Por: GACR
Fecha de publicación: 8 de marzo de 2012
Hoy, 8 de marzo de 2012, Ana Benilda Ángel Orjuela, madre de Óscar Leonardo Salas, compañero estudiante de la Universidad Distrital, asesinado hace seis años en la Universidad Nacional, inició, con el acompañamiento de familiares de otras víctimas de crímenes de Estado, un encadenamiento en la Fiscalía General de la Nación. Con el fin de exigir justicia, verdad y libertad; rechazar la impunidad reinante y conseguir el castigo a los victimarios que cegaron la vida de su hijo, esta acción peticionaria a la Fiscalía, constituye un aliciente en la memoria de Salas.
Antes de encadenarse, Ana Benilda dirigió una carta al director general de la policía nacional, Óscar Naranjo Trujillo, con el fin de solicitar su empoderamiento en este tema que implica como victimarios a los miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios de la policía nacional (ESMAD). En la carta, Ana Benilda se queja de la falta de celeridad en la resolución del caso de Óscar. Señala que ante la Procuraduría reposa la declaración del señor Ricardo Alfonso Angarita, ex integrante del ESMAD y partícipe de los hechos que dejaron sin vida a Salas. A partir del testimonio se podrían estar divisándose los autores materiales e intelectuales del asesinato, pues señala como miembros del cuerpo de policía implicados al mayor Rafael Méndez, el capitán Cesar Torrijos Devia, y los patrulleros Edwin Ricardo Alba Parra, Rolando Bautista Murcia, Noé Alfonso, Carlos Andrey Giraldo Nivia, Arley Lozada y Carlos Jaramillo. Afirma la madre de Oscar que todos estos policías “no sólo acordaron dar una versión diferente de lo sucedido, sino que además llevaron a cabo toda clase de maniobras tendientes a esconder las evidencias”, pero a pesar de ello, denuncia Ana, “ninguna de estas personas ha sido llamada formalmente por la Fiscalía.”
Por este motivo, denuncia la madre de Óscar, existe una negligencia por parte de la Fiscalía en acelerar esta investigación. En la carta, Ana expresa cómo la fiscal novena María Esperanza Acevedo Rincón, justificó la muerte de Óscar “en razón de su calidad de capucho (…) un revolucionario que no iba a estudiar”, según las palabras que profería la fiscal a la madre. Ana señala que estas palabras la re victimizaban “a mí y a mi familia, con su fuerte afirmación, por lo que me pregunto si esta funcionaria fue investigada por sus graves acusaciones hacia mi hijo.” Igualmente, los reiterados cambios de fiscal del caso han impedido augurar buenas noticias en la justicia sobre este crimen.
No bastando con el dolor de padecer la muerte de su hijo y el trasegar por la búsqueda de la verdad, Ana es, actualmente, una perseguida más del Estado colombiano. “Hemos sido objetos de amenazas constantemente, lo cual me ha obligado a desplazarme continuamente de ciudad, al punto que en estos momentos no tengo sitio tranquilo donde vivir con mi familia,” asegura Ana. Añade que “mis hijos se vieron forzados a dejar sus estudios en Bogotá, pues fueron objeto de amenazas por parte de personas no identificadas”, todo esto conllevando a su vez a una inestabilidad económica, familiar y social.
En el momento de su asesinato, en la Universidad Nacional, un día como hoy, hace seis años, nuestro compañero Óscar estudiaba licenciatura en lengua castellana y humanidades en la Universidad Distrital; al mismo tiempo escribía poesía, y participaba en la emisora comunitaria de su municipio natal, Líbano, en el municipio del Tolima, entre otras actividades.
¡Por nuestros muertos, ni un minuto de silencio!
¡Toda una vida de combate!