EL DEBATE SOBRE COMUNICACION QUE DEBE ADELANTAR PETRO Y LA ALCALDIA DE BOGOTA
Por: Guillermo Castro, opinión.
Fecha de publicación: 26 de enero de 2014.
La ciudadanía muestra el rechazo a los medios del oligopolio. Foto tomada durante plantón solidario con Canal Capital, 20 de enero 2014, MZO.
El alcalde Gustavo Petro atina a comentar que una cosa son los directores de los medios de comunicación del oligopolio y otra los trabajadores de esos medios. La declaración, realizada el pasado miércoles en la nueva - y más reciente - masiva movilización en apoyo al burgomaestre y contra la intentona golpista institucional, es desafortunada en relación con la presión mediática que esos medios lideran en detrimento de la democracia local. Los medios no se hacen en abstracto, y son gestados, liderados y principalmente sostenidos en su base por los trabajadores rasos, periodistas, camarografos, editores, escritores, etc., que son en esencia responsables éticos y materiales de los planes desinformadores de los autores intelectuales de auténticos atentados al periodismo criollo.
En mi concepto, al igual que crímenes y delitos de todos tipo, quienes empuñan un arma como lo es la pluma o la cámara y la apuntan contra el televidente, oyente o lector, es tan responsable como quien dirige la matazón de la verdad. Obviamente debe tener más responsabilidad ese director de medio (por ejemplo, está Néstor Morales, director de Blu Radio y quien autocalificase su emisora como “antipetrista”), como lo dijo Petro, pero no menos sus trabajadores, a quienes hay que tenerles el respeto de un asesino ad portas de ser declarado culpable. El hecho protagonizado y creado con falsedades por una periodista de Blu Radio en días pasados es muestra fehaciente de la responsabilidad ideológica de los periodistas a pie del oligopolio... muchos de ellos que actúan bajo ordenes, pero no por ello excusa para fungir enigmas y patrañas desinformativas que rayan con delitos penales, como la injuria, la calumnia, el constreñimiento (como la Revista Semana que con el eufemismo “¡No más balcón!” le exigía a Petro abandonar la lucha por la democracia), entre otros. No faltan, en buena hora, los periodistas que aprovechan estos medios y hacen una excelente labor en sus pocos espacios diversos.
El papel de los medios es esencial en la desestabilización de una sociedad democrática o seudo democrática, como la nuestra; también pilares fundamentales en la estabilidad del status quo, y por ello cada tanto hay cambios significativos en ellos y en su información, cambios que sólo se hacen para que todo siga igual... Pero en esencia ningún medio es abstracto; un medio se representa por la periodista que porta un microfono o el locutor que se expresa por la radio... cuando estos comunicadores sociales están en la calle tienen un rol que no se limita a ser un mero trabajador, como lo quiere minimizar Petro. Basta ver el papel de los medios del capital privado en abril de 2002 en Venezuela, para revelarlos como cómplices de crímenes. En esos días turbios del golpe contra el presidente Hugo Chávez, fueron los medios privados los encargados de difundir, crear, tergiversar y celebrar las muertes de civiles (Ver “Puente Llaguno, claves de una masacre”), desmoronar el proceso revolucionario, y silenciar los medios públicos. Hoy, a nivel local, de la capital de la República, los medios en nuestro país realizan lo mismo, y de sobra ha quedado demostrada su capacidad de ser alfiles del poder político corrupto: solicitando desde la censura a Canal Capital hasta exigirle al alcalde popular que se baje del balcón para que “deje que la justicia actúe”, y pasando por las historias surrealistas de periodistas en la plaza y en la calle que tienden hasta la criminalización de la protesta popular. Haciendo el no tan sencillo comparativo con Venezuela y Bogotá, en ambos lugares ha sobresalido la verdad gracias a los medios populares y alternativos. Allí, mientras se adelantaba la intentona golpista contra la revolución fue la gente la que salió a las calles a informar sobre la verdad, y la que incitó a la movilización popular en favor de la libertad del secuestrado en esos parcos días, el presidente Hugo Chávez. En Bogotá son los medios alternativos, comunitarios y populares quienes han azuzado y mantenido la movilización ciudadana en contra de esta intentona golpista; ni ahora ni antes los medios del oligopolio han cambiado su posición respecto a estos, en apariencia, pequeños medios: en determinado momento (y si es el caso sus periodistas lo volverán a hacer) han acusado hasta de auxiliadores de la guerrilla a estos medios y trabajadores. ¿Entonces, por qué sumarnos hoy a una solidaridad y respeto con los trabajadores del oligopolio como lo pidió Petro a sus seguidores?
La Alcaldía Mayor de Bogotá aún tiene tiempo para cumplir lo pactado en el Plan de Desarrollo con los medios sociales del Distrito, el apoyo a toda la infinidad de propuestas alterativas comunicaciones en la capital. El avance ha sido paulatino, no se vio en el primer año de gobierno actual; se avanzó el año pasado; pero ya en este segundo tiempo del gobierno se debe ver como una realidad la democratización de la pauta publicitaria del Distrito respecto a los medios comunitarios y alternativos locales. Para hoy, los aparantes medios pequeños, todos en su conjunto, no alcanzan ni a recibir un 10% del pago de pauta que sí le dan, por inercia, en su mayor parte, a esos medios que se declaran antipetristas. Muchos de los primeros sólo podrían sobrevivir con un apoyo institucional, mientras los segundos pueden valerse de los mismos negocios que sus jefes empresarios multimillonarios ostentan. En Venezuela hubo incluso una medida radical posterior al golpe de Estado en 2002, como cerrar RCTV; en Bogotá sólo se necesita una voluntad política aún mayor para no seguir financiando con presupuesto público a quienes defenestran del Estado de derecho y son copartícipes de la intentona golpista.