Por: Comunicadorxs Populares / Radicales Libres / F. Sakina Iwoka (Artículo 3)
Fecha de publicación: 20 de enero de 2014.
“¿La Democracia es válida solo de cintura para abajo?”
“Con la vara que mides serás medido”.
(Leer artículo anterior) Gustavo Petro llega a la casa Liévano con 721.308 votos de una población de 4.904.572 apta para votar en la capital del país, esto es el 14.7% del potencial sufragante de Bogotá, y el 32.16% de votantes. En democracia representativa esto es poco legítimo, y en Democracia no deja de ser más que una cachetada a la misma.
Su Plan de desarrollo 2012-2016 es producto del trabajo de técnicos y académicos con enorme ausencia de los sectores sociales y populares de la ciudad, a pesar de las convocatorias a “consultas y aportes” vía virtual. El sentir de una ciudad “humana” y “participativa con decisión” plasmada en el Plan de Desarrollo se torna opaca desde su confección inicial y más aun con las reformas que el Concejo de Bogotá le hiciera para su sanción oficial.
A dos semanas de su posesión como Alcalde Mayor de la ciudad, se presenta un desalojo de 90 viviendas que perjudica a varias familias en el barrio Marruecos de la Localidad Rafael Uribe. El recién posesionado alcalde de la “Bogotá Humana” brilló por su ausencia, no solo en el día del desalojo sino durante el drama que empezaron a padecer las víctimas, entre ellas decenas de niños y niñas. Solo se le pudo ver en los medios de comunicación al día siguiente, a través de un video editado que envió la Alcaldía Mayor, en el que, mientras acariciaba una mascota canina sobre sus piernas, denunciaba que “ello es responsabilidad de las mafias de urbanizadores piratas…” (sic). Su Secretario de Gobierno, Antonio Navarro, capoteo la situación, “arrebatándole” el protagonismo al burgomaestre capitalino. Curiosamente, a los pocos días este secretario renunció por “asuntos personales”, o más bien por ¿diferencias e incompatibilidades de caracteres? En su reemplazo fue nombrado Guillermo Asprilla.
No es nada fácil, para algunos de los colaboradores de su gabinete, subordinarse a la arrogancia de alguien que no escucha asesorías ni posturas diferentes en su entorno, y si las escucha las capitaliza para sí y su interés particular, al menos así lo dejo ver su amigo Daniel García Peña, director de la oficina de Relaciones Internacionales de la Alcaldía Mayor de Bogotá, quien, a través de carta fechada a mediados de junio del 2012, presenta su renuncia irrevocable, luego de que María Valencia, Secretaria del Hábitat fuese despedida vulgarmente de la administración por el mismo alcalde Petro, a pesar de que ella le hubiera enseñado todo lo relacionado a revitalización y redensificación de la ciudad : “…No basta con tener los principios correctos ni la razón científica. Un déspota de izquierda, por ser de izquierda, no deja de ser déspota. La democracia no es sólo un ideal sino que implica prácticas de respeto y solidaridad, especialmente cuando se trata del uso del poder al servicio de la transformación social. La repetida impuntualidad no es nada distinto a un profundo irrespeto por los demás. La política del amor no es sólo una bella frase, sino un profundo replanteamiento de la política.” (sic). Huele mal tal proceder en la “Bogotá Humana”.
En los primeros días del mes de abril del 2013, la procuraduría general de la nación, en cabeza del “inquisidor” Alejandro Ordoñez, destituyó e inhabilitó políticamente por 12 años al secretario de gobierno Guillermo Asprilla. La postura y la “solidaridad” del alcalde Petro frente a este atropello, se reflejó en su cuenta twitter: “Estamos ante el hecho que el tribunal contencioso administrativo determinó que en conducta de Asprilla como abogado no hay nada reprochable”. Y reiteró: “El gobierno progresista acata los principios fundamentales del Estado de Derecho. Acatará a la Procuraduría pero luchará por la Justicia". Mal olor produce tal declaración tan parca y plana por alguien que le aportó de frente y sin mezquindad a su proyecto partidista “Progresistas” y a su campaña electoral a la alcaldía, a tal punto de capitular su “Democracia Directa”.
