Por: Comunicadorxs Populares / Radicales Libres / F. Sakina Iwoka (Artículo 7)
Fecha de publicación: 20 de enero de 2014.
(Leer artículo anterior) La destitución del alcalde de Bogotá no es un golpe a la democracia, como se ventila incansablemente en los acalorados discursos llenos del dolor propios del ego afectado, pues no se puede golpear a lo inexistente. Lo que se plasmó, una vez más, fue el sello de la antidemocracia que reina en nuestra patria desde la época santanderista, y que con “políticas públicas” y sus subsidios asistencialistas pretenden matizarla tanto desde la oficialidad como desde quien la confronta.
Las crisis social, jurídica, política y económica que azotan la nación son consecuencia, sin lugar a dudas, del inmoral modelo económico y la estructura de poder antidemocrática imperante. Pero igual responsabilidad le cae a aquellos que han tenido la oportunidad de impulsar un nuevo modelo económico equitativo y justo, y con ejemplo, demostrar que es posible, no ejecutar, sino construir junto a la población más afectada de este sistema (según un estudio reciente de la Universidad Nacional en Colombia existen 4.7 millones de indigentes y 14.8 millones de compatriotas en la pobreza; para el caso de la capital se registra como la cuarta ciudad más desigual del país, casi un 60% de habitantes viven entre la pobreza y la indigencia, aunque cifras “oficiales” insistan en ocultar tal drama social) procesos de formación y organización popular para potenciar el movimiento social, y por el contrario, como en los casos de las últimas tres alcaldías distritales de Bogotá, con sus estilos particulares e individuales, han administrado y salvaguardado los intereses de la élite capitalina, tal como lo reconoció el alcalde Petro en su discurso del miércoles 11 de diciembre en resistencia a su destitución. No han hecho mucho esfuerzo en evitar reproducir en su forma de administración, a menor o mayor escala, los indebidos y antidemocráticos procederes.
Independiente de los resultados que broten de las diferentes reposiciones, recusaciones, tutelas, demandas, marchas, manifestaciones, discursos, antesala al partido de gobierno norteamericano, a las cortes internacionales, etc., etc., que legítimamente ejerce el alcalde Petro para lograr revertir tal sentencia, creemos que en esta coyuntura capitalina, una vez más, se nos presenta la oportunidad de oro para la unidad. Pero no la unidad en torno a la defensa de un Alcalde, que con su arrogancia, su unipersonalismo y su desbordada fiebre de poder, más que ser víctima del sistema antidemocrático, se ha convertido, él mismo en muchas ocasiones, en victimario de la tan anhelada unidad. Hoy nos convoca esta coyuntura a superar la unidad electorera y partidista, y jugárnosla por la unidad del movimiento social y popular asumiendo como estrategia la construcción de Democracia, la construcción de nación, ganando iniciativa política que mandate nuevo sistema económico, político, jurídico. La unidad del movimiento social y popular con mayoría de edad política, como lo referenciara Estanislao Zuleta, que supere la oposición, la representatividad, la marginalidad y la subordinación.
De la Serie "Colombia, Todo Esto Huele Mal."