POR: Alberto Alvarado.
A Luis Alfonso Soto.
En un parqués de agua marina
Se anegan guerreros
Con el fin de batallar.
Uno, de cabeza calva
Profiere una palabra,
Y el parqués lo absorbe en su agitada pleitesía.
Otro, de rollizos brazos,
Desenvaina su espada,
Y el parqués lo atraviesa
Con sus dientes de marfil.
Un tercero, alza la mirada
Y descubre quien rige al parqués.
Así que se suicida.
Entonces los demás guerreros
Se agolpan a tragar su cuerpo.