Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

LA BASURA DE TOMÁS Y JERONIMO

Por Daniel Samper Ospina

El día en que me enteré de los negocios de los hijos del Presidente, supe que, con el pretexto de fomentar la cultura ciudadana y proteger el medio ambiente, salió una ley que prohíbe a los pobres acercarse a la basura: castiga con comparendos a quienes hurguen en las canecas o recojan desperdicios en "medios no aptos ni adecuados".

 
Hasta donde sé, quienes hurgan en la basura son los pobres: los mendigos, por ejemplo, o los recicladores que andan en zorras, que es a lo que se deben referir cuando hablan de medios no aptos ni adecuados. De modo que, en adelante, la única manera de acercarse a una bolsa de basura sin que la Policía lo agarre a bolillo es ser rico: tener una empresa que se dedique al negocio cada vez más jugoso de las basuras, como Residuos Ecoeficiencia, la de los hijos del presidente Uribe. 


A mí me da lástima con los pobres, pero también pienso que quién los manda: quién los manda a meter las manos en las tripas de una bolsa de basura, y exponerse a las cuchillas, los pañales y todas las porquerías que se puedan encontrar en ella, en lugar de montar una empresa sólida y millonaria en una zona franca. 

Pero así son todos ellos: no saben hacer negocios. No saben ganarse las venias de los ministros; ni saben ser amables con los alcaldes que convierten en zonas francas los lotes que hayan comprado un poco antes. Ni siquiera saben comprar lotes. Lo único que hacen es hurgar la basura con las manos. 

(Muchas veces, además, la dejan desperdigada. Hace unos días vi a un niño como de 5 años que sacaba de la caneca unos huesos de pollo para lamerlos, y no tuvo la consideración ciudadana de dejar la basura como la encontró. Ojalá lo ubiquen y le pongan el comparendo. Me ofrezco ante las autoridades por si quieren hacer un retrato hablado para dar con su paradero).

Ah, estos pobres de hoy en día. Nunca son aptos ni adecuados. Y encima se la pasan protestando. Montan guerrillas, hacen mingas indígenas, organizan marchas. Les parece injusto todo: incluso que cuando alguien detecta que la basura puede ser buen negocio, los saquen a gorrazos de ella a pesar de que era el lugar al que históricamente los habían confinado para que sobrevivieran.

Si la basura da plata, queridos amigos, ya no pueden manejarla los pobres, sino la gente de bien. ¿Por qué? Pues porque si uno deja que la manejen los pobres, se rompe el equilibrio: los pobres pueden dejar de ser pobres, y no podemos permitirnos ese lujo. 

Los pobres son útiles para muchas cosas, como para que ahora traten de ganar plata. Sin pobres, ¿con quiénes haremos los falsos positivos? ¿Con William Vélez y otros empresarios uribistas? Sin pobres, ¿a quiénes desplaza uno de Carimagua? ¿A los empresarios palmicultores, a los que favorecía el 'Pincher' Arias? Sin pobres, ¿de quiénes nos protege la seguridad democrática? ¿De Armandito Benedetti?

Pensaba decir que no es la primera vez que a través de una ley tratan de empobrecer aun más a los pobres y convertirlos en criminales. Hace no mucho, Gloria Stella Ramírez, congresista del Mira, trató de sacar una para castigar a los vendedores y limosneros de los semáforos; ahora el representante Juan Carlos Valencia se inventó esta, la 1259, en la sospechosa fecha del 19 de diciembre, con todo el beneplácito del presidente Uribe, que no la objetó. 

Pensaba decir que ninguno como este gobierno ha combatido a la guerrilla, pero tampoco ninguno ha estimulado tanto las condiciones de desigualdad social para que exista, y que esta ley es prueba de ello.

Pero les digo la verdad: ya no pienso sufrir. Voy a ser más práctico. Y como el gobierno ha mostrado que sólo tiene compasión por los empresarios, pienso convertirme en uno de ellos. 

Por eso, en adelante pienso no sólo defender a Tomás y Jerónimo, sino tratar de parecerme a ellos: aprender de fiducias, escisiones, cuentas en Panamá y demás astucias legales que yo creí que manejaban solamente personas del estilo de Murcia.

Hombre, sí: es cierto que hacen negocios en una parte del sector privado que puede ser muy rentable por las decisiones fundamentales que algunos subalternos de su papá terminen tomando. Y sí: los muchachos hacen negocios en la zona franca. Pero es que les han inculcado la franqueza con tanto rigor, que en cuál otra zona podían hacerlos. 

Alguna vez dije que quería asociarme con ellos para revender artesanías. Retiro lo dicho. Quiero ser socio de ellos, pero en Residuos Ecoeficiencia, el negocio de basuras que tienen en la zona franca. Después de esta ley ya todo quedará para nosotros.

 
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