Por: Aexander Ovalle Fajardo.
Fecha de publicación: 23 de marzo de 2014.
La oligarquía en todo su esplendor.
Había decidido guardar silencio por un tiempo, ser espectador de los sucesos que a diario pasaban por mi país, con la leve esperanza de que los cambios llegaran por sí solos, por acción y reacción de los movimientos sociales y políticos que afrontamos con espíritu sufridor melancólico y ahora cobarde. Así presencié los resultados de las elecciones parlamentarias donde el pueblo demostró que su grado de ignorancia e indiferencia son enormes; la verdad me quedó un gran vacío al saber que la memoria de un pueblo es frágil y maleable. Uribe, que encarna la corrupción de este país y es sinónimo de violencia y amedrentamiento, sube al senado con 19 de sus secuaces, confabulando una verdadera pandilla, para usurpar aún más el interés de la nación, y seguramente legislando para engrandecer su ya gigante fortuna y repartiendo dádivas y puestos para conformar y consolidar el cartel de la narcopolítica de este país, donde el Capo (llámese Álvaro Uribe Vélez) se da el lujo de colocar senadores, diputados y hasta presidentes, respaldado por fuerzas militares que en la sombra espían a sus contradictores y siembran zozobra y terror. Todo esto con la complacencia de la oligarquía colombiana, que aumenta su caudal de ganancias, a costillas de un pueblo que asiste como borregos a las urnas a elegir a quién los va a sacrificar; fíjense que han hecho de los derechos fundamentales verdaderos negocios como el de la salud, el de la educación, el de la vivienda, el de tener una vida digna...
Así pasaron cientos de escándalos donde los hijos de papi y mami los fines de semana, al volante de autos de alta gama, de forma irresponsable, colocaban muertos y heridos a diestra y siniestra, y luego aún con el tufillo y el mal olor de la resaca, decían que no podían comparecer ante la justicia porque estaban estresados….. y la justicia no actúa: al contrario los deja libres como si nada, uno tras otro estos riquillos salen tranquilos cuando en muchos hogares humildes la perdida o la invalidez de un ser querido pasa a ser una marca permanente y triste y sobre todo impune, y no pasa nada… Colombia callada, tranquila serena. Robos, desfalcos, burlas a la ley, RCN, CARACOL, LA W, EL TIEMPO, se ponen al servicio de sus amos y disfrazan las noticias, o las crean, no importa: todo vale, y la gente traga entero, y es que con Uribe "sí podemos salir"… Haber … ¿a dónde y con qué, si la reforma laboral nos dejó con un poder adquisitivo paupérrimo, y la inseguridad rural paso a ser citadina gracias a los miles de desplazados?
Solo cortinas de humo, sofismas de distracción, para que el pueblo siga manso, tirando a menso. Pero aún nos quedaba una esperanza, fincada en aquellos que no se han dejado someter por el sistema corrupto y amangualado, hombres y mujeres valientes, honestas y preparadas, dispuestos a dar la lucha, una pelea desigual, por supuesto, entre un Estado amañado y una oposición valerosa. Entonces nombres de los que no endosaron sus valores y sus principios se muestran y nos pintan la cara de verde esperanza, surgen los Robledo Ruiz, Clara López, Aía Avella, Iván Cepeda, Navas Talero, Navarro Wolff, y - entre todos - con letras de molde Gustavo Petro: mucho más que un hombre o un nombre, él es un emblema, un estandarte, un símbolo, quizá una utopía en esa búsqueda que ansiamos los colombianos hacia la paz. Representa la decisión de un hombre comprometido con el pueblo que busca varios caminos con el fin de lograr que la equidad social sea posible, abandonando las armas y apostándole al camino político; fue artífice de crear una puerta que le abriera la posibilidad a quienes no comulgaban con un Estado desfigurado por su corrupción y falta de credibilidad, para someterse a la vida política y pública colocando su intelecto y capacidad, en aras de trasformar nuestra realidad nacional.
Pero se equivocó, o mejor: nos equivocamos todos, no hay salida política posible, no hay salida pacifica posible; la paz es una palabra de mierda que se inventó la oligarquía y las reinas de belleza para ser elegidos cada vez que lo necesitan. No hay un mejor mañana, lo que hay hoy es país sometido por una dictadura disfrazada de democracia, concubina de la desfachatez, del descaro y del robo de las familias ancestrales que por décadas nos han sometido y dominado, que como buitres se alimentan de los cadáveres de quienes se les enfrentaron, y que basan su poder en su gran aparato político, económico, y en la clandestinidad de grupos paramilitares que les quitan a las personas que se les oponen y por ende los estorban... Son los mismos dueños de los medios, con periodistas serviles y traidores de su oficio, que enmascaran noticias y hacen ver un hecho de otra manera. Por eso Gustavo Petro, y todos los que vemos en él un cambio posible, somos una traba en su andamiaje de terror y corrupción; por eso los Uribes, Santos, Ordoñez, Peñalosas y Pardos tenían que confabular, atacarlo y atacarlo, por un lado y por el otro, crear noticias, desvirtuarlas, torpedear la gestión del alcalde, crear inconformismo, y como en eso hasta tienen asesoría de un venezolano y Obdulio Gaviria... se sabe sus mañas, ahí están los resultados...
