Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

DESARMAR LA POLICÍA

 

Por: Sergio Vargas, director EL MACARENAZOO. Opinión.

 Fecha publicación: 3 de julio de 2009


 

La campaña de desarme impulsada por la alcaldía no es más que un sofisma de distracción frente a las causas reales del problema social. Y no es la única medida que obliga a la opinión pública a centrar su mirada en las laderas del problema, olvidando el charco social que en Bogotá padecen poblaciones enteras. El día de hoy, la Alcaldía ha firmado un Pacto por el desarme en Bogotá, que ha involucrado a organizaciones sociales endosadas y medios comunitarios arrodillados. Es curioso que la invitación al evento haya sido corregida por un “error involuntario” que se cometió en un primer envío por la Web: En primera instancia el evento no iba a ser hecho en el parque El Renacimiento, como se hizo hoy, sino en el Parque Tercer Milenio. Bueno, cualquiera puede tener una imprecisión, pero, curiosamente, el verdadero motivo que obligó a cambiar el lugar del acto público fue el hecho de que allí en dicho parque están olvidadas decenas de personas que desde hace cuatro meses pernoctan en el lugar a la intemperie, sin comida, sin ayuda estatal. Son desplazados que están reclamando soluciones; son varias familias que no toleran ser encerradas y silenciadas en una bodega al lado de los Ferrocarriles Nacionales, en donde la Alcaldía ha dispuesto lo que ella da en llamar un “albergue temporal”; y son familias que ven frustradas sus esperanzas cuando la Alcaldía les ofrece un subsidio de 15.000 míseros pesos por mes, como pasó con desplazados en la localidad de Kennedy. Seguramente el hecho de que los medios se desplazaran al Pacto por el Desarme y se enteraran que ahí hay mujeres, niños y ancianos en condiciones infrahumanas, que todos los días deben salir a merodear las calles en busca de caridad, iba a arruinar el show mediático.

 


 

En cuanto al hecho de desarmar la ciudad, hace falta un mayor compromiso institucional en lo referente a cambiar los modelos de seguridad y de convivencia que prevalecen en la ciudad: Hoy, como en todo evento estatal, la presencia de una fuerza asesina, como la Policía Nacional ha sido tolerada y bienvenida en la sociedad acostumbrada a ver mentiras por los canales de televisión y escuchar programas burdos en la radio; es lógico respetar la autoridad, y más si ésta porta armas de fuego, con balas del mismo calibre que se encuentran en las fosas comunes de los llamados “falsos positivos.” ¿Por qué no empezar a desarmar la policía? ¿Es muy utópica la propuesta? Entonces, si se trata de firmar un Pacto Ciudadano, ¿por qué no incluir a las fuerzas no militares, como la Policía (que es de carácter civil, según la remendada Constitución Nacional), en este documento público, si es que de verdad se quiere que esos nombres y firmas que aparecen allí sirvan para algo? ¿De qué sirve que unas organizaciones y el mismo alcalde se comprometan a desarmar la ciudad, si la autoridad civil no es tal, sino un destacamento militar más? Siempre la diplomacia y la burguesía tratarán de centrar los problemas en pequeños errores, donde la gobernabilidad es la manta perfecta que oculte la verdad.

 


 

El pacto que se firma hoy, sin gente armada y homicida, como la Policía Nacional, servirá para legitimar la limpieza social que en la ciudad la ejercen los paramilitares en coordinación con Policía y Ejército, y seguir reclutando jóvenes para ser asesinados en las filas guerrilleras de cualquier batallón. En estas dos semanas que ha durado la campaña “Amar es desarmarte”, las cifras dan cuenta una disminución del 30% en la tasa de homicidios en la capital. Es inevitable hacer la relación directa; una misma relación que las autoridades distritales harán más adelante con el Pacto de hoy y los positivos de las tropas. No se puede tolerar que en la ciudad donde se inició el escándalo de los crímenes de Estado (o las ejecuciones extrajudiciales, llamados por los medios oficialistas “falsos positivos”) contra los jóvenes inermes se sigan presentando prácticas de limpieza, o de abuso de autoridad a través de medidas como el Toque de Queda, aún vigente en amplias zonas de la ciudad. Es sabido que el nivel más alto de muertes se registran por las noches, y aún más el nivel de abuso, restricción, persecución y amedrentamiento de los patrulleros con uniforme y los encapuchados al servicio del terrorismo de Estado contra los pocos jóvenes que se “atreven” a salir sin documentos de la casa, o aún más, son menores de edad, que en esta sociedad es casi un delito.

 


 

Por ello, la posición de nuestro medio, respecto a firmar un Pacto proselitista, es sólida en el sentido de negar toda pretensión que legitime la barbarie militar contra la población civil, y toda medida que a la larga restringa las libertades civiles. Hacemos un llamado, por el contrario, a que las autoridades de la Alcaldía Distrital, en cabeza de Samuel Moreno, su secretaria de gobierno, Clara López, las distintas dependencias sociales, a que no escatimen esfuerzos en solucionar los problemas de sus ciudadanos, a que no se muevan al vaivén de la coyuntura (como queda demostrado con este pacto, producto de una serie de atentados en donde las armas han sido protagonistas), a que firmen verdaderos pactos que se cumplan con las comunidades que día a día llegan a la capital, y que se ven forzadas a protestar en las calles, frente a las instituciones, a tomarse edificios, a tomarse parques, etc., porque los gobernantes simplemente les hacen una afrenta y no las atienden.

 


 

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Apostilla 1: Se cumplió un año de la Operación Jaque; y muy por el contrario de estar arrepentidos por haber arrebatado y falsificado símbolos internacionales como el logo del Comité Internacional de la Cruz Roja y de la cadena Telesur, el presidente Álvaro Uribe se ha atrevido a decir que harán seis o siete operaciones jaque más… ¡Inadmisible! ¡Acuerdo humanitario ya!

 


 

Apostilla 2: A propósito, es cansón, cansón, ver por los medios oficialistas (o sea, todos los medios masivos de desinformación) ayer por la noche con una misma imagen, de nuevo esos momentos de la operación, en donde se vuelven a estigmatizar escenarios, como el canal Telesur, que fue suplantado en la operación, y donde el supuesto periodista rinde honores a las FARC, como supuestamente es la política editorial de este medio veraz. Asimismo, una Ingrid Betancourt que repite que “cuando vi que uno de ellos tenía a camiseta del Ché, yo dije, no, pero eso es de ellos, eso es FARC.” ¡Tenía que ser de la oligarquía clasista que confunde y sitúa en el mismo grupo al revolucionario, al rebelde, al terrorista, al guerrillero, al secuestrador, y al que sigue los patrones de la moda guevarista del siglo XXI, que no tiene ni idea de los logros de Ernesto Guevara pero aún así porta su imagen en el pecho, en una gorra o en la mochila Totto!

 


 

Apostilla 3: Y celebrar la Operación Jaque es simplemente una manta que se le coloca a la orden de Ecuador de capturar a Juan Manuel Santos... Para distraer a la opinión pública.


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