Por: Nathaly López Martínez
Fecha de publicación: 3 de julio de 2011
1. Es bien sabido que la comunidad universitaria colombiana atraviesa por un momento decisivo; el gobierno de Juan Manuel Santos se dispone a presentar al Congreso un proyecto de ley que, en vez de aliviar la asfixia financiera de las universidades públicas, la agrava, para entregar toda la enseñanza superior a manos de entidades con ánimo de lucro. Las instituciones de educación superior públicas tendrán que someterse mediante contratos a compañías financieras, comerciales o industriales. Las mismas universidades privadas serán absorbidas por los monopolios extranjeros que trafican con la enseñanza superior, uno de los negocios más fabulosos del siglo XXI, junto con la salud. La autonomía se perderá, pues, con el criterio de la pertinencia serán los empresarios quienes determinen los contenidos y métodos de enseñanza, anulando la libertad de cátedra y la crítica, consideradas como cosas ineficientes, improductivas. Los estudiantes y sus familias vivirán acogotados por la usura y la calidad de la enseñanza sufrirá un deterioro mayúsculo. El país renuncia, con esa reforma, a un desarrollo científico propio y limita sus incursiones en actividad tan fundamental a lo que disponga un puñado de compañías multinacionales.
2. Es completamente claro que el régimen, con el aplauso del gran capital, se dispone a imponer la reforma y que no le interesa establecer ningún diálogo serio, sino sacar adelante sus mercantiles propósitos. Por ello impuso una ministra que viene de la Cámara de Comercio, elaboró el articulado a espaldas de la comunidad académica, y las modificaciones que ha anunciado no atienden los reclamos de profesores, estudiantes o trabajadores y ni siquiera las propuestas de ASCUN ni de los rectores. Además ha emprendido una campaña de calumnias para presentar las movilizaciones estudiantiles y profesorales, los reclamos justísimos como actos de terrorismo, con el fin de justificar un tratamiento represivo a las protestas de masas (Ley de seguridad ciudadana).
3. La derrota del mercantilista proyecto de Santos y el logro de una financiación estatal suficiente, de la autonomía y del bienestar estudiantil, del desarrollo científico en los claustros, no serán fruto de la conciliación con el gobierno, de la pasividad, de las ilusiones en el Parlamento ni del lobby, sino de la lucha más resuelta de todos los estamentos universitarios y del respaldo que se logre granjear en los sectores populares y amigos de la soberanía nacional.
4. A objeto de que la lucha logre sus objetivos, es necesario llevar a cabo un paro nacional, que debe comenzar oportunamente, esto es, a más tardar a finales de agosto o a comienzos de septiembre, para frenar el avance en el Congreso del proyecto santista. El cese debe mantenerse hasta cuando el gobierno retire el proyecto, aumente sustancialmente los aportes a las universidades públicas en el presupuesto para el 2012 y se comprometa a presentar una reforma universitaria producto de la negociación con los representantes legítimos de los estudiantes y profesores. (Es decir, aquellos que estos estamentos escojan y no los que el régimen quiera imponer).
5. Preparar un paro nacional con estas características demanda un esfuerzo colosal de todas las organizaciones, colectivos y agrupaciones estudiantiles, y de los activistas independientes. A nuestro juicio, es imperioso desarrollar una enérgica actividad que incluya conferencias, actos culturales comunicados, boletines, mítines, etc., en los cuales se agite la necesidad del paro nacional. Tarea que hay que discutir con las masas estudiantiles, contribuir a hacerlas conscientes del momento crítico que se vive y de los sacrificios y esfuerzos que nos exige. Esta no es una consigna para guardar como un secreto en el fondo de nuestros corazones, sino para hacerla conocer y ganarle apoyo masivo. De otra parte, es bien claro que ninguna mesa, encuentro o grupo de activistas está en condiciones de adelantar el paro universitario, sino que este será el fruto de la actividad de miles y miles de estudiantes. Por ello, precisamente, la función de los activistas, mesas de coordinación y encuentros consiste en promover, alentar, divulgar la necesidad del paro nacional.
6. Por ello hemos criticado a quienes se muestran remisos, como la OCE, a llamar abiertamente al paro nacional y a quienes en los boletines se olvidan de esta tarea cardinal. Que no nos ocurra lo que tuvo que confesar un dirigente de FECODE, al hacer el balance de las jornadas recientes alrededor del pliego de peticiones: “Tenemos que decir que salimos de este proceso con un saldo en rojo…debemos señalar que con absoluta claridad que en muchas regiones faltó compromiso y decisión política de los dirigentes para impulsar de verdad la preparación del paro nacional que de haberse realizado habría contribuido a lograr mayores avances”. Agrega que: “A la hora de las movilizaciones casi todas las regiones respondieron en buena forma, quizás con la ilusión de no tener que hacer un cese de actividades y que los logros se podían alcanzar sólo con las grandes, bulliciosas y coloridas marchas”. Aprendamos de la experiencia ajena, para no tener que vivir la vergüenza de haber facilitado con nuestro descuido, insuficiente actividad o falta de precisión en la táctica la imposición de la reforma universitaria más lesiva de la historia de Colombia.
7. Debo reconocer, que llevada por mi interés de preparar el paro nacional indefinido, llegué a tildar de actitud traidora a la OCE, que publicó un comunicado con motivo del 8 y 9 de junio en el que no se refiere a la lucha que nos espera el próximo semestre, no convoca a enfrentar la reforma santista ni menciona el paro nacional indefinido. Interpreté esa actitud como una evasiva y falta de compromiso con la tarea más importante que tiene el movimiento estudiantil. Aunque reitero la crítica fraternal, debo reconocer que el adjetivo que utilicé no es correcto y no contribuye al debate político que hay que librar en el seno del este movimiento estudiantil. Ofrezco disculpas por ello.
8. Finalmente, declaro que el Frente Universitario y las Juventudes Marxistas, de las que hago parte, comprometen todos sus esfuerzos en la batalla por salvar la universidad pública y ningún otro interés distraerán a estas organizaciones de la batalla por evitar que la educación se termine de entregar a los apetitos de los monopolios extranjeros.
¡¡¡Contra la reforma universitaria de Santos: paro Nacional indefinido oportuno y consecuente!!!
¡¡¡Hagamos a todos los estudiantes colombianos conscientes de la necesidad del paro nacional!!!