PDA LA IZQUIERDA QUE EL PAIS NECESITA
Difunde: Orlando Sotelo.
Fecha de publicación: 1 de octubre de 2012.
Los últimos acontecimientos que ha protagonizado el Polo, permiten concluir que esta organización ha sido muy coherente con lo que ocurre en el país. Desde su fundación respondió de manera consistente al comportamiento tradicional de la burguesía: el primer acuerdo se dio por las cúpulas, un grupo de altos jerarcas se reúne y conforma el PDA, para afrontar la reforma política, tal como lo hacen los partidos burgueses. Otro grupo de iluminados se reúne y define el Ideario de Unidad que sale como en muchos congresos listo para la firma sin mayor debate entre las bases, dejando por fuera temas tan importantes como la lucha de clases.
Esta organización hizo parte de 2 oportunidades históricas al acceder al segundo cargo más importante del país. Bogotá, con una población equivalente a la de Panamá y Nicaragua juntas, se presentó como la ocasión para demostrar que la izquierda tenía propuestas alternativas (es decir de izquierda) y que podría ser una forma de oposición política desde su gestión. Sin embargo, como los partidos burgueses, tanto la administración de Lucho como la de Samuel Moreno, no pasaron de ser una mala continuación de los gobiernos neo-liberales de Mockus-Peña-loza. No solamente se dejó de lado la oportunidad de posicionar la discusión sobre el papel de la ciudad en el modelo capitalista, sino que las grandes reivindicaciones de ambos gobiernos se limitaron a la “focalización” (según la vulgata neo-liberal), los mega-colegios y los comedores comunitarios eran los grandes proyectos del PDA. Es bueno recordar el intrascendente gobierno de Navarro que sobreaguó y dejó pasar por alto crisis tan violentas como las masacres de los indígenas awá, tal como lo haría un gobernante burgués.
Acompañando a esta pobreza programática, las muy mal llamadas tendencias que en realidad no son sino feudos de pequeños políticos vacíos en sus propuestas, que aprendieron la lógica de los partidos burgueses, guardaron silencio ante la mediocridad de los gobiernos y sobre todo su complacencia con el modelo neo-liberal. Bastó con otorgarles alguna prebenda burocrática para garantizar su complicidad, tal como funciona cualquier partido burgués. Fueron ocho años en que estos grupúsculos entendieron que hacer parte de la burocracia era la mejor manera de “crecer”. Aquella apuesta de las organizaciones de base quedó relegada al olvido, pero era invocada en los discursos cuando era necesario presentarse como alternativa de izquierda.
Así se fue gestando esta tragedia, en la que el más vulgar pragmatismo electoral burgués se fue apoderando de casi todas las organizaciones del PDA; a su vez se entendió la importancia del clientelismo y se relativizó el concepto de corrupción. Junto a esto empezó el más brutal canibalismo entre las organizaciones que conformaban el partido; espectáculos tan bochornosos como arrancar o tapar la propaganda de los compañeros de partido se convirtió en práctica corriente. Los tradicionales Partido Comunista y MOIR, en sus novedosas visiones vanguardistas quisieron aprovechar esta situación para “apoderarse” del partido; junto a los expertos oportunistas como la señora López y Dussan lograron ampliar sus clientelas propias. ¿Quién puede negar a estas alturas que a costa de la desintegración del Polo, tanto el Moir como Polo Que Suma lograron crecer internamente?
Un partido que se desintegra pero que además genera una verdadera lucha de clases en su interior, con pirámides de poder que para nada consultan y deciden con las bases y que dejan de lado las más elementales reivindicaciones de la izquierda. No resulta extraño que como ocurre en cualquier partido burgués doña Clara López haya podido pautar en horario triple A en las grandes cadenas radiales mientras que otras listas precariamente envían correos electrónicos. La democracia y la igualdad son apenas un desteñido recuerdo de aquellos primeros días de fundación del Polo.
Lo más estratégico que se plantea el Polo es la siguiente elección presidencial: se anda tras la búsqueda de un mesías, que se postule para las próximas elecciones y salve de la debacle al partido; todavía se escuchan voces que insisten en la postulación de Carlos Gaviria para la alcaldía, la presidencia o lo que sea. Es este un síntoma que demuestra la crisis, pero ante todo la carencia de propuestas de construcción.
¿Es este el partido que pretende gobernar a Colombia? ¿Con ese síndrome canibalista que no le importa destruir a sus camaradas? ¿Con todas las taras y mañas de los partidos burgueses? ¿Con un desprecio total por los movimientos sociales y con su enfermedad iluminista que desconfía de la representación popular en su dirección?
La tarea para una izquierda verdadera es larga y dura; es hora de salirse de la lógica electorera y empezar a construir tal vez desde cero. La elección de Petro demostró que no se logró mayor aprendizaje en el sentido de la construcción de propuestas de izquierda durante los ocho años del binomio Garzón-Moreno y mucho menos dejar un legado importante. ¿Qué tan importante puede resultar la chapa del Polo, si se trata de un cascarón vació de propuestas, pero sí putrefacto de todos los vicios de la politiquería burguesa?
Este partido es el mejor ejemplo que puede utilizar la derecha para demostrar que no existe mayor diferencia entre ambas posturas ideológicas y que por el contrario no solamente no saben gobernar sino que tampoco saben robar. Este ejercicio ha resultado una de las más grandes derrotas para la izquierda colombiana sin que la derecha tenga que hacer mayor intervención. Basta dejarles saborear levemente las mieles de poder a estos grupúsculos para que ellos solos se destrocen entre sí.
Contrariamente a toda la ola latinoamericana, la izquierda colombiana está empecinada en auto-destruirse; principios como la “solidaridad, ternura de los pueblos” (¿la recuerdan?), el trabajo popular de base, la ética por encima de la pragmática, son sólo frases que se utilizan para endulzar los documentos o comunicados de los feudos políticos, pero que no constituyen para nada la práctica de estas organizaciones.
¿Para qué realizará más congresos? ¿Qué pasó con el reciente congreso ideológico? ¿Cuándo se socializó? ¿Qué tanta gente de la militancia rasa logró enterarse de sus conclusiones? El segundo congreso fue muy rico en propuestas pero muy pobre en resultados, ¿que pasó con las modificaciones a los estatutos y las enriquecedoras propuestas que se hicieron al Ideario de Unidad? ¿Tiene algún sentido convocar a cerca 1500 militantes para desarrollar un trabajo colectivo que se descarta como una basura, en aras de una unidad que no logró sostenerse por más de 2 años?
Es muy importante hacer un alto en el camino. Sabemos que con proceso de paz en desarrollo, el instinto oportunista de muchos “izquierdistas”, como los llamara el viejo Lenin, se agudizará; pero si la intención es la construcción de un país distinto, que apunte a la destrucción de la maquina capitalista, no podrá hacerlo por esta vía en la que esta izquierda polista se encuentra enfangada.