Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

LO QUE PASO EL PRIMERO DE MAYO EN BOGOTA

¿1 DE MAYO FIRME Y COMBATIVO?

Por:  Dejando Huella Haciendo Memoria, Medios Populares de Comunicación.
Fecha de publicación: 3 de mayo de 2013.


Acción Fotográfica: Dachi Bedea

Mientras algunos disfrutaban del “festivo”, los sectores indignados de diferentes ciudades del mundo salieron a protestar en el anual ejercicio de exigencia y malestar social con el modelo neoliberal. Aunque muchos no saben cómo se llegó a instaurar el día internacional del trabajo, saben que las actuales condiciones laborales no son justas y que los gobiernos son títeres de las multinacionales y los emporios económicos regionales que usufructúan la tierra y el trabajo de los otros.

La situación que llevó a que millones de trabajadores estadounidenses se rebelaran contra los patrones en pleno siglo XIX bajo la consigna de los tres ochos y que a principios del s. XX fuera impulsada en Colombia por María Cano, no sólo terminó en masacres a lo largo de América, sino que trajo consigo un nuevo modelo de esclavitud que hoy en día se agudiza. Ahora, incluso con el parámetro de los 888 - que no en todos los casos se cumple -, la explotación laboral se ha intensificado, pues se le exige al trabajador que, en menor cantidad de tiempo, produzca casi el triple de lo que le corresponde. Esto, sin hacerlo partícipe de los grandes beneficios monetarios ni tecnológicos, ampliando así la brecha entre ricos y pobres. Los que sienten el inconformismo respecto a este sistema explotador se manifestaron en Colombia y exigieron un trato más justo, digno y equitativo.



En Bogotá, las movilizaciones para este día comenzaron alrededor de las 9 am. La movilización que logró llegar a la Plaza de Bolívar fue encabezada por los trabajadores de la Coca-Cola Company, quienes exigieron el cese a la tercerización laboral y la inmediata contratación directa por parte de la multinacional, así como el ajuste de salarios y el respeto a la libre organización de los trabajadores, pues la persecución a la que se han visto sometidos sus líderes sindicales es terrorífica. Además, es inconcebible que la compañía fábrica del producto más consumido en el mundo pague salarios de miseria a sus trabajadores. Ésta fue la exigencia común de los marchantes, entre ellos los subcontratados por multinacionales, los empleados bancarios, los empleados de la salud, los profesores y los futuros trabajadores, pues la tercerización se convierte en la palanca del neoliberalismo para la nueva explotación y pacificación.

En la protesta se dejaron ver otros problemas que aquejan al país, como lo es la grave situación de la salud y la educación en Colombia, en la que se denuncia que las soluciones propuestas no son más que diferentes etiquetas para los mismos males. A esto debe agregarse la poca libertad del profesional y la dificultad para acceder a una buena formación, sin mencionar la no inclusión de la problemática laboral, social y educativa en los diálogos de La Habana, a pesar de tratarse de factores fundamentales para la tan pregonada Paz con Justicia Social.



Lamentablemente, los diálogos de paz parecen tener efectos contraproducentes en el movimiento social. Si bien son varios los sectores que se movilizan a favor de ella, parece que muchas personas han depositado su confianza ciegamente en La Habana y han relegado temas cruciales de debate político. Lo anterior se dejó ver en la vergonzosa ausencia de actos políticos a lo largo de las movilizaciones, las cuales se caracterizaron, por un lado, por el reemplazo de consignas políticas educativas con el ruido de las babuselas o con la pereza del canto que deja la tarea informativa a los megáfonos; y por otro lado, con el vacío del acostumbrado evento político de la Plaza de Bolívar que suelen encabezar los sindicatos y que ésta vez contó con una tarima que fue desmontada casi en simultánea con la llegada de las delegaciones y que la gran mayoría ni siquiera vio. Esto sin mencionar la escasa participación de personas en las diferentes delegaciones y la no llegada a la Plaza de las que venían de otros sectores de la ciudad.

La constante de la marcha en relación a años anteriores fue, como de costumbre, la arremetida de las fuerzas policiales contra los marchantes, incluso antes de que comenzaran los disturbios, y la inacción de los policías distritales mal-llamados “gestores de convivencia” que se dedican a indicarle a la gente por dónde debe caminar para obstaculizar lo menos posible el tráfico, pero que no se aprestan a defender a los injustamente capturados ni a llamar a la Personería de Bogotá, que aparte de la chaqueta blanca, no tenía siquiera libreta y esfero a la mano para anotar el nombre de los capturados. Éste fue el caso de un joven estudiante que se encontraba en la mitad de la calle esperando con sus compañeros a que el resto de ellos saliera del Planetario, cuando fue abordado por efectivos del ESMAD que, sin argumento alguno, se dirigieron hasta él y lo sacaron violentamente hacia una esquina, lo requisaron y lo retuvieron por varios minutos hasta que tuvieron que soltarlo en vista de que no tenía nada “peligroso” y gracias a la presión de los testigos. Los policías de chaqueta roja se entretuvieron charlando entre ellos y mirando de lejos, sin siquiera inquietarse por el menor de edad que era atacado por seis efectivos de negro.


Por su parte, los sindicatos avanzaban tranquilamente cuando se escucharon tres explosiones. La Plaza seguía recibiendo algunos ciudadanos mientras otros se retiraban a sus destinos… se escucharon otras cuatro. Luego, algunos jóvenes desahogaron su rabia contra los policías que con su mala puntería gasearon a sus colegas al otro lado de la plaza y desataron la risa de los marchantes. Al parecer la burla no les cayó muy bien y arremetieron contra los observadores que no los estaban atacando. La gente corría huyendo de los gases y de repente dos tanquetas pasaron disparando agua y lanzando un chirrido ensordecedor contra los que trataban de salir del tropel. Al parecer, a los guardias de rojo no les correspondía controlar nada allí. La plaza quedó vacía y Bolívar encapuchado.

Finalmente, como en las últimas movilizaciones, el acuerdo entre el Distrito, representado por los policías de la chaqueta “gestor de convivencia”; los asesinos y provocadores vestidos de policía y otros de civil; y algunos cuántos dirigentes, apoyados por los medios de comunicación, facilitaron que el paupérrimo 1º de mayo de 2013 fuera catalogado con parte positivo, ya que los más de 40 detenidos fueron liberados y “hemos tenido peores jornadas”. Lógicamente, del acto político ni se habla, no hubo, no se vio, no se pensó. De seguir creyendo que la paz se hace en La Habana, del movimiento social colombiano quedarán chirridos de babucelas sin sentido, marchas sin congregación de pensamientos, niños que tiran molocha sin saber por qué y van al tropel por el tropel, partidos que sin salir de sí mismos se autoproclaman como la esperanza, líderes sin tiempo para organizar actos políticos o pensar propuestas, policías civiles que protegen los intereses del capital y asesinos a sueldo con licencia para provocar y asesinar.


¡Que en los diálogos se pacte lo que se debe pactar, que se incluya a la sociedad, que no se acuerde la desmovilización social!

 
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