Entre el velo de lo aparente, juegos y rondas temen en la noche, mientras el grito embravecido de una madre, da muerte al niño, engendrando al nuevo hombre...
POR: Jessica Olarte.
Ellos, aunque cansados y en su mayoría analfabetas, salen a trabajar vendiendo lo que salga, prestando múltiples servicios a la "gente". Esa misma que los tilda de gamines, prostitutas, ladrones y otros calificativos propios de su jerga popular.
Sus enfermedades son propias de la desnutrición, las largas jornadas laborales, el clima, y muchos otros agravantes que agudizan su situación. Lo paradójico que aplica como espejo general de otros fenómenos sociales es que en Colombia se crean leyes como la ley 20 de 1982, que da seguridad social al menor trabajador. Sin embargo, dichas líneas no contribuyen a la disminución masiva de las cifras, pues el trabajo formal escasea, a medida que se expande la crisis (conformada por tratados como el TLC). Esto genera un aumento significativo para el número de escenarios de explotación infantil, cosa que no impide el desarrollo pleno del trabajo dentro de lo informal.
Esto puede ser visto como producto del degrado conceptual humano, pues un niño se hace materia prima, generador de ingresos para el padre de familia sin oportunidad laboral, quien aparte de explotar al menor, lo violenta de manera psíquica, física, y algunas veces sexual.
Los niños explotados pierden su concepción del mundo y crean una nueva a partir de la experiencia interactiva -dinámica con éste, donde él se toma como un sujeto reprimido y consecuentemente simplificado, que generalmente sueña con tener "mucho billete", para pasar por encima de quienes lo aquejan.
Este tipo de problemáticas son acrecentadas por otras que, en países subdesarrollados, se hacen evidentes. Entre ellas las más comunes son: el desplazamiento en los campos y la sobrepoblación en las ciudades, la pérdida de miembros al interior de las familias (ésta como organización primaria del individuo), la falta de políticas serias que promuevan la integridad holística del niño, y otras tantas con las que chocamos día a día.
Si la explotación infantil es impulsada a modo de característica por este tipo de sociedades en desarrollo, y estas tienden en la historia a ser repetidas, entonces ¿quién terminará explotando a quién?