Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

CONVOCVATORIA CONGRESO DE LOS PUEBLOS

Convocatoria al Congreso de los Pueblos - Julio 2010

Todo pueblo para encausar sus fuerzas y obtener sus propósitos, requiere precisar las vías y acciones que lo harán posible. Hoy nos reunimos aquí para seguir abriendo la ventana del Congreso de los Pueblos como estrategia que nos permita hacer realidad nuestros sueños.

 

¿Por qué un Congreso de los Pueblos?
La desigualdad y la inequidad no resueltas después de 518 años de resistencia y 200 años de luchas nos exigen avanzar decididamente en el caminar la palabra, en el trabajo organizativo y en la movilización de hombres y mujeres, donde venimos sembrando una esperanza, una posibilidad que al juntarse está haciendo germinar el Congreso de los Pueblos.

Es una propuesta abierta a los sectores ya organizados y convocante a los colombianos y colombianas en general. El proceso de Construcción del Congreso de los Pueblos hacia Octubre del 2010, debe convertirse en un proceso que siembre esperanza, potencie y revitalice apuestas de organización y movilización social en general. 

Congreso, como espacio en construcción, para andar y anudar los sueños, el pasado, el presente y el futuro que han sembrado los pueblos originarios que dan forma a nuestra nacionalidad inconclusa: la solidaridad milenaria y urgente de las comunidades indígenas, el espíritu de libertad que nos acompaña desde las negritudes cimarronas, la dignidad rebelde de los campesinos, artesanos y pobladores urbanos, el sentimiento de autonomía labrado por los colonos de los espacios desobecidos al poder señorial y terrateniente; pueblos originarios que luego en la matriz del mestizaje, han parido las clases, sectores sociales y territorios de ésta Colombia de hoy.

Solidaridad, libertad, dignidad, autonomía y soberanía son valores e ideas fuerza aportados por los pueblos originarios, desde donde se hace imperiosa la reconstrucción y proyección de la unidad programática y estratégica de los sectores populares organizados y desorganizados: indígenas, campesinas, pobladores, trabajadores, obreras, juventudes, sin techo, desarraigados, expatriados, negadas en la historia, en hermandad con las fuerzas políticas democráticas y anhelantes de un país distinto, para todas y todos.

El Congreso de los Pueblos recoge las propuestas construidas en la movilización, en el pensamiento para decidir sobre nuestras vidas, en un ejercicio de autonomía. Por eso es un congreso para legislar, no esperando una aprobación de los organismos e instancias oficiales; hacemos congreso decidiendo y orientando nuestras vidas. Es el lugar donde reclamamos el país que nos pertenece, no el que nos han dicho e intentan convencernos que hay, sino el que sabemos lo suficientemente digno para nuestras comunidades y territorios. Para legislar buscamos construir un mandato general para el pueblo colombiano tomando en cuenta su diversidad, un manifiesto de manifiestos que oriente el camino a recorrer y ponga el horizonte general de nuestra lucha colectiva.  

Un congreso que no puede ni debe ser coyuntural, que no es imagen de espejo frente a una institucionalidad deslegitimada y predatoria. Un congreso  que proponga  una noción propia del “legislar”, de armonizar nuestros diferentes ejercicios de poder sobre los territorios y sectores en los que vivimos y actuamos, para darle forma al proyecto de país que emerge ya de todas las luchas en Colombia.

Un Congreso que propiciando los lazos de reciprocidad y recogiendo las experiencias históricas de resistencia, aporte a superar aquellas condiciones que le han sido impuestas al movimiento popular, para reducirlo, fragmentarlo, generarle desconfianzas, llevarlo a la defensiva y a la resignación y aporte también a reconocer los acumulados, los caminos andados y las propuestas en construcción.

Un Congreso para que el conjunto de organizaciones sociales y políticas del campo popular comprendamos que el mayor objetivo por emprender en la actual coyuntura nacional es la disposición y la lucha por la articulación de nuestros esfuerzos.

El Congreso de los Pueblos debe permitir el reconocimiento de las experiencias y miradas distintas que tenemos, ello nos exige respeto, coherencia y humildad y saber reconocer en los demás lo que nos falta y las trayectorias de lucha y esfuerzo que cada construcción lleva implícitas. Este es el fundamento ético para poder caminar juntos. Poner en la escena pública y cotidiana de quienes hacemos esta nación inconclusa, la necesidad de una instancia de articulación estratégica, que tanta falta hace a los sectores alternativos. No sólo para resistir, una acción que ya hemos hecho durante décadas, sino para revolcar la sociedad actual.

¿Cómo avanzamos hacia el Congreso de los Pueblos?

 

 
 

 

 
 

Hacia octubre de 2010, hito para continuar en la concreción del Congreso de los Pueblos, se abren inmensos retos que nacen de ésta pregunta: ¿cómo actuar para proyectar la iniciativa política y propiciar la articulación de las luchas sociales y populares?

Sabemos que una instancia como el Congreso de los Pueblos, exigente, conflictiva, diversa, no puede nacer de un solo golpe o evento; se viene construyendo en el proceso mismo, apelando a las memorias colectivas y a las iniciativas en curso, buscando construir su propia legitimidad en el ritmo de la movilización de las distintas instancias participantes, en lo local, regional y/o nacional.

El reto es inmenso. En los preparativos hacia Octubre, necesitamos prefigurar la arquitectura que tendrá el Congreso, sus metodologías, liderazgos, escenarios de constitución y legislación, formas de participación y búsqueda de unidad en la diversidad, apuntando a tener una Agenda de los Pueblos, como articulación de agendas de movilización, de demandas, pliegos, mandatos, pero que los trasciende, puesto que busca como horizonte de esperanza construir un acuerdo, un pacto de los oprimidos de ayer y hoy y emancipados de hoy y de mañana para configurar las sendas de contextualización estratégica de la movilización, pensándonos y entendiendo el país en su conjunto.

Inicialmente conformaremos instancias de coordinación provisional, que dinamicen las apuestas que se convocan en el Congreso de los Pueblos y que vayan emergiendo en el fragor de la iniciativa popular; coordinaciones que sistematicen, comuniquen, propongan y promuevan tiempos y métodos, sin perder la claridad de la obligatoria legitimidad que se gana con la honestidad del trabajo colectivo y la discusión paciente y aprobación de quienes decidimos vincularnos.


 

 
 

 

La tarea nos llama a disponer todas nuestras energías y a concretar nuestras esperanzas. Hagámoslo con total convicción. Las consignas que resumen el esfuerzo aquí plasmado, aseguran la oportunidad y la necesidad de lo planteado:

 

 

 

 
 

 


¡En minga hacia el Congreso de los Pueblos!

¡Legislar por la unidad y la soberanía nacional!


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