Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

AL BORDE DE LA CLASIFICACION EDITORIAL TECHOTIBA

Por: Periódico Techotiba (Editorial).
Fecha de publicación: 29 de junio de 2015.




Quizás hemos escuchado decir a nuestros gobernantes con orgullo que esta es la democracia más vieja del continente. Si la democracia en nuestro país fuera el gobierno del pueblo, no tendríamos tantos desplazados, tantos desaparecidos, tanta delincuencia y desempleo, tanta guerra y tantas movilizaciones por la reivindicación de derechos fundamentales como la salud, la educación, la justicia, la comida y la vida. Es decir si el pueblo decidiera conscientemente por el pueblo no seríamos tan masoquistas.


Esa inconsciencia brilla de amarillo en esta época futbolera. Entonces vemos enormes movilizaciones y concentraciones de gente a la que le interesa más la lesión de un jugador, el resultado de un partido o los cumpleaños de un club que las decisiones que toma un político corrupto. Sabemos que se está firmando un acuerdo de paz en la Habana, pero sabemos acaso ¿por qué han vuelto los atentados por parte de las FARC? y ¿por qué el gobierno otra vez los bombardea? Sabemos quiénes son las FARC y qué es lo que quieren ¿marchamos acaso por los miles de civiles indefensos y sin televisor que se encuentran en medio del conflicto? No, a ellos que se los coma el tigre. Sabemos también que si el actual presidente fue uno de los mayores promotores de la guerra del gobierno anterior no es porque a éste le guste la paz, si fuera así buscaba la equidad, la soberanía, la reforma agraria y la seguridad alimentaria, es porque está entregando los recursos naturales a devastadoras empresas multinacionales que han arrasado con ríos, montañas y selvas, y que están deseosas por entrar a lugares en donde aún hay presencia de las FARC, para eso firman la paz, para poder entrar a acabar con todo mientras nosotros gritamos gol. Y eso que sólo fue uno en cuatro partidos.

Esa democracia antigua que tenemos, lejos de promover bienestar para su gente, es una entidad corrupta que ha empleado al paramilitarismo y el terrorismo de Estado como una de las formas de silenciar al pueblo. Por eso aún hoy en día se mantiene esa idea de que el que piensa pierde. Una democracia que se ve reflejada en un patriotismo absurdo. Somos colombianos, gritamos a los cuatro vientos cuando juega la selección, pero no somos colombianos cuando elegimos presidente, pues terminamos poniendo al amigo de los intereses de extranjeros, no los nuestros, tampoco lo somos cuando se trata de manifestarnos contra la violencia, la corrupción del gobierno o la defensa del medio ambiente. Vemos la patria como once camisetas amarillas detrás de un balón. Esa es la noción de patria que permite nuestra democracia.

Pero no es que seamos brutos de nacimiento, en palabras de Rosseau, el hombre nace bueno y la sociedad lo corrompe. A nosotros nos ganan las telenovelas que nos hace un medio como Caracol o RCN detrás de un jugador, detrás de un empujón. No queremos aguarle la fiesta, pero tenemos un nuevo Código de Policía que dice que ahora se prohibirán las manifestaciones y que todos los colombianos somos culpables. Por eso podrán entrar a nuestras casas mientras los politiqueros, verdaderos criminales por traicionar a su gente tomando decisiones en contra de nosotros, duermen tranquilos. Hemos permitido que construyan en nosotros la obediencia, nos han lavado el cerebro para que nuestro destino se lo entreguemos a ellos y ellos ni cortos, ni perezosos, siendo tan pocos, se van quedando con todo a cambio de migajas.

Qué pasaría si las movilizaciones, que empiezan desde la casa, porque en últimas casi todos vemos el partido, invadieran las calles con manifestaciones en contra de lo que nos afecta y por la reivindicación de nuestros derechos. Quizás así nos tendrían más respeto, podríamos administrar nuestros recursos, tomar las riendas de este territorio que debería ser nuestro, no de los terratenientes en el gobierno y amigos del gobierno, no de las multinacionales extranjeras que se llevan nuestra riqueza, del pueblo, de los campesinos, los indígenas y nosotros que vivimos aquí y dependemos de la tierra para subsistir. Pero eso no lo sabemos, allí radica nuestra ignorancia y nuestro patriotismo de tres pesos.

Como no podemos quedarnos llorando le invitamos a que se ponga esta camiseta. Arrancamos con un saque sobre lo qué es un edil, pasamos al proceso de construcción que ha significado la casa de El tr3bol desde la comunidad con materiales ecológicos. Luego, nos proyectamos hacia la población en condición de discapacidad y a las decisiones nefastas del Contralor de Bogotá. Cambiamos de frente hacia una reflexión sobre el arte y la guerra en el Antimili pasado y lo que ha significado la justicia por cuenta propia que se ha vuelto una práctica masiva en Colombia. Nos perfilamos por el lado de los cerros y hablamos del hambre de las canteras en Ciudad Bolívar y los vestigios muiscas que serán arrasados por el desarrollo en Soacha. Centraremos hacia la Cumbre Urbana y su papel en la fraternidad de las organizaciones sociales para construir un mundo mejor. Abriremos la punta a la controversia sobre el balance del paro magisterial y picamos por una aguda crítica al comportamiento de quién es alguien de derecha. Profundizamos entre el rap de barrio y el daño ambiental que conlleva la pesca de atún. Volvemos a ponerla en el centro de la democracia española y nuestro nuevo código de policía, para cerrar con poemas y un tarot, quien finalmente la ubicará a dos infografías, una sobre lo que es el ESMAD y otra frente a los candidatos a la Alcaldía de Bogotá, con las que finalmente pretendemos hacerle un gol a la ignorancia que nos lleva a decidir en contra de nosotros. Así que lo invitamos a jugar.


 
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