LA HISTORIA DEL PRIMER FALSO POSITIVO DEL PAIS
Por: Guillermo Andrés Castro Rozo, especial El Macarenazoo.
Fecha de publicación: 15 de abril de 2015.
Raúl Carvajal era un cabo del Ejército Nacional en 2006, cuando en plena era presidencial de Álvaro Uribe, el entonces mandatario le exigía resultados operacionales a las Fuerzas Armadas, dándoles premios a los militares por personas capturadas, judicializadas, y sobre todo dadas de baja en combate. Precisamente con esa plataforma de lucha antiterrorista, las fuerzas militares idearon un plan sistemático de asesinatos a la población civil, haciéndolos pasar como guerrilleros, y de esta manera, sin combate alguno, reclamar honores y premios que el gobierno nacional entregaba para la época. El plan macabro consistía, como se sabe, en capturar de manera ilegal a las personas y asesinarlas a quemarropa, para posteriormente uniformarlas, y levantar un falso escenario de confrontación que permitiera legitimar los homicidios. En 2008, la revista Semana fue el primer medio de comunicación en develar la estrategia criminal, informando a su vez que los soldados se aprovechaban de la falta de oportunidades para secuestrar y asesinar jóvenes...
En ese plan justamente cayeron cerca de 19 personas del municipio de Soacha que fueron ajusticiadas en Norte de Santander. En esa red de asesinatos que apenas empezaba a urdirse, el cabo Carvajal fue uno de los soldados al que le ordenaron matar dos civiles, y quien pudo darse cuenta de la estrategia, negándose a participar de la misma. Su negativa le costó su vida, y el hecho de ser el mal llamado “primer falso positivo de Colombia,” un soldado asesinado por sus mismos compañeros y mostrado ante la opinión pública por el Ejército como muerto en combate.
El 22 de septiembre de 2006 el cabo se comunica con su padre Raúl. En la conversación hablan de la nueva hija del militar, quien había nacido apenas días atrás. Sin embargo, el padre hoy recuerda con mayor sindéresis las palabras de su hijo, quien se sentía consternado por las ordenes que estaba recibiendo: “esto está muy feo, me mandaron a asesinar dos jóvenes (…) no importa que sean niños o ancianos, o lo que sea, lo importante es mostrar guerrilleros dados de baja en combate.” Además se sintió insatisfecho con una operación que en apariencia era un positivo operacional, se trataba de una captura de un guerrillero con un cargamento de droga, pero días después se enteró que la droga y el capturado habían desaparecido, presuntamente éste último haya sido asesinado sin que se le salvaguardasen los derechos de los prisioneros de guerra. Esa comunicación con su casa fue la última que hizo en su vida el cabo, dos semanas después fue asesinado...
El 8 de octubre de 2006 el Ejército registró la supuesta muerte en combate del cabo Carvajal, señalaron falazmente que habría sido asesinado por una columna de las FARC. Sin embargo, desde que se conoció la noticia, su padre insistió e investigó sobre la muerte de su primogénito, encontrando que en realidad se trataba del primer acto aleve de una serie de asesinatos que vinieron a saberse años después, la práctica de ejecuciones extrajudiciales en Colombia...
Raúl Carvajal padre está convencido de que así fue el asesinato de su hijo: no murió en un combate, fue sacado por sus propios compañeros del Batallón Ricaurte en Bucaramanga (Santander), en donde prestaba su servicio militar como suboficial, y llevado a El Tarra (Norte de Santander), en donde, ya amarrado, fue torturado y asesinado en una operación escabrosa, un teatro de operaciones montado por el Ejército para hacer creer que era un combate. Ultrajado, el cabo fue llevado a una loma, y allí, en uno de los recovecos del camino, un soldado le disparó desde una esquina, al cual a su vez otro también lo asesinó, es decir dos muertos en un complot criminal urdido por mandos superiores (en especial por el Teniente Coronel Álvaro Diego Tamayo Hoyos, quien alcanzó a ser el lugarteniente de Álvaro Uribe Vélez, sindicado como el creador de los “falsos positivos” en Colombia). El cabo Carvajal pagó así, con su vida, el haberse negado a asesinar dos jóvenes ajenos a la dinámica de la guerra.
