Caravana por el Acuerdo Humanitario.
G.A.C.R.
La Caravana por el Acuerdo Humanitario que parte hoy viernes 23 de mayo, desde Bogotá hasta San José de Guaviare, estará acompañada por cinco integrantes de EL MACARENAZOO, quienes vamos con una postura clara sobre lo que este evento significa para el conflicto y para el país. Hemos aceptado la invitación de algunas organizaciones para acompañarlos en esta travesía, y conocer más de cerca la guerra que vive el pueblo de Colombia. Así mismo, somos conscientes del peligro que incluso pueden correr nuestras vidas por el cerco militar, que llaman “humanitario”, que se cierne sobre la zona, en nombre de la libertad y la lucha contra el terrorismo. Este cerco militar no propende por la libertad de los plagiados en poder de las FARC, sino que incentiva su muerte y su desespero diario en medio de la tupida selva colombiana. El gobierno cree que al crear una barrera, pone en condiciones de inestabilidad a la guerrilla, acabándola sin piedad, aniquilando la constante “amenaza terrorista”, que al poder por estos días se le vistió de militar con granada en pleno centro de la ciudad; pero, en sí, olvida que los retenidos, policías, soldados y políticos, aún permanecen con vida, y que cualquier intimidación puede acabar con la suerte de estos civiles. El cerco militar que está a lo largo del Guaviare y del Vaupés persigue a la insurgencia, sin contarla como un actor político que pueda incidir en un eventual Acuerdo Humanitario, propiciado por el mismo gobierno. Pero, éste, ha dado claras muestras de su afán desenfrenado, justiciero y canalla con que ataca y juega con la vida de los plagiados, al negarse a ingresar a un eventual diálogo con la guerrilla, mientras ataca y viola la soberanía de países de la región, sólo por asesinar a uno de los voceros en el camino de la concertación nacional. Apenas ayer jueves, Ecuador enterró los cuerpos de 16 colombianos muertos en la incursión militar a este país, y en donde también asesinaron al comandante “Raúl Reyes”, miembro del Secretariado de las FARC; esto evidencia que la política de terror del gobierno no va dirigida a acabar con una amenaza de peligro en la región, sino a destrozar las cabezas visibles del movimiento clandestino: Sólo recogieron el cuerpo de “Reyes”, mas no de la otra veintena de compatriotas que dejaron tirados a merced de su suerte; recogieron una serie de computadores, tomaron fotos, criminalizaron a los estudiantes a través de una mexicana que se encontraba en el lugar, y prosiguieron su camino a la dictadura…
El cerco militar pone en peligro las vidas de los secuestrados; tal como sucedió con el ex gobernador de Antioquia, Guillermo Gaviria y su asesor de paz, Fabio Echeverri, quienes en un ataque de las fuerzas especiales del Ejército a la guerrilla, fueron masacrados por sus captores, en clara represión al hostigamiento. Los llamados rescates militares no son la solución: más que rescates son emboscadas en campo de batalla, que no han solucionado los problemas más hondos del conflicto en Colombia. Las FARC no son el problema, como inducen a pensar todos los días los medios masivos de desinformación; su eliminación tampoco es la solución: Las causas son mucho más profundas, como la inequidad social (reflejada por ejemplo en la eliminación completa del seguro social); el hambre que padecen los niños, casualmente en zonas de dominio paramilitar como San Onofre (Sucre) y las comunas de Cartagena; el parauribismo que legitima los asesinatos de sus socios, tanto mercenarios como empresarios capitalistas (he ahí el ejemplo de Chiquita Brands y la impunidad reinante en torno a las violaciones cometidas); la perpetuación del colonialismo y el feudalismo en estos días (como por ejemplo, la tenencia de la tierra en manos de pocos y de impropios, que arrastra consigo lo que se denomina el latifundismo); etc., etc. Problemas que no se solucionan, y que frente a una derrota de la guerrilla, nada cambiarán.
Es por esto que, en primera medida, estamos interesados en la vida, y en una negociación política del conflicto a través de un Acuerdo Humanitario. Por ello apoyamos las labores que adelantó la senadora Piedad Córdoba, el presidente Hugo Chávez, el senador Wilson Borja, el periodista Carlos Lozano, en torno a su causa. Que no dejemos de mirar en este camino, de justicia social, no de paz a través de la guerra… que las cortinas de humo no tapen lo evidente, que exijamos al gobierno posición de diálogo que incentive la participación ciudadana. Porque al pueblo lo han visto ignorante, lo creen manso y atrasado; pero somos muchas las personas que no somos útiles serviciales sólo para una firma que apoya un referendo dictatorial, o que cree que Estados Unidos entró a espacio aéreo venezolano por error, cuando ese país está a kilómetros de distancia de la patria de Bolívar; que sabemos lo que realmente dijo la INTERPOL: “(los estudios no implican) la validación de la exactitud de los archivos de usuario que contienen, de la interpretación que cualquier país pueda hacer de dichos archivos (las famosas computadoras de “Reyes”), ni de su origen.” Es decir, que ahora no pueden hablar de “Farcpolítica”, porque el origen de esa información no es cierto, ni valido; y que ese “nuevo escándalo” que no duda en vaticinar RCN y otros lacayos, no tiene piso, y por el contrario es un elemento distractor de la envergadura del conflicto regional que se vive en Colombia. Por ese motivo, llevamos noticias a través de la denuncia; contemplaremos esta caravana no como una marcha similar a la del 4 de febrero, sino como una oportunidad para comprender mejor las causas de un conflicto “que no es nuestro”, como gritan muchos. No es una caravana blanca por la paz, como se ha denominado, es una exigencia a las partes a sentarse a hablar políticamente de la crisis de país, de identidad, de territorio, que sufre esta nación endosada al sagrado corazón. En fin, más cerca de los retenidos, pero no tan cerca como la carne fresca para el fusil, que son los soldados obligados a pelear contra un enemigo abstracto, y no tan cerca de una paz inviable a través de las armas y la ayuda del imperio gringo. Rogamos estar atentos, no ahora, sino con la Historia.