Por: Guillermo Castro. Especial El Macarenazoo.
Fecha de publicación: 19 de noviembre de 2014.
Omar Casallas, alcalde de Pauna. Foto: MZO.
Pauna es un municipio insigne de la guerra de las esmeraldas en el departamento de Boyacá. Desde tiempos remotos sus calles han sido caminos de violencia, y hasta hace relativamente poco el conflicto por los minerales preciosos y las muertes habían transcurrido como hechos de la vida cotidiana de sus pobladores. El actual alcalde Ómar Casallas asegura que dentro del imaginario popular no cabía la tranquilidad como sinónimo del transcurrir diario: “estábamos tan metidos en el tema de la violencia que en las noticias lo primero que nosotros esperábamos era que nos dijeran “tantos muertos en Pauna”, y si no daban ese boletín pues nos parecía que la cosa no estaba buena.” Casallas es precisamente, un prototipo de político extraño en esta región, que se tiene que codear todos los días con dirigentes y líderes cuestionados, que manifiestan sus rencillas en actos violentos como el ocurrido en noviembre pasado cuando murieron seis personas producto de un extraño atentado contra el hijo del nuevo zar esmeraldero y una concejal.
El cementerio de Pauna es testigo lúgubre de la violencia y la muerte, producto del conflicto esmeraldero, que ha azotado la región. Foto: MZO.
Casallas, un estudioso de tiempo completo (gerente social, psicólogo, comunicador social con estudios en posgrado en Derechos Humanos) llegó a ocupar el primer cargo de su municipio con el 37.93% de votos en su favor, frente a un 36,43% de su competidor cercano, Ramiro Peña; una votación tan apretada como la forma de hacer cambios de pensamiento en la región. Su apoyo al proceso de paz que se adelanta en La Habana, sin embargo, no cundió en una mayor favorabilidad política en las elecciones presidenciales pasadas, en donde la mayoría de votación – en segunda ronda – se inclinó a apoyar el ala guerrerista de los políticos de ultraderecha del país. Precisamente Óscar Iván Zuluaga, el 15 de junio, obtuvo un 65,13% de los votos de la población frente a un 32,91% que obtuvo Juan Manuel Santos. Resultados que indudablemente no han dejado de preocupar a un alcalde que propugna por escenarios de paz, pese a que sus ciudadanos votan en favor de la guerra como solución para el país.
La guerra, para los pobladores, sin embargo, no les es ajena. Hace un año un atentado de nuevo alertó a la población sobre lo inermes que pueden ser. Se dice en la región que el mundo criminal de los grandes delincuentes de la zona, ligados con el negocio de las esmeraldas, comienza antes de los 20 años de edad. Muchos mueren jóvenes, como Pedro Simón Rincón Salazar (hijo de la concejal Mercedes Salazar y del esmeraldero Pedro Nel Rincón), quien con 23 años pagó con su vida el precio que su padre tiene por cargar con sendos enemigos en la región, en el más reciente atentado cometido en el centro de Pauna, el pasado 9 de noviembre de 2013. (Leer: La verdadera historia del atentado a Pedro Orejas, el nuevo zar de las esmeraldas)
En las casas de Pauna hay rechazo a los actos de violencia, que son un latente recuerdo de la guerra esmeraldera que históricamente ha padecido la región. En la imágen se hace alusión a tres de las más recientes víctimas mortales que murieron en el marco del conflicto de la región producto de un atentado contra "Pedro Orejas". Foto: MZO.
En tales condiciones, Casallas ha hecho un esfuerzo heroico para construir nuevos imaginarios de prosperidad social y paz; ofreciendo oportunidades distintas a niños y jóvenes en su vida, aparte de las que ofrece la minería de la región, que puede ser de manera legal o ilegal, pero aún así con grandes consecuencias y riesgos en materia de salud, integridad física, conservación medioambiental, etc. Una muestra importante de ello fueron los reconocimientos entregados con ocasión del encuentro de escritores realizado en esta población. En el concurso para niños, jóvenes y adultos en modalidades de cuento y poesía sucedió un hecho único en materia de premiación para esta clase de eventos en el país. Aparte de que llegaron más propuestas literarias que las que usualmente son presentadas en un municipio más grande y cercano como Chiquinquirá, en Pauna no hubo un ganador o ganadora, sino en cada categoría, en cada modalidad, decenas de triunfadores entre los que se distribuyeron los rubros económicos que habían sido puestos a disposición del certamen. Los reconocimientos económicos de esta manera, terminaron siendo de cerca de $50.000 por persona ganadora, pero quienes no estuvieron entre los seleccionados – pero participaron – aún así se llevaron su reconocimiento en especie.
