UNIVERSIDAD DISTRITAL MUCHAS RAZONES PARA SEGUIR PROTESTANDO
Por: convocantes a nueva jornada de protesta.
Fecha de publicación: 5 de septiembre de 2013.
“La resignación es un suicidio diario”.
-Honore de Balzac-
Foto: Archivo particular.
En el marco de la compleja realidad nacional de hoy, la Universidad Distrital empieza a ser escenario de una confrontación que ya resultaba inevitable. Durante el transcurso de los últimos semestres, diversos medios de comunicación han dado cuenta del hallazgo de escandalosas irregularidades administrativas que comprometen actuaciones dolosas de profesores y funcionarios. Es tal la abundancia de soportes probatorios mencionados que, a estas alturas, ofende a la inteligencia seguir afirmando que aquí no pasa nada y que en esas condiciones es posible desarrollar un proyecto educativo universitario.
Peor aún: dicho panorama, por cuanto esta institución desde hace décadas ha sido manejada por sus propios docentes de planta. Y, en estos momentos, el silencio de los mismos frente a la crisis estructural que aquí se vive no es otra cosa que la confirmación de una complicidad antigua que continúa extendiéndose a través del tiempo en medio de la más repugnante impunidad.
Las noticias difundidas hablan de contratación con familiares de directivos y de miembros del Consejo Superior, de sobrecostos inexplicables en contratos suscritos, de adulteración de documentos para alterar la contabilidad institucional, de trampa en los procesos de promoción de docentes, de miles de millones de pesos pagados en sospechosas indemnizaciones, del control hegemónico ejercido por políticos profesionales sobre los rumbos a seguir. E incluso de probables vínculos por medio de la figura de convenios interadministrativos con varios de los concejales ligados – a partir de investigaciones desarrolladas por la Fiscalía General de la Nación - al cartel de la contratación que defraudó a Bogotá.
En consecuencia, no es extraño que esa misma burocracia beneficiaria del hurto se muestre incapaz de resolver el menor problema de la comunidad académica. Así, por ejemplo, mientras la politiquería interna y externa cuenta con todas las garantías para asaltar presupuestos, repartir favores entre amigos y adueñarse de los espacios donde se toman las decisiones, los estudiantes de los proyectos curriculares de Pedagogía Infantil, Lengua Castellana y Licenciatura en Matemáticas de la Facultad de Ciencias y Educación, son remitidos arbitrariamente a precarias instalaciones donde cualquier proceso de acreditación se revela como una farsa oficial.
Por otra parte, en la actual coyuntura que vive Colombia, carece de coherencia seguir haciendo enardecidos llamados militantes a solidarizarse con los campesinos e indígenas en conflicto, en rechazo a la reforma inconsulta de la educación superior o al anunciado ataque norteamericano a Siria; y simultáneamente quedarse callados ante la cultura saqueadora –el vandalismo ilustrado- que se reproduce día a día en nuestra universidad. El que no es capaz de pararse contra los agresores en su entorno, no es capaz de hacerlo genuinamente contra nada.
Sin embargo, aquí y en el resto del país la lucha debe continuar. Además, debe ser verdadera, es decir, profundamente radical. Una radicalidad que si bien repudia la violencia no provocada, también sabe basar su fuerza en la contundencia de los argumentos, la irrefutabilidad de las denuncias; y en la determinación para encarar sin miedo emociones y riesgos surgidos en medio de la fiesta colectiva de las rebeliones.