Rául Carvajal padre emprendió travesías temerarias por la justicia, la cual dice que existe “pero la tienen manipulada las fuerzas militares, los principales terroristas de Colombia.” Ha viajado por medio país con los restos de su hijo y se instaló en una ocasión en la plaza de Bolívar con ellos exigiendo resultados sobre el caso de su hijo y castigo para los asesinos.
Raúl sigue adelante con el proyecto de justicia, recorrió - a finales del año pasado - los mismos pasos de su hijo en Norte de Santander, pasando por toda clase de improperios de las fuerzas armadas y constreñido por las autoridades para no proseguir su labor de investigar la verdad en este asesinato emblemático para toda Colombia.
Carvajal ha tomado de la mano a los principales verdugos de su hijo, al presidente Juan Manuel Santos, ministro de Defensa anterior, y al senador Álvaro Uribe Vélez, ex presidente y creador de la política de seguridad democrática, sindicada de ser la plataforma de asesinatos a la población civil en su mandato. Les ha gritado en la cara que son unos asesinos, y la justicia, sin embargo, no actúa: “lo único que yo le pido a la Justicia, es que me ayuden a hacer esto (…) la única persona que me ha recibido al día de hoy es la Fiscalía, en su momento en cabeza de Mario Iguarán.”
Siente que se acaban los caminos, y los defensores de derechos humanos generalmente renuncian al caso: “los abogados no se atreven a seguir el caso, porque los matan,” afirma.
Durante uno de los diálogos que sostuve con Carvajal, éste sentenció: “si yo fuera un asesino ya hubiera asesinado a Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe porque los he tenido cogidos de la mano, delante de 200 hombres que tienen cuidándolos. Que Dios quiera que investiguen esto para yo no hacer justicia por mis propias manos, que eso es lo que estoy pensando ya en ocho años pidiendo justicia (…) ¡yo quiero que esos desgraciados no sigan asesinando a más gente inocente!” Empero, muy lejos está Raúl de cumplir propósitos ajenos a la defensa de la vida, se ha convertido en un defensor de derechos humanos, como la inmensa mayoría de víctimas de estos casos (como las madres de Soacha), y propone acabar con el servicio militar obligatorio, porque denuncia que muchos soldados recurren a las propias drogas para poder sobrellevarlo y además la libreta militar no debería ser un documento de control social para tener la calidad de ciudadanos. Sin embargo, realiza una advertencia a los soldados que prestan su servicio: “les daría un consejo, cuando un alto mando militar les ordene asesinar a una persona, ¡dispárele primero a él, porque si no, le pasa lo mismo que a mi hijo, que fue asesinado por no volverse un asesino!”
¿Qué piensa sobre la paz?
Cuando las víctimas hablan de paz, muchas veces lo hacen con un sentimiento de dolor que les es propio por una condición a la cual no accedieron voluntariamante. La guerra, a Raúl Caravajal hijo lo tomó por sorpresa con una muerte que puede ser reseñada como el primer "falso positivo" de Colombia; a Carvajal padre lo tomó como un campesino que no se imaginó que el hecho de tener a su primogénito prestando el servicio militar, lo fuera a hacer el crítico más atroz de la guerra hoy. Sin embargo sobre la paz tiene un concepto tan diverso, como el propio arcoiris de víctimas del conflicto. Marchó el pasado 9 de abril por la paz, en Bogotá, pero aseguró que "mientras no se acabe (la incidencia política de) Álvaro Uribe y la cúpula militar del 2008 no va a haber paz." Ciertamente no es el único en pensar así, pues el proceso de paz adelantado en La Habana se ha visto obstaculizado indirectamente por la posición del partido político de ex presidente.