Comunicación Alternativa // ISSN 2145-390X

VOLVER A LA MARGINALIDAD FORMAL

Por: Orlando Sotelo.
Fecha de publicación: 23 de marzo de 2014.

La salida de Petro de su puesto como alcalde significa para la izquierda electoral un retorno a la marginalidad formal, esto es, durante estos últimos 10 años se ha tenido la idea de que la izquierda habría salido de jugar un papel secundario, para pasar a convertirse en protagonista de las transformaciones sociales del país. Entre otros el principal trofeo que se exhibe es la constitución del 91, puerta de entrada al neoliberalismo. La elección de Lucho Garzón, la aparición en la escena política de Carlos Gaviria con 2.5 millones de votos, los brillantes debates de Petro y Robledo en el Congreso, empezaban a vislumbrar un futuro venturoso para una izquierda que aparentemente había superado las viejas diferencias heredadas de los dogmas stalinistas, trotskistas, maoistas, etc.

Sin embargo, profundizando un poco sobre la realidad de los hechos podemos notar que ese supuesto ascenso no fue más que un fugaz resplandor en el firmamento político. La llegada de Lucho, significó la alianza con sectores del liberalismo especialmente del samperismo junto con la continuación de las políticas neoliberales muy bien implantadas por Mockus y Peñalosa, las Secretarías de Hacienda, Planeación y Educación quedaron en manos de tecnócratas firmemente formados en la escuela de Chicago, mientras que los secretarías “sociales” regularmente marginales en la medida en que no definen aspectos centrales de las administraciones fueron entregadas a compañeros de “izquierda”. Lucho sabía perfectamente que para hacer una alcaldía que le permitiera jugarse una candidatura presidencial, tenía que no incomodar a la derecha.

Cuando Carlos Gaviria llegó a la contienda presidencial, dentro del Polo se libraba una fuerte batalla por la hegemonía dentro del partido. Internamente se buscaba apoderarse de las mayorías entre las fuerzas mejor dotadas logísticamente hablando: el Partido Comunista y el MOIR. Luego en la disputa por la pre-candidatura en el II congreso del Polo, todos los aportes y debates entre otras cosas muy interesantes como en la comisión del ideario de unidad, en la que se discutió sobre la vigencia de la lucha de clases, quedaron relegadas al olvido por la feroz contienda entre Petro y las pretensiones de los sectores que apoyaban a Gaviria.


A diferencia de Mockus y Peñalosa que lograron posicionar algunas de sus propuestas a nivel nacional, como la cultura ciudadana y los trans-miseria, la incidencia de los programas de la llamada izquierda democrática no lograron trascender. Desde el punto de vista organizativo, estos últimos 10 años significaron una mayor fragmentación de las organizaciones políticas de izquierda y de muchos sectores sociales afines, con un agravante: el retroceso desde el punto de vista político-ideológico, ya que si en los sesentas y setentas las discusiones giraban en torno a las formas de hacer la revolución, las batallas se libran hoy por cómo hacer las listas electorales.

A pesar de la vergonzosa caída de Samuel Moreno, debemos reconocer que el Polo la sacó barata, luego de la desbandada de muchas organizaciones que vieron el oportunismo del Petrismo y el sectarismo del MOIR y de Clarita, mantener 8 congresistas debe reconocerse como un logro, sin embargo no pierde el carácter marginal de este partido. Por otro lado el masacote ideológico que se formó con los Verdes, es la demostración más clara de una izquierda resquebrajada que se pega a cualquier cosa con tal de no salir del escenario electoral. ¿Qué van hacer los sectores supuestamente de “izquierda” que entraron a esa alianza? ¿Cómo se resolverá el contubernio Petro-Peñalosa? ¿Qué opinión les merece Claudia López y su "republiqueta venezolana"? ¿Se pronunciarán los Verdes o el Polo en solidaridad con la revolución bolivariana? ¿O las condiciones no están dadas (estamos en elecciones) para ese tipo de pronunciamientos? Chávez era innombrable para gran parte de la izquierda colombiana, hasta que se murió.

Estamos en un mundo de paradojas, para nadie es un secreto que uno de los principales problemas de Petro es su ego, no son pocos los que han renunciado a participar en su proyecto por su incapacidad para escuchar a los demás y trabajar en colectivo. Sin embargo, muchos sectores incluyendo algunos bastante radicales terminaron incluyendo su nombre en artículos, marchando en su apoyo y coreando el “Petro No Se va”, infinidad de veces. ¿Será posible construir una sociedad realmente democrática cuando ese egocentrismo es uno los principales obstáculos en la construcción de proyectos colectivos de izquierda?

Vivimos una década de pura ilusión, se centraron las esperanzas en individuos que casi en su totalidad terminaron defraudando. Como tarde lo comprendió el petrismo, las luchas deben darse en las calles, en los sectores “populares”, que para muchos de aquellos lideres le son ajenos ya sea por seguridad o por vanidad, no volvieron a montarse en un bus o a transitar por un barrio como cualquier vecino o porque su status socio-intelectual los ha llevado a ver al pueblo como un fenómeno social que vale la pena estudiar y tratar de ayudar ("¡pobre pueblo!"). La marginalidad de la izquierda sigue intacta, lo paradójico es que en los momentos más relucientes de esa izquierda se dieron justo con el ascenso y salida del closet de la más recalcitrante derecha que logró posicionar a Uribe y su proyecto como protagonista y referente ideológico sin precedentes en el país.

¿Cuál ha sido la incidencia de estas organizaciones políticas en las transformaciones sociales, políticas y económicas de los últimos 10 años? Nos queda un largo trecho, es probable que el compañero Petro y otros elevados líderes puedan volver a las calles, que recuerden sus inicios y que muchos otros que se lanzaron en proyectos personales comprendan que esta lucha es de todos. Que hay que aprender a ser uno mas, que no es necesario reservarse el último turno de la palabra para concluir y esperar que los demás acojan sus tesis. Es retornar a esos sectores que toda la vida con y sin izquierda siguen siendo marginales, que a pesar del “ascenso” de aquellos que dicen representarlos, no han tenido mayores transformaciones en su vida, no solamente en sus condiciones materiales sino justamente en la concepción de una sociedad que refleja el individualismo de sus dirigentes.

La perspectiva de un acuerdo de paz, puede ser una oportunidad para hacer balances; es innegable que pensar distinto en el país es suficiente razón para ser asesinado, pero no es excusa para comportarse como la derecha. Ya que suenan las campanas de constituyentes, deberíamos convocarnos a una pre-constituyente política y social, donde empecemos por evaluar los últimos 10 años y la política electoral, por una verdad sobre las actuaciones de los compañeros a quienes se les otorgó la confianza y la responsabilidad, además de una reparación por los errores cometidos, para construir una propuesta de país, sin que tenga que pasar por las urnas de la burguesía. En varios países se han reconocido los errores, Cuba y Venezuela han asumido momentos de rectificación, la izquierda puede ser consecuente con el momento histórico y empezar por su propia revolución.


 
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