Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

HABLANDO DE LA PAZ CON UN DESCONOCIDO

Por: Carlos Lugo.
Fecha de publicación: 29 de junio de 2017.

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Ilustración: Estebán París.

Aunque crea que no tenemos nada en común sólo porque no nos conocemos, permítame decirle que no es así: de pronto vivimos en el mismo barrio, nos hemos tropezado angustiados en algún oscuro banco mientras llegamos a refinanciar esa deuda que crece más rápido que nuestros hijos. Quizás esa prima suya a la que besó en la infancia, se fue al norte del país a vivir, se hizo enfermera y me aplicó una inyección en esas vacaciones en la costa en las que me corté con una lata de atún. De pronto ese hermano suyo que maneja colectivo me llevó por quinientos pesos a fin del mes, quizás mi compadre es el mecánico de confianza y han hablado de nosotros un viernes de cerveza. ¿Se le ha ocurrido que nuestras esposas embarazadas en el hospital, hablaron del nombre de nuestros hijos, de cómo subió de precio todo y de la eternidad que es lograr una cita médica hasta para una gestante?

Y si poco a poco habláramos de nosotros, con el tiempo resultaría que tenemos un primo lejano, muy lejano que murió en esa guerra de cincuenta y tres años y que apenas hace dos días terminó, que somos de distintos partidos, que votamos por sus candidatos durante los últimos treinta y cinco años, pero que raramente juntos, usted y yo, comimos de la misma mierda. Tendremos un amigo poeta que salió a recorrer el mundo, un tío ladrón que nadie quiere reconocer, un policía que llamamos cuando estamos en problemas con la ley, para que nos ayude a violar la ley. Con el paso del tiempo veremos que no importó si usted es de un lado o del otro en lo político, que ninguno de los dos somos los malos y que ambos somos víctimas: que esos candidatos y partidos en los que creímos nos robaron la juventud, la alegría, la vida y entonces entenderemos por qué ese tío se volvió ladrón, por qué tenemos una deuda que nunca acabaremos de pagar, por qué ese joven se fue al Ejército y nuestro primo lejano a la guerrilla a pelear una guerra que se inventaron los ricos de éste país: esos ricos dueños de bancos, los dueños de las empresas de servicios públicos, que venden armas y munición, dueños de hospitales que no atienden, dueños de escuelas que se caen, de carreteras que matan bosques, de minas que arrasan con todo a su paso, dueños de los canales de televisión, de periódicos y programas de radio que nos han envenenado durante más de medio siglo.

Entonces, en ese preciso momento usted y yo que no nos conocemos veremos que somos más que iguales y que esos que llamamos “doctores” no son más que unos viles malandros dueños de todo, dueños de la guerra, el hambre, la injusticia y el terror con los que se han hecho millonarios, por eso no quieren que esto acabe, les causa terror saber que sabemos, que ya no nos odiamos y que esta pequeña charla que nos hizo hermanos sin conocernos se llama paz, y que no la vamos a dejar ir: porque es bonita, porque no la conocíamos y se la queremos presentar a nuestros nietos e hijos pequeños, que cada uno de nosotros le hizo un cuarto en el lugar más colorido del alma.

¿Si ve que no somos tan distintos?


 
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