El paro que se venía preparando desde hace días, en caso de no vislumbrarse una solución para el cobro del alumbrado público, tuvo su hora cero ayer. Crónica de la jornada, que tuvo disturbios, bloqueos y mucha decisión del pueblo.
G.A.C.R.
El pasado miércoles se desarrolló en el municipio de Facatativa una Asamblea General para tratar el tema del cobro del alumbrado público. Este Cabildo Abierto fue convocado por el Comité Cívico, que pedía la derogatoria del Acuerdo del Concejo Municipal donde se cobraba un impuesto por el cobro del alumbrado público; dicho Acuerdo fue aprobado en una sesión de Concejo atípica, pues pese a que el Comité Cívico le había pedido a la administración no adelantar sesiones en horarios complicados, el recinto municipal sesionó a las 5 a.m., hora en la cual el acuerdo 012 entraba a sanción de la alcaldía. A la Asamblea del pasado miércoles fueron convocados los funcionarios del despacho municipal, quienes sin escrúpulos incitaban al desorden dentro del coliseo, pues llevaron pitos, pancartas de apoyo a Oscar Sánchez, alcalde de Facatativa, gritaban y chiflaban a los voceros del Comité Cívico, y les pagaron a varias personas más para que se ubicaran en las gradas y mediante arengas, expresaran su apoyo al mal electo alcalde.
La Alcaldía quiso encerrar y agredir a las pocas personas que, en determinado momento, lograron entrar para apoyar un Paro Cívico en caso de no derogarse el Acuerdo 012; al principio eran pocas, pues sólo querían dejar a las personas en las gradas, y la mayoría de esos lugares eran los reservados para los funcionarios y sus familias, así como de los esbirros que gritaban vivas al alcalde. Oscar Sánchez mandó a cerrar las puertas a todo menor de edad, orden que fue aprovechada por la policía para impedir el ingreso total; pero, el entusiasmo y la energía de un problema que no sólo afecta a los mayores sino a todos por igual, quitándoles el pan de la boca a los pequeños por aplacar los contentillos del alcalde, hizo que los jóvenes (impedidos para entrar, y también para transitar libremente por las calles en la noche, como si fueran unos criminales) lograran entrar y con ellos decenas de personas más, que al unísono gritaban: “¡Paro, paro!” El coliseo quedó en su mayoría de los opositores al alcalde, y el juego sucio del funcionario se develó: No iba a quitar el cobro al alumbrado público, pese a las insistencias de la comunidad. Al no encontrar soluciones, y sentirse un ambiente tan tenso en el lugar, el Comité Cívico y la comunidad en contra se marcharon del recinto en espera de la acordada hora cero (inicio del paro).
Hacia las cuatro de la mañana, algunos grupos taponaron las principales vías de Facatativa, impidiendo así la entrada y salida de vehículos, y dando inicio al Paro Cívico. Debido a que no había sido difundida la orden de paro el día anterior, trabajadores de las flores, vendedores, etc., llegaron a los puntos neurálgicos iniciales y decidieron quedarse a apoyar el paro. El municipio desde días antes, permanecía militarizado, en una clara represión estatal reflejada de esta forma, pero también contaba con policía de la Fuerza Disponible, y, por supuesto con el apoyo constante de agentes paraestatales, muchos de los cuales tienen honorable puestos en la alcaldía. Las vías fueron bloqueadas con piedras, llantas que fueron quemadas, troncos, etc., todo lo que saliera de las casas de la gente, lo que estuviera a disposición para defenderse de una posible arremetida. A las 6 a.m., una gran cantidad de gente se encontraba en los principales puntos: Cartagenita, Juan Pablo II y Santa Martha, y considerando la protesta de “terrorista”, la policía envió a la Fuerza Disponible a atacar. Todos los puntos fueron invadidos por gases lacrimógenos que despertaron a quienes, aún, dormían, y el acido de esos elementos bélicos, afectaron principalmente a niños y jóvenes, pues la arremetida fue total, contra todo lo que se moviera, a quemarropa y a las casas. En Juan Pablo II se registraron niños vomitados y señoras agredidas; allí ya habían cuatro detenidos a las 6:30 a.m., injustamente maltratados por la sevicia de los opresores. La vía en Juan Pablo II es la arteria que comunica a Bogotá por la calle 80 y es la salida a Villeta; Cartagenita queda ubicada en las afueras del casco municipal, donde viven los estratos menos favorecidos, y allí queda la avenida que comunica a la calle 13 de Bogotá, y municipios aledaños, como Madrid, Mosquera y Funza.
