Por: Hugo Alfonso Torres Salgado.*
Fecha de publicación: 18 de junio de 2015.
Me encontré con un caso sin parangón en la historia de la educación en Facatativá, Cundinamarca, que raya con los mejores momentos del fascismo de 1939 en la Alemania Nazi, o con aquellas épocas oscurantistas del macartismo de los 60 del siglo pasado en USA.
Un directivo docente de una institución educativa de Facatativá ha decidido abrir un proceso disciplinario contra cerca de 30 docentes por el hecho de hacer uso del derecho de organización, consagrado en la Constitución Nacional, eliminando las garantías del debido proceso y actuando sumariamente, con el propósito de perseguir la diferencia que se contrapone a sus ideas particulares.
La persecución a la que han sido sometidos los docentes ha llevado incluso a tener consecuencias de salud en algunos de ellos, que ya poseen diagnósticos de stress laboral, siendo incapacitados hasta con 90 días, por el deterioro de su condición personal, consecuencia directa de la persecución a la que han sido sometidos por dicho rector.
Valga la pena, una vez exponemos dicha situación, hacer un llamado a la reflexión acerca de los factores de riesgo peligrosos de carácter psicosocial, que se desarrollan en la cotidianidad de las diversas instituciones educativas, donde la labor docente cada vez más es subvalorada por un sistema educativo en crisis, que ejerce presiones de toda índole haciéndolas recaer sobre quienes ejercen la noble tarea de educar las nuevas generaciones.
Dichas presiones presentan una relación directa entre enfermedad laboral y rendimiento académico según lo contrastan los estudios desarrollados en Finlandia y Francia, retomados por el Colegio de Profesores de Chile. Esto coloca en entredicho el argumento reiterativo del Estado de la "calidad de la educación" como responsabilidad única de los y las docentes.
Y es que el deterioro causado por los factores de riesgo psicosocial no se evidencian a simple vista, sino que deben examinarse en la cantidad de incapacidades y diagnósticos que refieren daños de salud, directamente ocasionados por las condiciones en las que se ejerce la función docente. No he encontrado un solo estudio sobre salud y seguridad en el trabajo, que haya sido adelantado por autoridad alguna de carácter local o regional, para precisar las condiciones más propicias en el ejercicio de una docencia sin riesgos de enfermedad mental y/o física derivada de la labor cotidiana.
Pero es más compleja la situación: las organizaciones docentes que propenden por la defensa de los derechos de sus asociados/as tampoco poseen, ni siquiera, unas recomendaciones mínimas para el cuidado de la salud y la organización de los ambientes de trabajo. A la fecha no he logrado precisar si existen Comités paritarios de salud en educación, a nivel municipal y/o, por lo menos, en cada institución donde se convoquen más de diez (10) trabajadores/as juntos durante las labores cotidianas. Compañeros educadores: ¿qué estamos esperando para que, por lo menos, se cumpla la ley en materia de condiciones propicias en el ejercicio de nuestra profesión? Debemos levantar un mapa de riesgos que dé cuenta de los ambientes laborales y la relación de las políticas públicas en educación con posibles riesgos en salud y trabajo docentes.
Como se evidencia que la mayoría de las directivas docentes ni siquiera conocen la normatividad a este respecto, limitando su papel a ser correas transmisoras de un modelo en crisis, para un país donde las clases dominantes tratan por todos los medios de mantener los esquemas de dominación, es necesario adelantar todo un programa de capacitación en derechos laborales y la función que como jefes directos tienen respecto a la salud de sus subalternos. Reprimiendo a la comunidad educativa de diversas maneras, la educación no saldrá de la crisis, y sí llevará a quienes reprimen a asumir conductas dolosas al ejercer la represión como único método de convertirse en administradores educativos (léase gerentes) contra sus compañeros de gremio; por esto les decimos no más represión ni constreñimiento contra la labor docente y la libre cátedra.
Hemos olvidado todos y todas que la educación es una tarea de carácter social, colectivo y solidario, donde juntamos no solo conocimientos sino axiologías y visiones de futuro. Por tanto hay que cuidar con muchísimo esmero a quienes ejercen esta abnegada labor, aún en las condiciones tan precarias como las colombianas, porque personajes con ínfulas de grandeza, que pretenden hacerse dueños de lo que pertenece a las comunidades, que pretenden colonizar mentes para la dominación de agentes extranjeros, que sirven de idiotas útiles a quienes venden nuestro patrimonio a la voracidad del capital financiero internacional, no pueden estar por encima de los sueños de futuro, identidad y justicia que los y las docentes construimos todos los días en el aula.
* Fuerza Nacional Magisterial.