¿SISBÉN: SISTEMA SOCIAL PARA LOS AVIVATOS Ó PARA LOS POBRES?
Por: Carlos Julio Rodríguez Sandoval.
Fecha de publicación: 6 de julio de 2017.
Foto: Radio Nacional de Colombia.
El Sisbén es un sistema que identifica a las personas y familias conforme a sus condiciones socio-económicas. Éste no es un sistema que otorga subsidios, sólo sirve para identificar, clasificar y seleccionar a los potenciales beneficiarios de subsidios dentro de los políticas sociales del Estado.
Como cosa curiosa, en Colombia se dice que este sistema está cooptado y manipulado por prácticas corruptas, ejercidas por ángeles y arcángeles políticos con fines electorales. Éstos les prometen a la gente sacarlos del infierno de la pobreza y hasta anunciarlos como las personas más ricas del mundo en la revista “Forbes”; desde luego, después de haber votado por ellos a las diferentes corporaciones públicas...
En un mundo globalizado y en pleno siglo XXI resulta inaceptable que miles de avivatos se encuentren fraudulentamente colados en la base de datos del Sisbén. Valiéndose de artimañas dolosas, estos estafadores suministran información falsa sobre su estado económico, su estado civil, su residencia, sus estudios, su edad, hasta se hacen pasar por analfabetos; niegan tener servicios públicos domiciliarios; y como si fuera poco, niegan tener ingresos, cuando se ha probado que reciben entre 3.8 y 6.4 millones de pesos mensuales. La trampa está en conseguir puntajes bajos que les permite tener ventajas en los subsidios, sin ningún costo.
Los pícaros que se cuelan en el Sisbén se roban aproximadamente 16 programas, que les pertenecen a los pobres, y que prestan el Instituto de Bienestar Familiar; el Sena; el Icetex; los ministerios de salud y protección social, agricultura y desarrollo rural y trabajo; así como el Ejército Nacional.
Los pobres del país están celebrando, desde luego con precaución, que el gobierno haya anunciado una depuración para desterrar la corrupción en la base de datos del Sisbén.
Es importante que esta reforma permita:
1) Hacer cruces de datos con todas las entidades, para establecer el grado de pobreza de los afiliados.
2) Que la Fiscalía, Procuraduría, Contraloría y el zar anticorrupción constituyan un frente para identificar a los colados, así como a los encuestadores y administradores, que los benefician, cuando intencionalmente consignen datos falsos para disminuir los puntajes y favorecer intereses particulares. Urge su judicialización.
3) Crear un sistema para que la Registraduría haga el registro automático de los fallecidos.
4) Establecer un sistema donde se denuncie sin hacer público el nombre del denunciante para evitar amenazas.
5) Establecer que el Sisbén no se haga alrededor del entorno, sino en la capacidad de producción y tenencia de ingresos en la familia.
6) Que los municipios y Planeación Nacional estén obligados a mantener actualizadas sus bases de datos, mediante la continua verificación de la información de los inscritos.
Para terminar, debemos reflexionar en que el Sisbén – tal como está planteado – es el instrumento letal que plantea la marginalidad y niega la desigualdad. El sistema clasifica a las personas en un rango social, según sus carencias y condiciones, de tal manera que el usuario recibe una atención mínima, precaria y temporal. Por ejemplo, en salud su atención está llena de obstáculos, tiene que enfrentarse a un aparato burocrático indolente con alto grado de corrupción; el enfermo no es tratado como un paciente sino como un problema; a veces es depositado en hospitales hacinados, húmedos, mal olientes, sin medicamentos, maltratados y con médicos mal pagos (quienes son obligados a responder como maquinas por indicadores, atiborrados de consultas, y que sufren la falta de respeto a su dignidad y su profesión).
Puesto que la corrupción no se puede apoderar de programas sociales de los pobres, ya es hora de que los indignados se levanten masivamente, como un solo cuerpo y produzcan una revolución socio-cultural encaminada a rescatar los valores humanos y sociales, y así reaccionar contra la ética del “todo vale”, pregonada por los corruptos colados en las políticas sociales del Estado.