes de Funza, principalmente 24 horas al día, no puede darse. Todas las mediciones señalan que la salud de los residentes podría cambiar radicalmente, aumentando los indíces de enfermedades ya reseñadas anteriormente. Por si fuera poco, podría arruinar para siempre la fauna de los humedales principalmente (que hoy en realidad ya son afectados por la operación diurna de la pista). Y finalmente, no hay ningún plan de emergencia masivo ni infraestructura adecuada para la ocurrencia de cualquier posible desastre: las vías son obsoletas y ya colapsaron hace varios años y la red de salud es tan precaria que medianamente el Hospital de Funza soportaría la atención de unas cuantas decenas de personas. La Defensoría del Pueblo justamente advirtió sobre este tema en la mencionada Audiencia asegurando que el Hospital merece una mayor dotación. A esto habrá que sumarle que el territorio de la sabana occidente ha sido seleccionado como área de operaciones aéreas masivas en el tema militar y civil: pese a que ya existe una base de la Fuerza Aérea en Madrid se pretende trasladar allí a Catam; y entre Facatativá y Madrid, se comenzará la construcción de un Dorado II, como lo asegurara el presidente Juan Manuel Santos; y si ello no fuere poco, podría construirse una tercera pista en El Dorado, que dada la ausencia de suelo, se realizaría exclusivamente sobre Funza...