A Guillermo Asprilla se le recuerda como miembro del Congresito (instancia legislativa que sesionó paralelamente a la ANC y gestora del engendro “Justicia de Orden Público” o Justicia sin Rostro). También se le reconoce, junto al finado ex comandante del M.19, German Rojas Niño desde los 90 del siglo anterior, ser los precursores de la iniciativa organizativa, formativa y empresarial con los recicladores de la ciudad para dignificar su labor, y que hoy se pretende materializar en el Programa Basuras Cero.
En su reemplazo fue nombrado Guillermo Alfonso Jaramillo, quien se desempeñaba como secretario Distrital de salud, y a quien le correspondería asumir las relaciones con el Concejo de Bogotá para buscar la aprobación a la Modificación excepcional del Plan de Ordenamiento Territorial (MEPOT) y la del cupo de endeudamiento para la ciudad.
Huele mal mentir a la ciudad respecto a que la Modificación excepcional del POT presentado ante el Concejo de Bogotá, y no aprobado, fue producto del consenso social y popular, cuando en verdad su texto fue trabajado a espaldas de éste; y en función de las consultas, que demanda la ley, se hicieron reuniones en las diferentes localidades con algunos sectores barriales con asistencia reducida, teniendo en consideración la importancia del tema. Se les catalogó a estos débiles encuentros como “cabildos abiertos populares: propositivos y decisorios”. La presencia, en muchos de los casos, en su mayoría, era de funcionarios de la administración distrital identificados con su chaqueta blanca, llenando planillas de asistencia y copando el espacio del encuentro. Los “ajustes y/o aportes” se hacían de manera maratónica posterior a los discursos de rigor. La presencia de los comunales marcaba la pauta mientras la resonancia de las convocatorias poco alcanzaba a las organizaciones populares barriales.
Aun así, dicha propuesta de Modificación Excepcional al POT, no asumió realmente el cambio de megaproyectos como el llamado Plan Centro, el cual es administrado por la ERU (Empresa de Renovación Urbana) cuyo proyecto plantea un Centro al servicio del capital trasnacional y del turismo internacional, para lo cual, actualmente, despoja y desplaza a miles de habitantes originarios de 5 localidades del centro de la ciudad. Mal olor produce ver cómo las últimas tres administraciones de “izquierda” en el Distrito Capital han pasado de “agache” frente a este Plan Centro, haciéndose cómplices silenciosos del mismo. Esta MEPOT fue rechazada por el concejo de Bogotá y bajo el decreto 364 del 2013 expedido por la alcaldía, se hace tal modificación excepcional, y actualmente se encuentra demandado.
En otro esfuerzo para evitar más derrotas en el ring del Concejo de Bogotá, el alcalde Mayor autoriza al nuevo Secretario de Gobierno para que adelante “lobbies de negociación” con las diferentes bancadas del concejo y así lograr la aprobación del cupo de endeudamiento de la ciudad. Este curtido político ex gobernador del Tolima con amplia experiencia, heredada de sus padres liberales tolimenses, en lidiar con camaleones y mañosos personajes que conforman ese enjambre de la politiquería tradicional y contemporánea colombiana, después de dos recusaciones y tres veces devuelto, logró dar cumplimiento a tal misión: el Concejo de Bogotá le aprobó al alcalde Mayor para que endeudara a los habitantes de la ciudad de Bogotá por 3.8 billones de pesos (la Bogotá Humana, también endeuda a los habitantes capitalinos sin consultarles, mientras que el poder oligárquico criollo sigue tranquilo).
El costo de esta “aprobación” tiene sabor a “mermelada”, se repartió burocracia a los partidos políticos que apoyaran, a través de sus concejales, tal petición: huele mal cómo los “nuevos administradores públicos”, van aprendiendo y poniendo en práctica las viejas y viciosas mangualas partidistas.
De esas mangualas o “acuerdos”, lo más sonado ha sido la entrega de la Secretaria de Movilidad al partido de la U, mientras que el IDPAC se le confirió al Polo Democrático. Cada partido político entregaría terna de candidatos y el alcalde mayor en su “soberanía” nombraría al más “idóneo y comprometido con la Bogotá Humana”.
De la Serie "Colombia, Todo Esto Huele Mal."