Por: El Libelo*
Fecha de publicación: 21 de noviembre de 2012.
Según los habitantes del municipio, cientos de panfletos como estos se distribuyeron entre la noche del jueves 15 y la mañana del viernes 16 de noviembre, en la mayoría de barrios populosos de Funza.
Desde el pasado viernes, la aparición de una BACRIM (Banda Criminal, eufemismo de la nueva generación paramilitar) ha mantenido en vilo a la población funzana. Tal cual ocurre con la ocasión de paros armados, el grupo paraestatal pretende intimidar a la población con el mensaje de que están ejecutando una “limpieza social” en el municipio de Funza, a un paso de Bogotá por el occidente; situación que la realizan desde el 16 de noviembre “y durante los próximos 20 días”, según el panfleto que amaneció en las casas de la población ese día (lea la denuncia). Sin embargo, y pese a la amplia difusión que ha tenido el hecho, las autoridades civiles del municipio y los organismos policivos, apenas han siseado el tema, sin que se conozcan pronunciamientos contundentes, o acompañamiento a la población y desestigmatización a las comunidades amenazadas, principalmente prostitutas.
Dentro de los siseos que han realizado las autoridades, se encuentra la versión de la Policía Nacional del municipio, quienes han informado, a través de una corta entrevista en la emisora comunitaria el pasado lunes 19 de noviembre, que se trataría de una “represalia” por parte de establecimientos comerciales por el sellamiento que han adelantado las autoridades, uno de los cuales implicaría un prostíbulo; y, aunado a ello, podría tratarse también, según la versión, de un mecanismo de competencia ilegal entre comerciantes. La versión, sin embargo, no llena los interrogantes que se hace la población, y falta a la imaginación de las mismas autoridades, quienes develaron la hipótesis “al examinar en detalle el escrito...” Sin quedarse atrás, el alcalde de la localidad, Jorge Machuca, sólo ha publicado hasta ahora una respuesta a un comentario de un ciudadano en la cuenta de Facebook del burgomaestre; que se conozca, esta es la única posición oficial asumida por la administración. Según las palabras de Machuca, las amenazas no son tales, sino “papeles de mentira”, y aunque ha anunciado resultados desde hace dos días, aún no hay ninguna información que dé cuenta de los responsables de la situación de intimidación. El alcalde ha asegurado, sin embargo, que “ningún funzano va hacer (sic) lastimado por ninguna banda criminal.” De esta manera, se acentúa la incertidumbre en la población, pues frente al llamado a que las autoridades de protección de los derechos humanos y la autoridad civil asuman responsabilidades y acciones, se ha tratado de disminuir el mismo impacto de las amenazas, que no circularon de manera aislada, sino en casi todos los barrios del municipio, e incluso en uno de ellos (Bellisca, donde se encuentra la Estación de Policía), fue empapelado completamente.
Pese a las siseos oficiales, la comunidad ha registrado que a principios de semana hubo disparos al aire en la zona del cementerio municipal, a las 11:30 p.m., es decir, en la misma zona horaria que plantearon los agentes paraestatales para ejercer su autoridad de muerte. Infructuosamente, también se ha tratado de manifestar que es un caso aislado. Frente a los hechos y las amenazas mismas, grupos de la población ya se empiezan a organizar con el fin de manifestar su rechazo a la cultura de muerte y de miedo impuesta por la ola criminal. Esta es una oportunidad, pues, de realizar debates serios sobre el devenir el municipio, que impuesto por la oligarquía local pretende censurar cualquier actividad no gubernamental que surja de las propias comunidades, manipulando el uso de los escenarios públicos por parte de los mismos, o censurando la movilidad de los menores de edad con un toque de queda arbitrario que rige todos los días desde las 9 p.m., curiosamente la misma hora del inicio de la “limpieza social” impuesta por los paraestatales. Así mismo, urge situar el tema del debate en los impactos mismos que la delincuencia común y el microtráfico generan en los jóvenes del pueblo, quienes son hoy víctimas del mismo sistema, y pretenden ser señalados como victimarios.
Para el día de hoy, a través de la radio comunitaria, se esperan pronunciamientos y resultados por parte de las autoridades. Basta recordar que, como funcionarios públicos, éstos dadores de la seguridad de la población, y que por acción u omisión pueden ser también responsables de lo que suceda. Sin embargo, vale la pena señalar que aunque estas eventualidades sean aprovechadas para reforzar el pie de fuerza, militarismo y armamentismo de la zona, la comunidad lo que menos desea es seguir viendo más policías descansando en sus cómodas instalaciones, y cometiendo violaciones a los derechos humanos en sus pocas acciones públicas; o que los soldados que guarecen en la población, sean actores de la persecución contra los jóvenes, incluso en las redadas para identificar a los transgresores del toque de queda. El joven alcalde es un adalid del tradicionalismo criollo, y evita a toda costa la participación ciudadana en las decisiones comunales; ya es hora de que escuche la voz del pueblo, que es la voz de Dios, y para alguien encargado de velar porque la población cuente con iglesia propia, le debería calar más esta frase.
* Proceso de comunicación alternativa y comunitaria del municipio de Funza, gestado por El Macarenazoo.