Esperar que la decisión se tomara en las urnas era peligrosísimo para estas sanguijuelas. Seguramente los petristas y no petristas, pero con coeficiente intelectual, los iba a dejar con un alcalde ratificado y a ellos con el acertado temor de tener en el futuro una persona paliando codo a codo la Presidencia de la República. Por eso la destitución de Petro es una bofetada al pueblo colombiano, es el asesinato premeditado de una verdadera esperanza de paz, es la ratificación de que por la buenas nada se puede, es la demostración de un seudo poder demoniaco, abusivo y destructor de los principios morales de un pueblo.
La destitución de Petro es simplemente una demostración mayúscula de que el cartel de la corrupción colombiana es tan grande que es capaz de unir a enemigos irreconciliables con tal de cerrar el paso a alguien que sea honesto. Pero ante todo es un campanazo para aquellos que añoramos la paz. No seamos tan huevones de creer que eso es posible, mentiras, mienten mil veces estos políticos gallinazos, nunca una salida política será posible, porque la oposición o la exterminan (como a la U.P.) o la destituyen: ellos no van a soltar sus mega negocios, auspiciados por la guerra y el caos. ¿Acaso no fueron Uribe y Santos quienes alimentaron la guerra convirtiendo al Estado en la panacea de los paramilitares y se arrodillaron frente a las pretensiones gringas y de la comunidad europea?
Por un bando, el de los politiqueros, tenemos falsos desaparecidos; privatización de los bienes del Estado; masacres de los toros; negocios de la tercerización de la salud; Tratados de Libre Comercio; ruina del campo; desviación de recursos; chuzadas y espionaje fraudulento; menoscabo de los ingresos del sector trabajador; pérdida de soberanía y el incremento de lucro por parte de las multinacionales en contra de nuestra ecología, economía e industria; corrupción de nuestros militares y fuerzas del orden; y el poder del narcotráfico y del paramilitarismo, simbiosis siniestra que penetró a nuestros dirigentes, bataclanas que se venden por unos cuantos verdes.
Por el otro, por el de Petro y la aposición al régimen, tenemos la defensa de los derechos fundamentales; el agua como bien vital; la posibilidad de que los habitantes de calle sean tratados como seres humanos y la posibilidad de un empleo justo, desarrollando la actividad del reciclaje; la disminución de los costos del transporte; la protección de los animales; el respeto por los derechos humanos; la protección del campo y de la industria colombiana; la educación publica; la prestación de los servicios básicos por parte del Estado; la posibilidad de tener empleso con remuneración justa; etc.
Fueron muchos los que votaron por la primera propuesta, dándole poder a los buitres y después se quejan, cuando están a las puertas de una Institución Prestadora de Salud muriéndose por no ser atendidos; viviendo debajo de los puentes por temor a ser asesinados; haciendo piruetas para que el mínimo les alcance; alimentándose con aguadepanela y maíz pira... Ahí esta su hp voto, y después nos preguntamos por qué estamos tan jodidos. Una vez más debo reconocer que estoy cansado de este país, rico en recursos naturales pero tan pobre de espíritu y carácter, qué vergüenza con nuestros ancestros que cruzaron los Andes semidesnudos y hambrientos por darnos nuestra libertad, y ahora nosotros la cambiamos por un pedazo de lechona; que vergüenza con los demás países, dirán, miren esa manada de indios brutos, reeligen a un presidente para que los siga robando y ahora van a reelegir a otro para seguirlos clavando. Y nosotros que nos creíamos mejor que los peruanos y los ecuatorianos y ellos nos han demostrado que lejos son mas consecuentes con su realidad y que si tienen amor propio.
Lo de Petro es la demostración que con la democracia de este país los oligarcas se limpian el culo…. así de sencillo, les valió mierda los miles de votos de Petro, legítimos y limpios. Les valió popó la medida cautelar de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, hicieron fiesta con la constitución del 91, se burlaron de todos nosotros, vulnerando nuestro derecho a elegir y ser elegidos. Por todo esto tengo que ratificar que una salida pacifica no es posible, y que lamentablemente los ríos de sangre y desaparecidos seguirán alimentando a estas alimañas hijos sin madre, y padres de la miseria colombiana, con la mirada complaciente y babosa de un pueblo que no quiere darse por entendido y que le está entregando a manos llenas el futuro de una nación a estas hienas insaciables, mezquinas y asesinas.
Hablar de paz, de salida pacifica del conflicto, del respeto de los derechos humanos, y de los derechos constitucionales es asunto banal, es puro bla bla bla... es sólo hablar por hablar, nunca nos van a dejar. Y lo que más me saca la marica rabonada es el silencio del pueblo.