Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

LA CORRUPTELA

LEÁLA ANTES DE QUE SE LA ROBEN


Por: Humus.
Fecha de publicación: 15 de noviembre de 2010.

Se señalan los unos a los otros por corruptos y hablan los comentaristas de una crisis en la administración de la ciudad, todo enmarcado en el circo de las elecciones de nuestro municipio que ya empiezan a acercarse. Es necesario calentar los ánimos para que se alteren las codicias, ha llegado la hora de mojar prensa, de afilar las corbatas y la lengua, de aceitar los tornillos en las cabezas de los burócratas; mientras tanto al otro lado de las pantallas hombres y mujeres asisten al desagradable espectáculo pensando en los estorbos  de sus propias angustias y flaquezas, lo digo con todo respeto al apreciado público.

Pero no hay crisis de corrupción, no hay noticia, crisis significa un cambio profundo en el estado de las cosas,  y la corrupción siempre ha estado aquí, nunca se ha ido, nunca ha tenido altibajos, siempre ha tenido las manos en la masa y siempre ha sido manejada por los mismos que dicen espantarla y luego se abrazan a su piel, como lo que son, sanguijuelas, lo digo con todo respeto a las apreciadas sanguijuelas. 

Si fuera que solo se robaran unos pesos y ya, vaya y venga, eso lo hacen los políticos de todo el mundo. Si quieren que se sigan cebando con nuestros impuestos y ceben también los dulces rostros de sus hijos, el problema es que aquí no les basta con eso, y si se precisa la matanza así se hará por el bien de las viciadas instituciones y por la cacareada prosperidad de los prósperos.  Es ridículo que griten espantados por escándalos tan ordinarios  mientras caminan sobre los huesos de nuestros hermanos. 

Le echan el agua sucia al alcaldito de la ciudad, pero él ya navegaba en el agua sucia desde que nació, como toda su familia de tartufos. Nada tiene de raro ni de novedoso que se repartan la cosa entre sus amigos y entre sus más allegados enemigos, eso lo han hecho todos, sobre todo los que ahora se rasgan las vestiduras y que han defraudado  nuestras manos, las de nuestras madres y las de nuestros abuelos, esos que ahora se reúnen en la Unidad Nacional de Santos; organización casi delictiva que metió a los más corruptos en el mismo costal. 

Todos están allí para sonreír en las fotos, los responsables de las ejecuciones extrajudiciales, los hijos del ex presidente y su zona franca, los para-políticos, los yidis-políticos, los banqueros, los millonarios,  los narcos, los ejecutores del agro ingreso seguro, los de las chuzadas, los que se han feriado las empresas públicas, todos los infames, los liberales, los conservadores, los neoliberales, los de cambio radical, los del pin, los del pum. Con ellos, aunque a veces rebuzne su rabia, también está el ex presidente, el más siniestro, el más matón, el más ladrón, lo digo con el respeto que me produce todo lo que rebuzna. 

El partido verde, que es verde porque le gustan los dólares, y que se declara pulcro para poder acceder a nuestro dinero, tiene su propio prontuario, sus banderas anticorrupción no son más que eso, banderas al viento. ¿Qué nos pueden enseñar los ex alcaldes de Bogotá y Medellín sobre honestidad y moralidad? Nada.  Ellos han cumplido con su parte en el saqueo, privatización de los servicios públicos y de la educación; concesiones y convenios millonarios sobre vías e infraestructuras con sus propias fracturas y pormenores, inseguridad institucionalizada en las ciudades. Son ladrones y bufones como el resto, por eso se sientan con el presidente para no quedarse fuera del pastel. Como todos los otros, que son los mismos, ellos también han aprendido a desmentir sus propios atropellos. 

Si a todos estos personajes de la política nacional, les interesa en realidad acabar con la  corrupción, deberían quedarse callados y luego desaparecer, deberían esconderse de pura vergüenza, deberían irse del país, que no tengan voz ni tribuna, que se vayan con sus escándalos, sus bobadas, sus periodistas y sus pronunciamientos, que no pronuncien nada; solo los necesitamos para que se lleven a sus cebados hijos, que sin lugar a dudas, serán los rateros del futuro, ni ellos, ni sus madres, ni el alcaldito, ni su madre, merecen respeto alguno, y eso que lo digo con muy poco del gran irrespeto que me merecen.


 
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