Las vías, por un instante, fueron tomadas por la policía, pero rápidamente recuperadas con ese mismo tesón que los habitantes demostraron para aguantar y no pasar desapercibidos. Es necesario aclarar que la militarización fue permanente, pero la confrontación sólo se dio entre la fuerza pública y la gente, y los soldados, aunque siempre en el lugar, no intervinieron, incluso algunos apoyaron la decisión del Paro Cívico. En Juan Pablo II hacia las 9 a.m., la fuerza disponible que tenía un somero control sobre la vía, pues la gente ya estaba apostándose en la carretera, sin moverse, decidió atacar frente al reclamo de los habitantes que pedían la liberación de los cuatro muchachos detenidos a las 6 a.m., y que permanecían en la tanqueta. Su ataque fue mortífero para ellos mismos, pues agotaron todas sus reservas bélicas de gases lacrimógenos, y la muchedumbre los desalojó, a tal punto que fueron perseguidos hasta dos cuadras antes de la estación de policía, ya en el centro del municipio. En esta acción de desalojo, fue capturada una niña de 15 años, quien entró a la tanqueta en buen estado de salud y sin golpes; pero ya en horas de la noche, cuando fue liberada, tenía golpes y ya le habían cogido 11 puntos de una herida, seguramente provocada por los enardecidos policías. Desde las 10 hasta las 3 p.m, se mantuvo una barricada en La Arboleda, a dos cuadras de la estación, donde la policía se vio impedida a atacar, pero no por eso dejó de provocar. En Juan Pablo II la comunidad se mantuvo firme, y la policía no trató de agredir durante el resto del día. Otra cosa pasó en Cartagenita, donde la población pobre, aquellos que se verían obligados a pagar un alumbrado público sin tener siquiera un poste en su barrio, fue reprendida por la policía y tanquetas que parecían tanques, debido a su estructura pesada; muchos de los habitantes de Cartagenita llegaron a Mana Blanca corriendo, donde desde el mediodía hasta las 4 p.m. el ESMAD (Escuadrón de Matones A Distancia) lanzó papas explosivas, destruyó viviendas y locales comerciales, disparó balas de goma, y se presume que también utilizaron armas de fuego, todo bajo el humo constante de unos gases lacrimógenos que eran lanzados a quemarropa. El ESMAD es un cuerpo policial que agrede como forma de control, que ha sido responsable ante la justicia de varios asesinatos, entre ellos el de Jhonny Silva, en la Universidad del Valle, en el año 2005; se supone que su función era impedir el bloqueo de las principales vías, pero sus tanquetas y mercenarios ingresaron a todas las calles de Mana Blanca, de Girardot y de Brasilia, barrios que sufrieron directamente la arremetida de opresión, donde se registraron heridos y los restantes 20 detenidos.
Mientras el Paro Cívico continuaba, el Comité Cívico, impulsor de la protesta que se tomó a Facatativá y deja un precedente de lucha y reivindicación popular, se reunía con la Alcaldía. Debido a las acciones de hecho que fueron tomadas (bloque de vías y apoyo en todas las calles del municipio, justos mecanismos de protesta), el alcalde Oscar Sánchez de Cambio Radical, se vio obligado a darle marcha atrás a la norma que impulsaba el cobro del alumbrado público. A las 4 p.m., se firmó el Acuerdo que levantaba el paro y obliga al alcalde a cumplir con el no acatamiento del acuerdo 012; como un acuerdo verbal, la administración se comprometió a liberar de inmediato a todos los detenidos durante el día, pero hasta hoy viernes, una de la tarde, aún quedan 4 en poder de las llamadas autoridades, que pretenden ser judicializados, dos de ellos, al parecer, por robo (uno de esos robos es quitarle la bicicleta a un policía). Después de las 4 p.m., hora en que finalizaba el paro según el acuerdo con la alcaldía, y ante la negativa de la administración de liberar de inmediato una veintena de detenidos en ese momento, la población se reorganizó en Cartagenita y en el centro de Facatativa, quedándose en la calle como forma de presión; la inseguridad democrática no dio espera, con potentes chorros de agua y gases lacrimógenos, fueron atacados por la fuerzas represoras del estado, específicamente del ESMAD; incluso acá, hubo detenidos. Frente a este orden de cosas, la Alcaldía decidió facilitar el trabajo de la represión, imponiendo un Toque de Queda desde las 6 p.m. A esas horas, la “cacería de brujas” (tomar por sorpresa individuos o pequeños grupos en la calle, para encerrarlos y acusarlos de cuanto delito se pudiese) fue total, a tal punto que simples deportistas en patín fueron detenidos por ser jóvenes y parecerse a los que habían tirado piedra antes.
