DE HITLER A OBAMA
Por: Orlando Sotelo.
Fecha de publicación: 18 de junio de 2013.
Los acontecimientos de los últimos meses (mayo y junio de 2013) nos permiten concluir definitivamente que el fascismo jamás se alejó de las potencias occidentales. Una gran mayoría de historiadores y periodistas dan por hecho de que con la extinción del régimen de Hitler, todo ese vergonzoso pasado de persecución, seguimiento e intervención en la vida privada de las personas moldeadas por una sola forma de pensar y de actuar, llegaba a su fin y por lo menos en las llamada sociedades occidentales, la libertad sería la luz guía de todas estas naciones.
Así como los lefebvrianos niegan la existencia del holocausto nazi, la prensa y los llamados tanques de pensamiento pro-capitalistas no solamente niegan que existan estrategias trazadas internacionalmente para consolidar el dominio de las potencias o derrocar y colocar gobiernos sino que se burlan llamándolas despectivamente “teorías de la conspiración”. La historia y la información que se filtra han demostrado que tales acuerdos y estrategias se trazan continuamente. Tal como lo revela la investigadora Frances Stonor Saunders en su libro La CIA y la Guerra Fría Cultural, terminada la segunda guerra, la CIA desplegó una gigantesca estrategia para definir el rumbo de la cultura en todo el planeta y particularmente en los países donde se daba la disputa con el comunismo soviético. Otros ejemplos más recientes los expresa el economista John Perkins quien revela en Confesiones de Un Ganster Economico, cómo se coordinan diversas tácticas para provocar que los países asuman determinadas políticas económicas, iniciando con una fase de persuasión en la que intervienen asesores económicos; si estos fallan pasan a una fase de desestabilización y desligitimación y finalmente el asesinato del mandatario que se niega a aceptar las políticas. El caso más significativo lo presenta la operación Cóndor que colocó dictaduras en el cono sur con Chile a la cabeza como laboratorio para implementar las políticas neo-liberales y más recientemente los golpes de Estado en Venezuela, Honduras y Paraguay.
Barack Obama, premio Nobel de la paz de 2009, proveniente de uno de los sectores más oprimidos y vilipendiados por la nación americana, sin el más mínimo atisbo de vergüenza, expresa que el espionaje a medios de información, el seguimiento a las llamadas y los correos electrónicos de millones de ciudadanos de todo el mundo son los costos que se deben pagar para garantizar la libertad que viven (sufren) quienes disfrutan la democracia capitalista.. Mussolini proféticamente afirmaba que “el pueblo es el cuerpo del Estado, y el Estado es el espíritu del pueblo. En la doctrina fascista el pueblo es el Estado y el Estado es el pueblo.Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado.” Hitler, que supo realizar plenamente la propuesta, se convirtió para las naciones que cacareaban la democracia capitalista, en el ejemplo para mostrar lo que no se debía hacer. Lenin lo expresó claramente cuando dijo que la democracia capitalista se limitaba a la libertad de mercado, esto es la libertad de ofrecer la fuerza de trabajo para el proletario y la libertad de comprar dicha fuerza por parte del capitalista. ¿Acaso no es la libertad capitalista aquella que dicta que podemos hacer lo que nos venga en gana siempre y cuando no amenace lo que dicta ese Estado? Resulta más que lamentable que sea un representante de una raza que ha sido históricamente sumida en la más vergonzosa esclavitud quien haya implementado la ley patriótica que impulso Bush, pero que jamás se llevó tan al pie de la letra.
Lo que resulta cínico es que las acciones de Obama dan perfectamente para 3 Watergate, que en su momento significaron la renuncia de Nixon; en una democracia medianamente decente esto viola todos los principios elementales de los derechos humanos y las constituciones que se vanaglorian de garantizar el derecho a la privacidad de los ciudadanos. O tal vez estemos malinterpretando esta sociedad, no se trata de una contradicción entre un sector dominante que promulga una libertad que en la práctica termina restringiendo, sino que existe un sector dominado que cree firmemente en que hay que sacrificar dicha libertad para evitar que los terroristas y otras fuerzas extrañas sean las encargadas de restringirla.
Pero existe en todo esto una protagonista que facilita el seguimiento y la intrusión silenciosa en todos los asuntos personales de la humanidad: la tecnología informática. La tecnología, ese mundo de ensoñación que nos atrofia los músculos y que es vendida como uno de los grandes avances de la humanidad, que nos ha generado una gran dependencia. Motivados por una razón meramente instrumental utilizamos todos estos cacharros (gadgets) sin considerar las implicaciones personales, económicas, sociales y políticas. Podemos afirmar con toda seguridad, como lo dice la novela de Orwell, que el gran hermano en serio y muy en serio te vigila. Recordemos que hasta Uribe - heredero y gran representante de la tradición fascista colombiana - dejó su impronta asistiendo al reality con el nombre de la novela orweliana. Cerca de la tercera parte de la humanidad está siendo vigilada en casi todas los aspectos de su vida: cámaras por toda la ciudad, dispositivos de posicionamiento global, comportamientos como consumidor, sitios que visita, saldos de cuenta bancaria, etc., etc., etc... ¿Podemos sentirnos tranquilos y libres?
Si quisiéramos encontrar un motivo para movilizar todo el planeta, lo tenemos a un click de distancia, podemos aprovechar estas tecnologías que nos supervigilan para convocar a una Jornada Mundial de Indignación contra el gran hermano e impulsar un apagón global de todos los dispositivos electrónicos que nos permita expresar la rabia contra un sistema que quiere inmiscuirse en lo más íntimo de nuestra vida privada con el pretexto de brindar una dudosa seguridad y garantizar una extraña forma de libertad.