Niños y niñas que recibieron su reconocimiento delante de todo el municipio de Pauna el pasado mes de octubre. Foto: MZO.
Esta premiación fue pública, y cada detalle fue entregado por el alcalde, en un escenario en donde pasaron chicos y grandes a recibir su premio; parecían interminables los llamados a los ganadores, dilucidando a poco a poco las verdaderas y magnas intenciones del certamen, pues lejos de convertirse en una carrera más por el reconocimiento público, lo que terminó siendo este acto, como otros tantos que se han hecho, son pasos firmes para la consolidación de un territorio nuevo. Un chico o chica que hoy recibe un aplauso por escribir es en potencia una persona menos para los socavones de la minería, y más ilustrada para combatir la violencia de la región desde la paz como ejercicio.
El Séptimo Encuentro de escritores paunenses, desarrollada la primera semana de octubre, demostró lo que es capaz de hacer un gobierno local por cambiar imaginarios sociales y empoderar a la comunidad en el camino de la paz. Foto: MZO
Bastas sorpresas le esperaban a esa noche de octubre, que se descubrieron con premiaciones y reconocimientos a los escritores nacionales invitados y un concierto que a la postre se convirtió en un hecho histórico para el municipio, acostumbrado a música de apología a la violencia, que escuchó y sintió los versos poéticos de las canciones de Silvio Rodríguez, Fernando Delgadillo, entre otros intérpretes latinoamericanos.
Al otro día de ese evento, como buen constructor de paz, y alcalde todero en su propio municipio, Casallas animaba una carrera atlética por las principales calles de la localidad. No se comportó, pues, como el dignatario municipal que se excluye de la interacción con la comunidad, o que a través de las gestiones y acciones de sus funcionarios saca pecho. En Pauna la inclusión es también ficha clave para llegar a la paz, tanto así que personas en condición de discapacidad compiten en igualdad de condiciones por la dirección de dependencias municipales.
Sobre Pauna y la gestión de esta administración, el escritor homenajeado este año Fernando Cely escribió: “las administraciones de Gustavo Eladio Torres y de Omar Casallas Sánchez, han demostrado con su respaldo a la cultura, que es posible otorgar desde el gobierno ese derecho fundamental de los ciudadanos a construir nación desde los sueños. (Pauna) Forma ya parte del afortunado listado de ciudades y poblaciones colombianas en que las letras se toman por unos días sus calles y sus gentes, dejando la promesa de mejores días por venir para las generaciones actuales y venideras.” (Leer: Fernando Soto escribe sobre Fernando Cely, homenajeado en Pauna, Boyacá)
Fernando Cely con el alcalde de Pauna. Foto: MZO.
Para los alcaldes del país que a través de estas acciones disminuyen las brechas sociales, existe el reconocimiento con el premio Colombia Líder. De manera inexplicable el mandatario de miles de paunenses, que con cultura cambia el país, y que quizá es un ejemplo para cientos de dignatarios municipales en todo el país, no aparece en los seleccionados de este premio que destaca precisamente a los gobernantes que por sus acciones superan nichos de pobreza. ¿Cómo explicarse que municipios que no hacen ni incentivan encuentros literarios ni premian de manera horizontal en sus concursos artísticos a los participantes, como Funza (Cundinamarca), tengan a sus alcaldes entre los seleccionados? Poco importa sin embargo en Pauna un premio de este tipo, detrás de la paz y el postconflicto están los pasos que muchos colombianos de manera invisible o sin reconocimientos mediáticos grandilocuentes hacen para generar procesos de transformación, desde las acciones a los imaginarios colectivos. “En esta hermosa tierra le apostamos a la paz, tras construirla y vivenciarla en nuestra cotidianidad,” sentencia Casallas.