La noche pasó en una tensa calma, pero todos los habitantes del municipio han traído a colación el recuerdo del paro de 1996, también por servicios públicos, y saben que este fue un quiebre ideológico a la política de exterminio y control del gobierno uribista, lacayo del imperialismo estadounidense. Ayer, durante doce horas, la población demostró su carácter organizativo que se levanta a luchar por lo que les parece injusto, pese a los mecanismos que pretenden silenciar el grito indolente, esquemas impuestos por la Seguridad Democrática y toda la parafernalia que se levanta bajo el telón de un ídolo que ve como principal problema el pueblo libre pensante, y no las necesidades de esa población que no sólo está en contra de pagar un alumbrado público porque lo ve como un derecho, sino porque está en defensa de la vida, de un país que no quiere que sus recursos sean explotados y acaben con el medio ambiente, con una patria democrática donde el rey no sea un terrorista y un soberano dictador. El éxito del paro cívico de Facatativá radica en que este es un paso regional para la integración de la sabana, para la defensa de la soberanía, para decir, también, que los verdaderos espacios democráticos no son los votos, sino la opinión y el cabildeo público, en la calle, con la gente, con rumbo y con decisión.
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Quiero referirme a la noticia que publica el diario oficialista El Tiempo el día de hoy, respecto al Paro Cívico de Facatativa, titulada “Rebelión en Facatativá por cobro de alumbrado.” En el artículo se hacen una serie de afirmaciones canallas que perjudican el buen nombre de la jornada. En primera medida, opaca el sentido del Paro Cívico, colocando “paro cívico”, entre comillas, en una clara alusión al desprestigio. Dice, también, que Roberto Ramírez Maldonado quedó gravemente herido porque “los manifestantes le atravesaron una cuerda al paso de su moto,” la verdad es que este “pensionado de la Fuerza Aérea (esto El Tiempo sí lo puso en mayúscula)” no vio que se había colocado una cuerda en el camino y tropezó con ella, situación que lo tiene en un hospital de Bogotá; quienes se encontraban en ese momento, estuvieron muy preocupados por la suerte de lo que le pudiera ocurrir al individuo, lo cual evidencia que no se levantó ninguna cuerda al paso de su moto en detrimento de su integridad física, como lo induce a pensar el diario sensacionalista. Fue un accidente del cual voceros del Paro dijeron sentirse preocupados, lo cual deslegitima la afirmación del gobernador de Cundinamarca, Andrés González, en el sentido de que “anunció que no va a ceder en su esfuerzo por encontrar a los responsables de la agresión contra el pensionado,” si es así entonces que vaya apuntando mi nombre en su lista, porque yo estuve en el lugar donde ocurrieron los hechos y doy cuenta de que en ningún momento se le agredió, sino que, por el contrario, con la ayuda del ejército, se le atendió oportunamente. Asimismo, El Tiempo dice que el alcalde aclaró “tras los actos vandálicos en el sector de Cartagenita” que “aún no se ha cobrado un peso por alumbrado público”; es necesario hacer claridad que los actos vandálicos fueron hechos por la policía que destruyó los vidrios de las casas con sus gases mortíferos, y por la propia tanqueta que en un acto irresponsable perseguía a la gente a toda velocidad en calles encumbradas, ocasionando en un barrio, la destrucción parcial de un poste. Entonces los actos vandálicos no fueron producidos por los manifestantes. En cuanto a la afirmación del alcalde, el mismo artículo dice que “la revuelta se originó por la decisión del alcalde, Óscar Sánchez, de cobrar el alumbrado público a una parte del municipio y decretar un alza del 1,4 por ciento a las personas que ya lo cancelan.” La afirmación de que “aún no se ha cobrado un peso”, según el propio artículo, no es verdadera.