CAMINO DE BICICLETA (3)
CAMINO DE BICICLETA
Tercer recorrido.
(Innumerables kilómetros y pasos. Desde La Ponderosa hasta Techotiva ocasionalmente, pasando por la Nacional y con voces desde Cerro Tijeras en el Cauca, a mi lado la voz Nasa - Yuwe que me llama, con un pequeño espacio en la Tingua Azul donde renace una pequeña Minga cada mes.)
Ando como una piedra rodante.
"¿Cómo se siente?
¿Cómo se siente?
Al estar sólo
sin dirección a casa
como un completo desconocido
como una piedra rodante."
De todas formas ando. Y veo muchas cosas, quisiera apresarlas con palabras pero sólo pego unas pocas con el fin de volver por ellas y por el hilo fluído de voces que recorren mis pasos. He dado un tiempo a mi vida para encontrarme conmigo mismo y es un tiempo distinto al segundo recorrido. Definitivamente me bajé del tren para ver hacia dónde voy. A ver si voy para algún lado.
Mis hermanos los indios saben de su camino juntos en Minga, nosotros los occidentales andamos perdidos (por eso estoy tratando de encontrarme), ellos solos se van por su vida, caminan la palabra y vuelven a caminar juntos de nuevo con la palabra y esa fue una de las mejores lecciones que he aprendido en toda mi vida.
La Universidad Nacional estuvo llena de luz por varios días. Los intelectuales que habitan dicho espacio como zombies creando edificios con nombres de banqueros para recordar quién es el dueño de la civilización se escondieron en sus libros disfuncionales, su mamertismo y su vacío. La fuerza represiva dejó su mando a la guardia indígena al ver la magnitud de las Personas, el problema fue que no me dieron tiquetico para la entrada de Indira el día sábado. Después de haber pasado día y medio aprendiendo de pocos círculos de la palabra (porque había innumerables, de hecho todo era un mismo círculo de la palabra) y luego de haber intentado salir durante ocho veces (según Fernando quien contó el número de despedidas) salir de la Minga; los celadores me devolvieron a causa del tiquetico entregándome de nuevo a la felicidad y pasé otra noche lleno de chirrincho, con sabor a hoja de coca en mis dientes e impregnado de palabras y hermanos maravillosos. Salí con Indira amarrada a una de las chivas y yo subido amarrado a la fuerza de la madre tierra, el lunes a las diez (hora occidental).
Me dejaron sobre la Villavicencio con autopista sur con Checho, no quedaba más que volver a la palabra con mi amigo en la Tingua Azul, en donde se ve el precario esfuerzo que hacemos un par de citadinos por salir de la calle de pavimento y recorrer nuestra particular minga en Techotiva.
El dilema entre yo mismo y los demás lo tengo atravesado en mitad de cada pedalazo. Hacia dónde voy, dónde pasaré la siguiente noche es incierto. El aparatico ruidoso hecho con coltán (que es sangre de los niños de África) volvió a tener energía esta mañana y me ha traído los deberes absurdos del sistema y su falta de compromiso con el mismo. Este recorrido es una parte de todo y tiene sus implicaciones en sufrimiento y alegría, ojala no deje de sentir, incluso con dolor. Siento la falta de mis pequeñas manos y de las gigantes que me acariciaron por más de diez años sin esperar nada a cambio. Pero sólo puedo volver a ellas si vuelvo a mí y me encuentro.
Gran lección la que nos ha dejado David Murcia Guzmán, es cuestión de enfrentarse y denunciar al mayor promotor de pirámides (el mismo banquero del edificio de la Nacional) para que caiga todo el aparato represivo encima. De nada valió pagar un arriendo de veinte millones de pesos en Panamá, sobornar a alcaldes, gobernadores y congresistas, parir la DMGpolítica, (así como sus hermanas mayores la parapolítica y la FARCpolítica) ni los maserati, ni los ferrari. Incluso la plata del lavado acumulada por el oportunista de 28 años y la de miles de colombianos sirvió de banquete para los capataces. Están cenando el dinero en efectivo y la negación del suceso más importante en el mundo durante estas lluvias. Pero en mí y en mi gran familia indígena no se desdibujó la fuerza vital que nos traía la MINGA, para que cada uno de los que estuvimos allí podamos encontrarnos con la tierra, con ese cordón umbilical que fue botado en una de las canecas del San Pedro Claver (ya desaparecido), mientras que los indígenas lo siembran en la madre tierra. Tengo la esperanza de que hayan botado nuestros cordones umbilicales juntos Penélope, los busco deseperadamente en cada espacio que deja y que viene Indira. Espero encontrarte, pero para ello tengo que viajar...
PAI hermanos, PAI.
Gianni